Yaimi Ravelo - Cubadebate - Foto: Yaimi Ravelo/Resumen Latinoamericano.- El espacio Con luz propia del Centro Fidel Castro tuvo esta semana como invitado al reconocido realizador y fotógrafo cubano Roberto Chile.
Discípulo de Korda, Corrales y Salas; Chile es un hombre que junto a otros tantos artistas forma parte de la iconografía de la Revolución en su génesis.
La pequeña sala del Centro Fidel se volvió íntima ante las anécdotas del soldado con cámara en ristre que acompañó al Comandante a todas partes, por todos los recorridos de Fidel.
Por los caminos de la Sierra, por las ciudades, por las fábricas, por todos los rincones que visitó el líder histórico durante el proceso revolucionario.
“Cuando miro el público esencialmente están amigos míos, compañeros que viven y que en definitiva conocen parte de mi trabajo y también muchos de ellos tuvieron el privilegio de compartir con Fidel”, expresó el artífice del lente en la presentación de una filmografía inédita como tributo al séptimo aniversario de la desaparición física de Fidel.
La Escolta es un corto inédito que honra a los hombres que protegían al Comandante, con los cuales Roberto Chile estrechó vínculos por las particularidades de su profesión.
“Ellos me ayudaron a mí y yo los cuidaba a ellos, me sacaban de un tumulto y me ponían delante para que yo pudiera filmar”, contó Chile.
Esta fue la primera presentación de un material que nunca había salido a la luz, evidencia también el encuentro de Fidel con su personal más cercano a pocos días de enfermar.
“Ellos me pertenecen y en cierta medida yo les pertenezco a ellos”, palabras de Fidel que resguarda el testimonio gráfico de Chile, describe el estrecho vínculo de Fidel con su familia escolta. “Desde lo más profundo de mi corazón, gracias”, expresa Fidel en este hermoso y breve documental a los hombres que le acompañaron gran parte de su vida revolucionaria.
Robero Chile recordó la llegada del niño Elián a Cuba como uno de los momentos más importantes de su carrera, su cámara fue la única autorizada para documentar este hecho histórico en la gran batalla de ideas que se libraba en aquellos tiempos.
El realizador relató la petición de Fidel de hacer un documental de una hora y media sobre este hecho. Al Comandante le informaron que el material -según Chile- no alcanzaría el tiempo que él pedía para proyectarlo en el espacio de la Mesa Redonda.
Llega Fidel a una casa de protocolo donde Chile grababa al niño jugando, se le acerca, le toca el hombro y le pregunta:
-“Me dijeron que tu dices que esto no da hora y media”, cuestiona Fidel.
-“Sí Comandante, una hora; hora y media no da”, responde Chile.
-“Perfecto, la otra media hora la cubrimos con dos compañeros y tú en la Mesa”, soluciona Fidel.
Chile describió esta tarea como la más difícil que le asignara el Comandante. El humilde artista de la fotografía cubana excede timidez ante las cámaras y los reconocimientos, cualidades que lo acercan a todas las generaciones de fotógrafos de la isla.
En el espacio Con luz propia con Roberto Chile de invitado, otro momento de impacto fue cuando describe desde la cercanía humana y profesión, la desaparición física de Fidel.
Le concedieron el merecido deber de acompañar a Fidel hasta el último momento.
“Yo quería ir en la caravana hasta Santiago, me correspondía la obligación moral de estar con él hasta ese último momento.”
“La trayectoria duró siete días, dormíamos unas 3 horas diarias, la multitud aquella sin ser convocada, los celulares alumbrando de noche y el grito de todo el pueblo diciendo ‘Yo soy Fidel’. Sentimos el entusiasmo revolucionario presente, en ese momento él demostró que los hombres hasta después de muertos son útiles, porque unió a todo un país en en una sola causa que es la Revolución”, rememoró Chile.
La huella de Fidel en este hombre de noble corazón traspasa el tiempo y las fronteras después de la muerte.
En uno de sus más recientes documentales “Sacha, un niño de Chernóbil”, realizado junto a la periodista cubana Maribel Acosta, producido por el medio argentino acreditado en Cuba Resumen Latinoamericano, tuvo la oportunidad de viajar hasta Chernóbil y filmar a Olga. La madre ucraniana que se ve en las imágenes de archivo intercambiando su gorra con la de Fidel al llegar a Cuba para que su hijo recibiera tratamiento junto a los miles de niños y niñas que se recuperaron en Tarará.
“Fuimos a casa de Olga, tenía su gorra enganchada ahí -la de Fidel- nos dio un gran calor humano, lloró y nos saludó, contó Chile.
“Nos dijo que había visto esa imagen en la televisión que circulaban por todas partes, fue muy emotivo ver aquella mujer 30 años después o incluso más todavía, conservando una gorra con aquella firma que apenas se veía. Pero dijo esta mujer que fue uno de los momentos más emocionantes que ella vivió en toda su vida.
“Y ahí está Fidel, es la huella que deja en la gente.”
Que sirva la obra humana de Chile para rendir tributo a todos los hombres y mujeres de Fidel.
(Tomado de Resumen Latinoamericano)