Andrés Gómez - Areítodigital.- Lo que siempre me impresiona al viajar a diferentes países y conocer a personas íntimamente comprometidas en hacer avanzar un sinnúmero de causas justas, muchas de vital importancia para sus pueblos, es su elemental compromiso y cariño con el pueblo cubano y su proceso revolucionario.
A pesar de mis largos años de experiencia en estos asuntos que tratan del presente y de los fundamentos del proceso libertario del pueblo cubano y de los enormes obstáculos que ese noble pueblo ha confrontado en su extraordinaria aventura por hacer realidad una sociedad más justa y equitativa, empeño que me ha llevado a innumerables encuentros en diferentes continentes, nunca me deja de conmover ese vital compromiso y cariño por ese pueblo que ha logrado construir una sociedad esencialmente mejor a pesar de contar con escasos recursos naturales, con las limitaciones que impone a toda sociedad la naturaleza humana, y por más de medio siglo ser agredido y acosado por la mayor potencia militar y económica de la historia.
Y es esa demostrada posibilidad de poder lograr un mundo mejor la que de corazón obliga a tantos otros alrededor del mundo a solidarizarse con las causas de ese pueblo –que son a su vez sus causas-, y amándolo como propio, defenderlo. Defender su derecho a vivir y a desarrollarse en paz.
En mi reciente gira por parte de Europa, a invitación de las respectivas asociaciones de amistad con Cuba, visité a siete países (Bélgica, Francia, Holanda, Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia) y en éstos, a diez ciudades. Participé en trece conferencias y conversatorios, en reuniones con parlamentarios, funcionarios de gobierno, dirigentes gremiales, y en entrevistas con la prensa.
En esas tierras del Norte siempre encontré, aún en las más gélidas de ellas, gente de mucho calor humano. Me dio gusto conocer a los naturales de esos países; a latinoamericanos de largo y penoso peregrinaje así como otros de más reciente emigración; y a compatriotas míos. Oí hablar lenguas conocidas y otras que sólo había oído en las películas de Bergman o leído de ellas en libros. Todas sonaban a cariño y a ansias por conocer más sobre los temas que en las conferencias traté.
A pesar de las muchas obligaciones diarias que todos aquellos con quien compartí tienen para poder vivir, más sus deberes con sus compromisos políticos y sociales, venían a escuchar lo que yo tenía que aportar al interés común tarde en las tardes. Siempre les estuve muy agradecido.
Invariablemente, en todos los encuentros, los participantes preguntaban sobre la actual situación de nuestros cinco hermanos: Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René. Con claridad y precisión les expliqué sobre ella. Las causas por las cuales los Cinco han sido mantenidos encarcelados por más de once años por los gobiernos de Estados Unidos las saben de memoria y por experiencia. La lucha por lograr su libertad y la exigencia por su inmediata libertad es su lucha y su exigencia.
En solidaridad me invitaron y en solidaridad me acogieron. Giras como ésta son de vital importancia para conocernos mejor y para que aprendamos de lo que cada cual hace en cada uno de los lugares donde vivimos, y así teniendo un mayor entendimiento colectivo, darnos más ánimo y brío para proseguir en esta loable lucha común por lo más justo. //