Jorge Luis Canela Ciurana - Trabajadores.- ¿Cómo me juzgarían los lectores si comienzo diciéndoles que me considero un ignorante? Con toda lógica se preguntarían: Entonces, ¿por qué se atreve a escribir? ¿O es que nos está tomando el pelo con una broma de mal gusto?
No se trata de nada de eso. Estoy convencido de que el primer requisito para vencer la ignorancia es tener conciencia de ella. Confieso que mucho me hizo meditar sobre este asunto la Reflexión de Fidel, Autocrítica de Cuba, del pasado 10 de julio.
Retomo sus planteamientos: “… debemos mantenernos informados sobre las cuestiones esenciales y los detalles de lo que ocurre en Cuba y en el mundo.
“En materia económica concreta pienso que en cada país casi todos los ciudadanos ignoramos todo”.
Asociaba estas ideas del Comandante con el esfuerzo que realizan la CTC, los sindicatos y la dirección del Gobierno en la discusión del plan de la economía para el año 2008.
Porque, ¿cómo saber lo esencial de lo que ocurre en Cuba, si no comenzamos por conocer bien lo que acontece en nuestro entorno más cercano, o sea en nuestro centro de trabajo?
¿Por dónde debe empezar nuestro conocimiento económico concreto, sino por esa economía de la que somos una pieza clave como productores o prestadores de servicios dentro del gran engranaje del país?
Pero hay más:
¿Lograríamos un verdadero dominio de los detalles de la economía nacional o mundial sin alcanzarlo primero sobre lo que nos rodea?
¿Se trata simplemente de que seamos informados con sistemática periodicidad acerca de cómo marcha la empresa, el hospital, la escuela, el taller, la oficina?
El asunto va mucho más allá de escuchar un informe de la administración sobre los propósitos para el 2008.Es lograr la participación real, no formal, de los trabajadores, en la conformación de un proyecto nacido de sus iniciativas, de sus criterios, basado en su experiencia de chocar con las dificultades cada día.
No hay ninguna escuela mejor que esta para asimilar los primeros y más elementales, pero a la vez decisivos, conocimientos “en materia económica concreta”.
Precisamente por la importancia de esos conocimientos primarios, base de todo cuanto podemos lograr en la educación económica de nuestra población y particularmente de los trabajadores, la CTC y la dirección del Gobierno han venido insistiendo en despojar de todo formalismo y de toda rutina ese proceso que tiene lugar en cada centro laboral.
Un análisis realizado la semana anterior en el Secretariado de la CTC abordó críticamente un grupo de las insuficiencias más comunes detectadas en las asambleas de discusión del plan.
La administración es la principal responsable y además debe ser la mayor interesada en lograr la erradicación de esos problemas, pero les toca muy de cerca a los sindicatos, como representantes de los trabajadores —dueños colectivos de todas las riquezas de la nación—, que sus afiliados ejerzan los derechos de participación que les vienen dados por esa condición.
En tal sentido, el mencionado análisis comenzó por casa y de él deben derivarse medidas prácticas para resolver la escasa preparación personal con que los dirigentes sindicales se enfrentan a esas asambleas; y a la vez la insuficiente presencia en ellas de cuadros de niveles superiores.
Nos queda mucho por hacer para que en esas reuniones se profundice en asuntos tan esenciales como la relación entre productividad y salario, ahorro, disciplina, disminución de los costos, eficiencia…