La Habana, 6 oct (Prensa Latina) Cuba conmemora hoy el Día de las Víctimas del Terrorismo de Estado, en el que rinde tributo a los más de tres mil 400 compatriotas fallecidos como resultado de las agresiones de Estados Unidos.


La fecha rememora el estallido en pleno vuelo de una nave de Cubana de Aviación con 73 personas a bordo tras un atentado con explosivos orquestado en 1976 por los connotados terroristas Luis Posada Carriles (1928-2018) y Orlando Bosch (1926-2011), al servicio de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

El hecho, conocido como el Crimen de Barbados, segó la vida de los 24 integrantes del equipo juvenil de esgrima, quienes regresaban a su país tras competir exitosamente en el IV Campeonato Centroamericano y del Caribe de ese deporte, efectuado en Venezuela. En total murieron 57 cubanos, 11 guyaneses y cinco coreanos.

Ese atentado provocó el repudio internacional, y especialmente en Cuba, donde millones de personas se unieron en el dolor multiplicado, con un enérgico y viril reclamo de justicia.

Sin embargo, no fue ese el único acto de terrorismo de Estado sufrido por esta nación antillana, víctima de esas acciones fraguadas desde Estados Unidos a lo largo de décadas.

De acuerdo con el documento Demanda del pueblo cubano al gobierno estadounidense por daños económicos, las operaciones encubiertas de Washington comenzaron en 1959, y desde entonces se organizaron, ejecutaron, y financiaron miles de actos de sabotaje.

Estos incluyen agresiones económicas, militares, biológicas, psicológicas, diplomáticas, mediáticas y de espionaje e intentos de asesinato a líderes, a las que se suma el recrudecimiento sistemático del sexagenario bloqueo de ese país, aún en medio de la pandemia de la Covid-19, lo que refuerza su carácter genocida.

Entre algunos ejemplos de esa política se encuentran el incendio provocado de la tienda El Encanto, el 13 de abril de 1961, en el que perdió la vida Fe del Valle; y la explosión de una bomba en el Hotel Copacabana, donde murió el joven turista italiano Fabio Di Celmo.

En los albores de la Revolución, se produjo el sabotaje al vapor francés La Coubre, que dejó 101 fallecidos, entre ellos seis marinos del país galo, así como 400 personas lesionadas o incapacitadas de por vida.

De acuerdo con reportes de prensa, al menos tres mil 478 personas murieron y dos mil 99 quedaron afectados como consecuencia de los planes violentos de Washington contra la isla.

 

Cuba honra a miles de fallecidos por terrorismo desde EEUU

La Habana, 6 oct (Prensa Latina) El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, aseguró que la nación caribeña honra hoy a sus más de tres mil 400 fallecidos por agresiones desde Estados Unidos, en el Día de las Víctimas del Terrorismo.

A través de su cuenta oficial en Twitter, el mandatario escribió: 'Con ese dolor cargamos cuando se empeñan en mancillar la historia, incluyendo a nuestro país en la infame lista de patrocinadores del terrorismo', elaborada por Washington.

En otro mensaje en esa plataforma, el jefe de Estado señaló que la isla nunca olvidará 'el abominable Crimen de Barbados', cuando estalló en 1976 en pleno vuelo una nave de Cubana de Aviación con 73 personas a bordo tras un atentado con explosivos.

La agresión fue orquestada por los connotados terroristas Luis Posada Carriles (1928-2018) y Orlando Bosch (1926-2011), al servicio de la Agencia Central de Inteligencia, quienes murieron tranquilamente, bajo el amparo de las administraciones republicanas y demócratas de la nación norteña, remarcó Díaz-Canel.

De acuerdo con la Demanda del pueblo de Cuba al Gobierno de Estados Unidos por daños humanos, presentada en La Habana el 31 de mayo de 1999, el terrorismo ha sido un instrumento permanente de la política exterior de la Casa Blanca contra el país caribeño.

En ese contexto, la ínsula se convirtió en diana de sabotajes, guerra biológica, ataques piratas contra instalaciones costeras, naves mercantes y embarcaciones pesqueras; además de atentados a oficinas y personal cubano en el exterior, incluidas sedes diplomáticas y aviones.

Según el escritor y exagente de la seguridad del Estado Raúl Antonio Capote, Cuba es el país que más agresiones terroristas ha recibido durante más tiempo, los cuales costaron la vida a tres mil 478 personas e incapacitaron a dos mil 99.

La conmemoración del Día de las Víctimas del Terrorismo de Estado establece que cada 6 de octubre la bandera cubana se ice a media asta, ya sea en las entidades civiles e instituciones militares, o en misiones diplomáticas y consulares cubanas en el exterior.

 

Cuba recuerda el Crimen de Barbados

Por Danay Galletti Hernandez

La Habana, 6 oct (Prensa Latina) Los estudiantes de la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético de La Habana, en Cuba, conocieron un día como hoy pero de 1976 la noticia de la explosión de la aeronave CU-455 de Cubana de Aviación en las aguas barbadenses.

Tiempo después trascendió que, luego del estallido en pleno vuelo, no hubo sobrevivientes y, entre los pasajeros, estaban los 24 integrantes de la delegación de esgrima que regresaban a la Patria victoriosos en el IV Campeonato Centroamericano y del Caribe de ese deporte, celebrado en Venezuela.

Emma Bárbara Alfonso Trujillo, por aquel entonces miembro del equipo de voleibol juvenil, evocó en exclusiva con Prensa Latina que ese día en la escuela no hubo clases, pues entre la emoción y la incertidumbre, los profesores y alumnos 'no tenían cabeza para nada'.

'La última vez que vi a Virgen Felizola, Inés Luaces, Milagros Peláez y Nancy Uranga fue la mañana antes de su viaje mientras iban a desayunar. Estábamos en una práctica de boleo con el entrenador Celestino Suárez y ellas nos preguntaron cuándo marcharíamos a nuestra competencia en Canadá', rememoró.

Con Felizola mantenía un vínculo cercano, pues ambas cursaban la docencia en la misma aula y dormían en albergues continúos y, pese a su corta edad, la floretista, natural de la oriental provincia de Santiago de Cuba, acumulaba experiencias en torneos en Rumanía y Polonia.

'Desde aquella fecha mantengo un luto que me durará toda la vida. Si tenía algún problema siempre acudía en mi ayuda. Recuerdo que cuando se divorciaron mis padres me aconsejó mucho. Le comenté que me iba de la escuela para acompañar a mamá en la casa y ella desaprobó esa decisión', confirmó Alfonso Trujillo.

¿Qué pasó en 1976?

Beatriz Abreu cursaba el onceno grado en el preuniversitario Pablo de la Torriente Brau en Playa, La Habana, cuando el 15 de octubre de 1976 acudió al acto de despedida de duelo de los conocidos tiempo después como Mártires de Barbados, en la Plaza de la Revolución y con la presencia del líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro.

'Llegamos a la escuela y organizaron nuestra salida para la Plaza. Estábamos tan cerca de la tribuna que pudimos ver a los familiares conmovidos, si bien en el sitio había miles de personas. Es imposible hoy precisar la cifra. El silencio solo era interrumpido por los sollozos y las palabras de Fidel', reveló.

Ese día el dirigente cubano pronunció un discurso emblemático: '(…) han ascendido para siempre al hermoso Olimpo de los mártires de la patria (…) lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen de Barbados y cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla'.

En ese año, aumentaron los ataques terroristas, aupados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) a diplomáticos, aviones y embarcaciones de la isla que, a juicio de los historiadores, constituyeron la venganza contra Cuba por su participación en la derrota contra el apartheid sudafricano en Angola.

Las investigaciones tras la voladura del avión civil con 73 personas a bordo— 57 cubanos, 11 guyaneses y cinco coreanos— resultaron en el arresto de los ciudadanos venezolanos Freddy Lugo y Hernán Ricardo, autores materiales encargados de colocar las cargas explosivas en un viaje anterior de la nave.

Años después, un documento desclasificado por la CIA de junio de 1976 descubriría cómo el terrorista cubano Orlando Bosch ideaba colocar una bomba en un vuelo de la aerolínea Cubana de Aviación, en la ruta Panamá- La Habana, con fechas para las acciones.

Luego del atentado, la policía venezolana detuvo a Bosch y al exagente del servicio de inteligencia norteamericano de origen cubano Luis Posada Carriles y allanó su oficina de Investigaciones Comerciales, donde aparecieron pruebas y equipos vinculados al conocido como Crimen de Barbados.

El largo proceso judicial contra ellos en la nación suramericana experimentó irregularidades y presiones por el gobierno de Estados Unidos y la CIA, y en 1982 Carriles huyó de una cárcel venezolana hacia El Salvador, país desde el cual intervino en asesinatos a revolucionarios y el tráfico de drogas.

Refiere la historiografía que, hasta su muerte el 23 de mayo de 2018, perpetró acciones terroristas, permaneció en prisión durante un breve espacio de tiempo en el año 2000 en Panamá—liberado por la entonces presidenta Mireya Moscoso— después de un intento de magnicidio contra Fidel Castro.

De acuerdo con los especialistas, Bosch fue declarado inocente y hasta su muerte en 2011 residió en la ciudad de Miami, Estados Unidos, y años más tarde, cuando le preguntaron por las víctimas civiles del sabotaje al avión, afirmó que todos eran miembros del gobierno comunista cubano y merecían morir.

¿Cómo era Virgen Felizola?

Integrante del equipo de florete femenino, Felizola nació en 1959 y, a juicio de los expertos, era una de las deportistas con grandes perspectivas de integrar la selección nacional de su disciplina en las próximas Olimpiadas de 1980 en Moscú.

Su compañera Alfonso Trujillo la recuerda 'tímida, inteligente, responsable y estudiosa. El uniforme estaba siempre limpio y el cabello bien peinado. Las derrotas la ayudaban a seguir adelante y me decía que, si Fidel no hubiese bajado de la Sierra Maestra, ella, oriental, negra y pobre, quizá no habría podido estudiar'.

Admiradora del médico argentino-cubano Ernesto (Che) Guevara de la Serna, la joven Felizola entrenaba en un imponente edificio de Prado 207, hoy sede de la Escuela Nacional de Ballet, antiguo palacio de la Asociación de Dependientes del Comercio de La Habana.

'Cuando no acudían a ese espacio, compartíamos la calle 5ta Avenida, alrededor de las seis o siete de la mañana, para preparaciones de rutinas previas a las competencias. Seguían una dinámica fuerte como miembros del equipo nacional', refirió.

Algunas veces la madre de Emma acompañaba a Virgen a las reuniones de padres y en una de ellas le regaló el libro A fin de cuentas, del escritor soviético Boris Polevói, testimonio de su autor como corresponsal del periódico Pravda, órgano oficial del Comité Central del PCUS hasta 1991.

'En esa recopilación de notas, el periodista cuenta las atrocidades de los fascistas durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando estuve en una base de entrenamiento en Alemania, en julio de 1977, aproveché la ocasión para visitar el crematorio de Núremberg mencionado en el texto', concluyó.

 

Ascenso al olimpo de esgrimistas de Cuba tras acto terrorista

La Habana, 6 oct (Prensa Latina) Cuba perdió a 20 esgrimistas muy prometedores en una acción terrorista de la cual hoy se cumplen 45 años, aquellos jóvenes por los méritos alcanzados ya entonces ascendieron al olimpo.

Ellos formaban parte de las 73 personas muertas al estrellarse un aparato de la compañía Cubana de Aviación en el mar frente a las costas de Barbados, debido a dos explosiones de sendos artefactos colocados por mercenarios de nacionalidad venezolana.

El 6 de octubre de 1976 regresaban a su país junto con sus cuatro entrenadores procedentes de Caracas, satisfechos por el deber cumplido.

Porque allí arrasaron con los títulos puestos en juego en el IV Campeonato Centroamericano y del Caribe juvenil de esgrima en las modalidades de florete para hombres y mujeres, espada y sable.

Los hombres que perpetraron el atentado fueron contratados por dos agentes de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, los connotados terroristas de origen cubano Orlando Bosch y Luis Posada Carriles.

'Conmovidos, luctuosos, indignados', dijo el Comandante en Jefe Fidel Castro de quienes se reunieron en La Habana nueve días después en el acto de despedida de duelo de las víctimas, una multitud concentrada para expresar su repudio a la acción, con amplia repercusión en el mundo.

Al referirse a los esgrimistas, el líder de la Revolución cubana aseguró cómo esos 'atletas sacrificados en la flor de su vida y de sus facultades serán campeones eternos en nuestros corazones'.

'Sus medallas de oro -agregó- no yacerán en el fondo del océano, se levantan ya como soles sin manchas y como símbolos en el firmamento de Cuba; no alcanzarán el honor de la olimpiada, pero han ascendido para siempre al hermoso olimpo de los mártires de la patria'.

Ellos retornaban felices por sus resultados en el torneo, éxitos del deporte cubano que el enemigo no puede perdonar y acude a actos como ese para truncar vidas sin importarle sean niños, jóvenes, mujeres o ancianos, siempre que sean fieles a su patria.

A propósito de ese suceso se estableció en Cuba el 6 de octubre como Día de las Víctimas del Terrorismo de Estado, una jornada para exigir que cesen la impunidad y las acciones violentas contra esta nación.

Desde entonces hay dolor y lágrimas al recordar el denominado Crimen de Barbados, lo exteriorizaron quienes asistieron a la despedida de duelo en la Plaza de la Revolución capitalina y los que rememoran la fecha ya por cuatro décadas y media.

Y así lo expresó Fidel Castro: 'No podemos decir que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen. áY cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla!'.

 

Como soles sin manchas

Tan espléndido y juvenil desborde de humanidad de estos de hoy, fue lo que anticipó Fidel en el adiós de aquellos mártires: «su monumento», victorioso emblema del porvenir

José Llamos Camejo , enviado especial

Granma

 

Caracas, Venezuela.–Como soles sin manchas fue la expresión repetida en otra voz, dicha de otra manera, pero con la misma certeza. Tal vez porque estaba cerca este 6 de octubre, o porque, más allá del tiempo y del crimen, el hilo sentimental que entrelaza a Cuba y a Venezuela es el mismo que en la esperanza y en el dolor une a aquellos y a estos protagonistas.   

Acaso porque «inmensamente ricas –así lo dijo Fidel– en su aporte al trabajo, al estudio, al deporte, al afecto de sus familiares y a la Revolución», las vidas en flor asesinadas aquel octubre que aún duele, en días recientes parecían rebrotar en el regreso triunfal de otros jóvenes.

Cuatro décadas y media después de ser despedidos por el Comandante en Jefe, en la Plaza de la Revolución, fue como ver el retorno de otros «soles sin manchas», que escuchaban las palabras de bienvenida a Caracas, dichas por Julio César García Rodríguez.

«¡Perdidos no; ustedes vuelven crecidos!», dijo en esa oportunidad el jefe de las Misiones Sociales en Venezuela, ante más de 70 cubanos: médicos, enfermeros y trabajadores electroenergéticos, cuya edad promedio no rebasa los 36 años. La mitad de ellos estaban físicamente allí; los otros, por videoconferencia, completaban el auditorio desde Zulia, Santa Cruz de Mora y Tovar.

Ellos también retornaron invictos. Una tragedia los había convocado a la Mérida andina, y allá fueron, a darle una estocada a la incertidumbre, en los mismos sitios donde el deslave había sepultado hogares, esperanzas y pertenencias. Unos llevaron jeringas, estetoscopios, tensiómetros; otros, alicates, destornilladores, multímetros...   

La sospecha deja de ser para quienes los vieron entre el dolor y las ruinas al pie de Los Andes, devolviendo sonrisas en aquel torneo por la vida. El arte de salvar es su esgrima; la de 22 000 cubanos que andan Barrio Adentro por Venezuela; la de cientos de miles que por el mundo golpean a lo injusto, con estocadas de amor.

Distinta es la modalidad de estos, pero igual es su audacia y similar el motivo al de aquellos que ganaron todos los títulos en un campeonato centroamericano, horas antes de su holocausto criminal sobre el mediodía de Barbados.

Tan espléndido y juvenil desborde de humanidad de estos de hoy, fue lo que anticipó Fidel en el adiós de aquellos mártires: «su monumento», victorioso emblema del porvenir.

La injusticia les teme, y tiembla frente a los «soles sin manchas» que hacen al mundo un tilín más claro.

 

La culpabilidad de la CIA en el crimen del avión cubano en Barbados

Manuel Hevia Frasquieri - Cubadebate

Nunca dejaré de escribir sobre este horrendo suceso que nos invade aún de tristeza e indignación, ni de denunciar a la CIA como uno de sus principales causantes.

En medio de un profundo silencio de un millón de cubanos congregados en la histórica Plaza de la Revolución en la Habana el 15 de octubre de 1976, el Comandante en Jefe Fidel Castro despedía el duelo de las 73 víctimas del crimen de Barbados el 6 de octubre de ese año. En aquella jornada luctuosa Fidel daba a conocer al mundo el texto de un mensaje secreto de la CIA dirigido a uno de sus mercenarios en Cuba tres días después del atentado, en el que le preguntaba: “¿Cuál es la reacción oficial y particular sobre ataques de bombas contra oficinas cubanas en el extranjero? ¿Qué van a hacer para evitarlas y prevenirlas? ¿De quién se sospecha como responsables?".

El propio Fidel se preguntaba ante tales interrogantes de la CIA: “¿Por qué deseaba la CIA conocer qué medidas se tomarían para evitar y prevenir los actos terroristas? Al principio teníamos dudas si la CIA había organizado directamente el sabotaje o lo elaboró cuidadosamente a través de sus organizaciones de cobertura integradas por contrarrevolucionarios cubanos; ahora nos inclinamos decididamente por la primera tesis. La CIA tuvo una participación directa en la destrucción del avión de Cubana en Barbados.”

Fidel no se equivocaba. El crimen encajaba con total precisión en la sucesión de acontecimientos que venían produciéndose en aquel año trágico cargado de agresiones y atentados terroristas contra Cuba en el extranjero por mercenarios a sueldo que actuaban por mandato de la CIA.

Años después, como resultado del trabajo de investigación histórica conocimos que en el mes de junio de 1976 las principales organizaciones terroristas anticubanas que operaban desde Estados Unidos fueron convocadas a la ciudad de Bonao, República Dominicana, para extender el terrorismo internacional contra Cuba. Una nueva agrupación denominada Coordinación de organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU) integró a los tradicionales grupos fascistas, algunos dirigidos por la propia CIA, entre los que se encontraban Acción Cubana, Brigada 2506, Frente Liberación Cubano, Alpha 66, Abdala y Movimiento Nacionalista Cubano. Al frente fue designado el terrorista Orlando Bosch Ávila. El CORU sería la cabeza visible. Se posee evidencias de la presencia del terrorista Luis Posada Carriles en Santo Domingo en aquellos momentos, estrechamente vinculado a los actos más violentos.

Los pormenores de esta reunión fueron conocidos en detalle por el FBI y la CIA cuyos agentes encubiertos estuvieron presentes. Allí supieron meses antes del crimen de Barbados las intenciones de estos grupos terroristas de hacer estallar un avión cubano en pleno vuelo.

Varios autores coinciden que aquella reunión fue una maniobra de la CIA para sacar de territorio norteamericano el accionar de aquellos grupos más agresivos que habían creado una seria inestabilidad por los actos terroristas y atentados personales que habían provocado también la muerte de ciudadanos norteamericanos y pérdidas materiales cuantiosas a ese país.

Un veterano oficial de la División antiterrorista de la Policía de Miami declaró años más tarde “… los cubanos llevaron a cabo la unión del CORU a solicitud de la CIA…los Estados Unidos apoyaron la reunión para tenerlos a todos en la misma dirección nuevamente, bajo el control de los Estados Unidos. La señal básica fue adelante y hagan lo que deseen, fuera del territorio norteamericano…”

Una visión más pormenorizada de aquel salvajismo lo brinda una investigación histórica realizada por nuestro Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado. En enero de 1975 una explosión había causado cuatro muertos y dos heridos en Puerto Rico. En febrero una bomba fue desactivada en las oficinas de la línea aérea colombiana en este último país. En marzo, dos artefactos detonaron en una oficina de turismo en Panamá que vendía pasajes a Cuba y en el consulado de Costa Rica en la ciudad de Los Ángeles, California. En mayo y julio dos bombas estallaron en las embajadas de Venezuela y Costa Rica, en la ciudad de Washington.

En julio fue saboteado un buque puertorriqueño en San Juan, Puerto Rico. En octubre otras dos bombas estallaron en Miami, mientras el 29 de diciembre detonaron otro artefacto en el salón de equipajes de la línea aérea dominicana del aeropuerto La Guardia, en Nueva York, que causó 13 muertos y 75 heridos, hecho terrorista sin precedente en los últimos años en ese país.

Después de la reunión de Bonao, el FBI y la CIA conocieron por boca de sus agentes los comentarios de Orlando Bosch en un encuentro celebrado con otros terroristas cubanos en las que expresó su disposición de hacer “algo más” contra Cuba cuando terminaran con- Orlando Letelier, ex -ministro de la Unidad Popular Chilena, que fue asesinado en plena calle el 26 de septiembre de 1976 en la ciudad de Washington, a manos de terroristas cubanos y agentes de la DINA chilena del dictador Augusto Pinochet.

Según documentos desclasificados, el terrorista y agente de la CIA Luis Posada Carriles comentó en otra ocasión que “tumbarían un avión cubano y que “Bosch tenia los detalles”. Esta conversación se produjo a escasos días del horrendo crimen sin que la CIA o el FBI aplicaran medida alguna para dar seguimiento a estos planes e impedir un hecho tan monstruoso.

Casi cuarenta años después, en junio de 2015, se conocerían nuevas evidencias de la complicidad de la CIA en estos hechos. El Departamento de Estado norteamericano había desclasificado documentos fechados en los meses de octubre y noviembre de 1976, donde el entonces secretario Henry Kissinger mostraba su preocupación por los vínculos de la CIA con grupos terroristas de origen cubano, y en particular con algunos de los involucrados en el derribo del avión de Cubana de Aviación, pero según estos informes la agencia negó cualquier participación.

Un nuevo memorando de inteligencia desclasificado del Departamento de Estado norteamericano del 19 de octubre de 1976 (solo trece días después del crimen) requería de la CIA nuevas respuestas y comentarios sobre el hecho. La primera de aquellas preguntas ponía el dedo en la llaga pues reflejaba claramente la preocupación de Henry Kissinger: ¿Ha tenido la CIA alguna relación con la agencia de investigaciones de Posada o con cualquier negocio que él pudo haber tenido?

Nuevas evidencias saldrían a la luz cuando el 16 de septiembre de 2015 la CIA desclasificó 2500 documentos (unas 19 mil páginas) sobre los partes diarios que ofrecía regularmente a sus presidentes de turno hasta 1977, conocidos como “The President¨s Daily Brief “.

Una búsqueda acuciosa del parte diario correspondiente al 7 de octubre de 1976, cuando habían transcurrido menos de 24 horas del crimen, la CIA informaba “que era probable que Cuba culpara a los exiliados cubanos militantes y posiblemente a Estados Unidos, por el accidente ayer del avión cubano”.

La CIA reconocía en aquel informe, en medio de las tachaduras de algunos párrafos como es usual en estos documentos, que “terroristas del exilio cubano” se habían involucrado en varios atentados contra instalaciones cubanas en el extranjero en los pasados meses, incluyendo intentos fallidos de hacer estallar una aeronave en vuelo.

Un día más tarde en el parte informativo secreto del 8 de octubre la CIA daba continuidad a la información bridada a su presidente, ampliando que desde el mes de junio de 1976  “organizaciones del exilio se habían hecho responsable de los ataques contra funcionarios cubanos, instalaciones y organizaciones “pro-Castro” en Barbados, Colombia, Costa Rica, Jamaica, Trinidad Tobago y Panamá y México.”

Pero aquellas opiniones brindadas por la CIA al Presidente Ford resultaban cínicas y mentirosas pues ocultaban la verdad de lo que venía ocurriendo en aquel período. La CIA era responsable de esta ofensiva criminal desatada en el continente no solo contra organizaciones pro-Castro como la denominaban con desprecio, sino contra embajadas cubanas y sus diplomáticos, así como empresas de Cubana de Aviación ejecutadas por su propio dispositivo terrorista paramilitar que funcionaba desde Venezuela.

Aquel mecanismo terrorista secreto operaba desde la ciudad de Caracas y una filial en Valencia, en el estado de Carabobo y estaba integrado por mercenarios cubanos y venezolanos, muchos de ellos ex miembros de la policía secreta de ese país, bajo la dirección de uno de los agentes principales de la CIA en la región suramericana, Luis Posada Carriles.

Aquella agencia privada de detectives denominada “Investigaciones Comerciales e Industriales, Compañía Anónima” (ICICA), era la tapadera de un peligroso centro subversivo contra Cuba para la región del Caribe y Sudamérica, sin dudas un poderoso “grupo de tarea” al servicio de la CIA, al que nos referiremos más adelante.

En los primeros días del mes de octubre de 1976 saldría de aquel lugar el comando paramilitar compuesto por los asesinos Freddy Lugo y Hernán Ricardo, empleados de esa agencia y los explosivos plásticos C-4 de alto poder que hicieron estallar en pleno vuelo al avión cubano.

No tenemos evidencias de que la CIA haya informado de estas circunstancias a su presidente en posteriores partes diarios.

En los momentos que Luis Posada Carriles era transferido por la CIA en 1967 a su nuevo oficio de represor en Venezuela, la contrarrevolución interna en Cuba había sido aplastada.

La estación de la CIA en Miami JM-Wave comenzó a limitar sus operaciones de guerra sucia contra el territorio cubano después de largos años de crímenes y agresiones. Eran desmontados los radares de comunicaciones o las ametralladoras pesadas y los cañones sin retroceso de 57 mm de decenas de embarcaciones piratas, las que eran rematadas a otros dueños. Lujosas mansiones en los cayos floridanos utilizadas por la CIA y sus mercenarios como casas secretas y puntos de embarque de lanchas artilladas eran vendidas.

Aunque aquella poderosa logística de guerra y su principal sede en Miami eran desarticuladas pero continuarían unos años más las acciones paramilitares contra embarcaciones de pesca u otras instalaciones costeras cubanas. Se iba produciendo un cambio estratégico en la política de terror contra Cuba pero dirigido especialmente contra sus intereses en el mundo. Los nuevos "blancos" serían nuestras embajadas, consulados y funcionarios diplomáticos y comerciales, representaciones de líneas aéreas o marítimas cubanas o de cualquier país que mantuviese algún vínculo con Cuba.

La CIA nunca abandonó a sus aventajados alumnos de Fort Benning que integraron sus destacamentos paramilitares en la JM WAVE en Miami que se convertiría muchos años después en modelo de los actuales centros “antiterroristas” de la CIA en el mundo.

Sus agentes principales de origen cubano fueron enviados en esta nueva etapa como “asesores” de contrainsurgencia a gobiernos pro-yanquis en América Latina, para reprimir todo atisbo de Revolución. Félix Rodríguez Mendigutía, el viejo amigo de Luis Posada había partido rumbo a Bolivia para participar como operativo de la CIA en las operaciones contra el guerrillero heroico, Ernesto Che Guevara. Más tarde sería enviado a Ecuador, Perú, Viet Nam, Nicaragua y El Salvador, lugar este último en el que participaría junto a Posada, en la guerra sucia en Centroamérica bajo las órdenes directas de la Casa Blanca.

En 1967 Posada Carriles fue “asignado” a Caracas, Venezuela como mercenario encubierto de la CIA, transitando por sus órganos de inteligencia hasta ocupar un importante cargo en la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP) de entonces. Sus principales tareas se ajustaban a su oficio criminal como eliminar focos de “insurgentes” y apoyar el trabajo de espionaje de la CIA en el medio diplomático hostil a los Estados Unidos y en las altas esferas de la política local.

Esta designación de Posada no era casual, constituía un cargo de confianza en un país con grandes intereses económicos y geopolíticos para Estados Unidos en el área del Caribe y Suramérica, muy cercano a Cuba por profundos lazos históricos.

Años más tarde, según estudios de uno de los expertos del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado, George Bush (padre) en su calidad de Director de la CIA en 1976, expresaba en privado al entonces Jefe de la DINA chilena, general Juan Manuel Contreras Sepúlveda durante una reunión en Washington, que la DISIP había sido reestructurada con la participación de agentes cubanos al servicio de la agencia, sugiriéndole que a su regreso a Chile pasara por Caracas y visitara este órganos policiaco. Según Contreras, durante su viaje a Venezuela se entrevistó con operativos cubanos en ese país. Uno de ellos era Luis Posada Carriles.

La “reestructuración” de los servicios represivos venezolanos incluía importantes recursos materiales y financieros dirigidos a potenciar aquel dispositivo policiaco. Posada Carriles se refería a este tema, aunque sin mencionar a la CIA: “…La policía había mejorado increíblemente. Cursos en el exterior, instructores bien pagados, más la adquisición de costosos pero altamente eficientes equipos para interceptar teléfonos, para "sonorizar" habitaciones con transmisores ocultos, la adquisición de patrullas, motos y, sobre todo suficientes recursos económicos para establecer redes de colaboradores en hoteles, restaurantes, vehículos de alquiler, etc., apoyaban nuestras operaciones, situando a determinado "cliente" en una habitación de hotel previamente "sonorizada" o dirigiéndolo a una mesa "trabajada" en el restaurante. El más costoso, pero también el más fructífero de los departamentos, era el de "control y manipulación de fuentes vivas" o informantes. Las áreas de interés del Cuerpo, eran los grupos subversivos de izquierda, los militares de tendencia golpista, grupos políticos y financieros, determinados personajes y cualquier sector de la población que resultara interesante para el gobierno, eran penetrados e infiltrados por nuestros agentes…”[2]

Posada Carriles no abandonó su accionar terrorista contra Cuba en esos años, sino que la recrudeció a partir del manto oficial que le ofrecía su nuevo cargo en la DISIP en la que fue nombrado como Comisario el 4 de octubre de 1971. Esta designación le brindó mayores posibilidades para continuar otras acciones de interés de la CIA que venía desempeñando desde años atrás.

En 1974, por desavenencias con el nuevo gobierno venezolano de Carlos Andrés Pérez, Posada Carriles se vio obligado a renunciar, creándose una difícil situación operativa para la CIA. Pero de la noche a la mañana, surgieron nuevos fondos monetarios y es creada una agencia privada de detectives en Caracas nombrada “Investigaciones Comerciales e Industriales, Compañía Anónima” (ICICA), dirigida por el propio Posada Carriles.

Su incorporación entre 1974 y 1976 como jefe de aquella agencia privada brindó una excelente cobertura para dirigir la actividad terrorista contra Cuba en el área del Caribe y Suramérica. Esta agencia desplegó su actividad desde los primeros meses de 1974 hasta octubre de 1976, considerados los años de mayor violencia terrorista contra Cuba en el exterior, en la que se colocaran más de 40 bombas en instalaciones e intereses cubanos en 14 países de la región que mantenían relaciones con Cuba.

La ICICA estaba ubicada inicialmente en la oficina número 78 en el centro profesional Majestic, en la avenida Libertador en Caracas. Pero en 1976 se trasladaron a un lugar más amplio y de discreta ubicación en la urbanización Las Palmas, avenida Valencia, Quinta María Nina, en esa misma ciudad. Este dispositivo llegó a contar poco después con una filial en la ciudad de Valencia, estado de Carabobo, cercana a Puerto Cabello, que por estar alejada de la capital facilitaba sus incursiones terroristas hacia otras regiones en el extranjero.

Documentos desclasificados de la época demuestran que una gran parte del equipamiento en armas y explosivos en poder de la nueva “agencia”, había sido sustraído de la DISIP. Otros medios técnicos de espionaje fueron presumiblemente entregados por la CIA.

La ICICA poseía una estructura paramilitar con amplias posibilidades para el trabajo de inteligencia. Colaboraba con las autoridades en operativos de persecución y torturas contra grupos de izquierda. Paralelamente participaba activamente junto a Orlando Bosch Ávila en tareas de la Operación Cóndor junto a la DINA fascista y algunos de sus miembros realizaban acciones encubiertas contra diplomáticos cubanos y de embajadas de países socialistas, organizaciones revolucionarias o de solidaridad acreditadas en Caracas.

Este centro terrorista contaba con 36 empleados permanentes y otros muchos que trabajaban por encargo. Entre estos había ex agentes de los servicios especiales venezolanos o terroristas de origen cubano vinculado a Posada, con viejas relaciones con la CIA, familiarizado con tareas clandestinas de seguimiento y control técnico de objetivos de interés, técnicas de escucha ilegal o interrogatorios y acciones violentas con armas y la aplicación de explosivos plásticos. Se conocía públicamente que algunos miembros de la ICICA, en particular el asesino Hernán Ricardo Lozano, mantenían relaciones estrechas con oficiales de la CIA dentro de la embajada yanqui. El segundo al mando y jefe de operaciones de esta “agencia” era Diego Arguello Lastre, ex policía de la tiranía batistiana.

Este nivel de agresividad era posible gracias a la tenencia de medios de intercepción telefónica, transmisores de radio miniatura para aplicaciones ocultas y micrófonos pequeños para empotrar en paredes, (algunos comerciales y otros de procedencia desconocida, presuntamente elaborados por un servicio profesional de espionaje) equipos de grabación profesional, estetoscopios para escucha a través de paredes, medios de cerrajería, fotografía profesional, equipos portátiles para el montaje de puntos móviles de grabación de conversaciones y líquidos radioactivos para el marcaje y seguimiento de objetivos, entre otros medios, incluido un detector de mentiras.

El alto nivel de este equipamiento permitía inferir que los blancos del trabajo ilegal de esta unidad encubierta eran personalidades políticas o gubernamentales, funcionarios diplomáticos o empresarios extranjeros, dirigentes revolucionarios de izquierda y hombres de negocio. Sin duda, muchos de estos “blancos” eran de interés para la CIA cuya estación local funcionaba en la embajada norteamericana en Caracas. Muchos de estos artefactos técnicos fueron requisados por las autoridades venezolanas al ser detenidos Luis Posada, Hernán Ricardo y Freddy Lugo a raíz del atentado en Barbados.

Con el decisivo apoyo operativo en muchos casos de Posada Carriles desde la ICICA, se ejecutaron actos de terror en las sedes cubanas en Perú, Colombia, Guyana, Canadá y Venezuela. Un grupo dirigido directamente por Posada, junto a Orlando Bosch planeó sabotear el vuelo 467 de Cubana de Aviación Panamá-Habana, acción que resultó infructuosa.

El 9 de julio de 1976, tres meses antes del crimen, estalló una bomba en un equipaje que era conducido a un avión cubano de pasajeros, en Kingston, Jamaica, cuya salida se había visto retrasada 40 minutos por causas operacionales, lo que conjuró una catástrofe terrible. El 10 de julio detonó otro artefacto en las oficinas de British West Indian Airlines, en Barbados, colocado presumiblemente por los asesinos Hernán Ricardo y Freddy Lugo.

El 11 de julio de 1976 detonó otra bomba en las oficinas de la Línea Aérea Air Panamá en Colombia y días más tarde se realizaron disparos contra la embajada cubana en ese país. Se presume que un comando terrorista al mando de Posada Carriles, entre los que se encontraba Hernán Ricardo, viajó a este país en estos días con el propósito de provocar un hecho terrorista de trascendencia publicitaria.

Días después, el 23 de Julio, fue asesinado el técnico cubano de la Flota Camaronera del Caribe Artaigñan Díaz Díaz, en Mérida, Yucatán, durante un intento de secuestro de un funcionario consular cubano por grupos terroristas. El 9 de agosto fueron secuestrados, torturados y asesinados Crescencio Galañena Hernández y Jesús Cejas Arias, funcionarios de la embajada cubana en Argentina, por grupos paramilitares de la junta militar argentina. Algunas informaciones vinculan también a terroristas cubanos a estos hechos.

Días antes del atroz suceso el 6 de octubre de 1976, la embajada de EE.UU. en Caracas negó la visa de entrada a Puerto Rico al asesino Hernán Ricardo Lozano. Se conoce por fuentes históricas que la embajada norteamericana en Puerto España, Trinidad Tobago, conoció que Lozano se encontraba en dicho país en momentos en que el CORU se adjudicaba una bomba en el consulado de Guyana, el 1º de septiembre de 1976. La CIA temía entonces que su relación de larga data con Hernán Ricardo podía acarrearles problemas.

Después de la detención de los complotados por las autoridades venezolanas que los acusó por su responsabilidad en el sabotaje al avión cubano, el gobierno de los Estados Unidos maniobró para que Posada y Bosch no fueran juzgados y propuso que el primero fuera liberado y el segundo entregado a sus autoridades.

El gobierno de los Estados Unidos fue autor intelectual de aquel horrendo suceso. Los documentos desclasificados demuestran que sus servicios de inteligencia no eran ajenos a los intentos de hacer explotar un avión en el aire. Eran cómplices de la labor subversiva de la ICICA en la región de donde partieron los autores materiales y los explosivos utilizados en el sabotaje en Barbados.

La CIA y su gobierno facilitaron posteriormente la fuga de Posada de su prisión en Venezuela, ofreciéndole una importante misión en la guerra sucia en Centroamérica. Años después concedieron el asilo definitivo de Bosch en territorio norteamericano, como lo hicieron más tarde con Luis Posada Carriles, por sus amplios servicios a la causa del terrorismo.

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