Anubis Galardy - Prensa Latina.- El músico español Luis Eduardo Aute cerró hoy en La Habana lo que sus colegas cubanos calificaron de Semana autística durante la cual fue objeto de homenajes arropados por la admiración y el afecto.

En el Palacio del II Cabo, en la ciudad antigua, salió a la luz en La Habana una edición de sus Poemigas, 30 páginas cobijando un manojo de 27 textos en los que su autor se desdobla para mostrarse en toda su estatura espiritual, humana.

La imagen hecha signo, carne del espíritu desde el verso y las ráfagas del dibujo que lo acompaña por trechos.


Aute empeñado en atrapar los misterios, en jugar con la palabra en una incesante aventura, fiel a su capacidad transgresora, con sus aliados inseparables, el humor, la ironía.

La jornada de hoy fue una prolongación de la nocturna, la víspera, en un teatro Karl Marx abarrotado, cuando sus canciones lograron el milagro de transformar en un espacio íntimo las dimensiones de una sala que alberga cinco mil butacas.

Uno de los pocos en conseguirlo antes fue el ya fallecido Antonio Gades, al frente de su compañía, con un flamenco capaz de borrar las distancias y envolver en su atmósfera desde el primer hasta el último espectador como si todos estuvieran en un tablao.

La trova le canta a Luis Eduardo fue el lema del concierto donde la música del artista y sus letras, de una rara densidad, emprendieron vuelo en las voces y versiones de sus amigos de la isla.

Tocó a Silvio Rodríguez abrir con un mini recital y una llave de oro en sus manos: Me va la vida en ello, de Aute, secundado por el grupo Trovarroco y la flauta de Niurka González bordando filigranas, deslizando la melodía, acariciándola.

El cuarteto femenino Sexto sentido prolongándola en sus voces de conjunción privilegiada.

Por el escenario desfilaron Vicente y Santiago Feliú, Liuba María Hevia, Amaury Pérez, Karel García y José Luis Beltrán en una versión de Ché qué mal, que el artista español compuso tras la muerte de un entrañable amigo. Luego, Carlos Varela.

Piano, guitarra, orquesta de cámara y banda de rock se aliaron en la noche, en un mismo tributo.

Llamado al escenario, Aute cantó tres canciones, una de ellas para agradecer a sus “compañeros de la música y la imaginación”. Las otras dos fueron Rosas en el mar y la estremecedora Al alba, desplegada a capella, como una bandera.

Aute repitió lo que ha dicho más de una vez esta semana: Estoy viviendo un sueño que seguirá conmigo hasta el fin de mis días.

He formulado un deseo –agregó-, espero que se cumpla y que alguien, muy generoso, me conceda la nacionalidad cubana. Cinco mil almas vibraron en el Karl Marx en una ovación como un abrazo interminable.

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