Francisco Umpiérrez Sánchez - Rebelión.- “Cuánta necesidad hay en el mundo de hoy de transitar desde la abominable superficialidad a liberadora esencialidad”. En ocasiones hay imágenes que se vuelven absolutamente universales y se convierten en símbolos. Se me ha deslizado el pronombre impersonal “se”. Pero en verdad no hay nada de impersonal en todo esto. Así que será mejor decir que hay ciertos medios de comunicación, con determinados intereses nacionales e ideológicos, que convierten a ciertas imágenes en universales y en símbolos. Los medios de comunicación capitalistas han querido convertir esta imagen, la de Fidel Castro vestido con el chándal de Adidas, en un símbolo de la victoria del capitalismo sobre el socialismo. Y no sólo lo ven así los ideólogos de la derecha sino incluso algunos ideólogos de la izquierda. 
Boris Izaguirre, un vividor que se ha abierto hueco en el mundo de los medios de comunicación españoles, ejercitando el arte del análisis superficial y banal, ha hecho la siguiente lectura de la imagen de Fidel Castro: “Lo más llamativo de esta imagen no es que Fidel aparezca siempre con el mismo chándal sino que sea de la marca Adidas. Cuando Adidas es de las marcas más capitalistas que hay. No cabe si no preguntarle a Fidel Castro: ¿Dónde ha quedado el comunismo?”. Lo peor de todo esto es que esta clase de juicios tiene credibilidad en amplios sectores sociales y en destacados intelectuales. E incluso, como señalé antes, hay personalidades de la izquierda que han admitido que esto supone una victoria del capitalismo sobre el socialismo.

Pero deshagámonos de esta superficialidad haciéndonos las preguntas pertinentes: ¿Quién hizo el chándal que llevaba puesto Fidel Castro? ¿Quizás los propietarios de la empresa Adidas? Resueltamente que no. ¿Quiénes lo hicieron entonces? Lo hicieron los trabajadores de la empresa Adidas. No podía ser de otro modo. Así que el chándal de Adidas sólo es un símbolo del capitalismo para el burgués o para el apologista del sistema burgués, pero para los marxistas es signo del trabajo. Y en consecuencia Fidel Castro debería felicitar a los 15.876 empleados de Adidas por su encomiable trabajo y comunicarles que usa esa prenda como homenaje a ellos.

Ante las pirámides de Egipto el burgués sólo ve al faraón que las mandó a construir, mientras que el marxista ve a los esclavos que las crearon. Igual sucede con el chándal de Adidas: el ideólogo burgués sólo ve a los propietarios de la empresa, mientras que el marxista ve a los trabajadores que lo crearon. Por lo tanto, mientras que el burgués de pensamiento superficial ve en el chándal de Adidas usado por Fidel Castro una victoria del capitalismo sobre el socialismo, el marxista sólo ve el disfrute de un producto del trabajo por parte de uno de los grandes representantes mundiales de los intereses de los trabajadores.
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