Los aspirantes a las candidaturas presidenciales de uno y otro partido suelen evitar el tema, pero ello no resulta posible en el estado de la Florida, donde opera una maquinaria política de cubanos contrarrevolucionarios capaz de influir decisivamente en cualquier evento electoral con recursos que pueden llegar a ser tan trascendentes como el fraude que decretó la victoria del candidato presidencial republicano George W. Bush sobre el vencedor real, Al Gore, en el 2000.
Veamos que han dicho al respecto los precandidatos a la presidencia en la elección de 2008 que, según las encuestas, muestran mayores posibilidades:
La senadora Hillary Clinton, ex primera dama y aspirante a ser la candidata del partido demócrata, se ha opuesto al levantamiento del bloqueo a Cuba y apoya la asignación de fondos para TV Martí -la planta que opera el gobierno de Estados Unidos contra Cuba desde la Florida-, pero no se ha pronunciado acerca de la prohibición de viajar los estadounidenses a Cuba.
El senador demócrata y aspirante a candidato presidencial Barack Obama se pronunció por el levantamiento de las restricciones a los viajes a Cuba de los cubanos residentes en Estados Unidos, aunque no se refirió al derecho de los ciudadanos estadounidenses a hacer lo mismo. Al hacer estos planteamientos en la Florida, Obama se sintió obligado a justificar la osadía con un discurso intervencionista similar al de los demás aspirantes, asegurando que su propósito es imponer a Cuba el sistema de gobierno que conviene a la superpotencia.
Al ex senador y ex candidato vicepresidencial John Edwards -quien ha ratificado recientemente su apoyo al bloqueo económico anticubano- y al senador y ex vicepresidente Al Gore, se les identifica como partidarios de mantener la prohibición de los viajes de norteamericanos a la isla en aras de no alterar el status quo, aunque en sus discursos, ellos no han abordado específicamente el tema.
El aspirante a la candidatura demócrata que de manera más abierta ha llamado a “aflojar” la prohibición de viajar los norteamericanos a Cuba, calificándola de “sencillamente no americana” ha sido el senador Christopher Dodd, con menores posibilidades que los anteriores -según las últimas encuestas. Dodd recientemente se convirtió en copatrocinador, con otros 20 legisladores, de un proyecto de “Ley de libertad de viajar a Cuba” que se espera que sea considerado por el Congreso en el otoño.
También el representante demócrata aspirante a la candidatura presidencial Dennis Kucinich ha expresado su oposición a la prohibición de los viajes y se ha declarado contra el bloqueo y la Ley Helms-Burton, partiendo del criterio de que la política de Estados Unidos contra Cuba es equivocada “porque no ha logrado derrocar a la revolución.”
Mike Gravel, ex senador por Alaska, es el otro que se ha manifestado contra el bloqueo, así como contra la prohibición de los viajes.
El senador y precandidato por el partido demócrata Joseph R. Biden, partidario firme del bloqueo y las medidas más agresivas contra Cuba, incluida la Ley Helms Burton de 1996, ha ratificado su posición política de respaldo a la anticonstitucional proscripción de viajar a la isla vecina.
Tampoco al pretendiente demócrata Bill Richardson se le estima opuesto a la interdicción de los viajes. Él ha declarado que no está a favor del levantamiento del bloqueo, pero ha sugerido su “reevaluación” y ha prometido revertir las políticas de Bush que restringen las remesas y los viajes de cubanos residentes en Estados Unidos a la isla.
En las filas republicanas son pocos los aspirantes que alguna vez se han pronunciado contra la interdicción de viajar a Cuba. Pero también los hay.
El representante por Texas Ron Paul se ha manifestado opuesto a las “sanciones” a Cuba en general y ha propuesto o votado acuerdos contra las restricciones al comercio agrícola y a los viajes de estadounidenses a Cuba.
En 2003, el senador Sam Brownback, quien actualmente pretende la candidatura presidencial republicana, votó, discrepando de la Casa Blanca, a favor de una enmienda que relajaba las restricciones a los viajes a Cuba, pese a que es un congresista firmemente partidario del bloqueo.
A otro aspirante republicano, Rudy Giuliani, ex gobernador de Nueva York, se le cataloga de enérgico partidario de mantener la interdicción de los viajes, al igual que al representante republicano por California de conocida línea dura contra Cuba Duncan Hunter, quien también disputa ser el candidato de su partido.
Una de las posiciones más notoriamente favorecedoras de la exclusión del derecho de los norteamericanos a viajar a Cuba es la del senador republicano por el estado de Arizona John McCain, cuya campaña hacia la candidatura está endosada por los tres congresistas republicanos de origen cubano en la Cámara (los hermanos Díaz Balart y la representante Ileana Ross) que forman el grupo conocido por los “batistianos”, por sus raíces políticas en la tiranía derrocada por la revolución en 1959. McCain fue patrocinador de la llamada Ley de Ajuste Cubano, promulgada en 1966 para promover la desestabilización en el país antillano y el éxodo de sus ciudadanos.
Mitt Romney, precandidato que fuera gobernador de Massachussets, clama por la continuidad del bloqueo y la prohibición de los viajes. Su campaña es apoyada por el cubano de origen Al Cárdenas, ex presidente del Partido Republicano de la Florida.
El representante republicano Tom Tancredo, cuya campaña está orientada a los temas migratorios, ha expresado preocupación por el trato receptivo que se les dispensa en la Florida a los emigrantes cubanos, lo que a su juicio estimula la entrada ilegal de extranjeros afectados por problemas puramente económicos. Ha promovido regulaciones para prohibir donaciones humanitarias a Cuba y defiende la vigencia de la proscripción de los viajes de norteamericanos a Cuba.
En las campañas electorales estadounidense, especialmente en la etapa presente, los pronunciamientos de los aspirantes a devenir candidatos modelan sus propuestas según factores que van mucho más allá de las características del auditorio cuyas simpatías pretenden captar y, por ello, pueden hacerse por un mismo aspirante promesas contradictorias y hasta excluyentes sobre un mismo asunto en diferentes lugares y momentos.
En temas en los que la élite del poder tiene definida una orientación política, trasluce en los aspirantes al trono la convicción de que no residirá en ellos la capacidad de subsanar el problema, aún si resultaran electos. Por ello, suelen excluir compromisos categóricos y cuando adoptan una posición discrepante se aseguran de parecer identificados con la línea política fundamental.
Esta presentación es apenas un preámbulo de otros análisis -que prometo- para acercarnos a comprender la lógica intrínseca de este aspecto de la política dentro de la lógica del poder en los Estados Unidos.
*Manuel E. Yepe Menéndez es periodista y se desempeña como Profesor adjunto en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana.