Yailin Orta Rivera - Juventud Rebelde.- Un gupo de muchachas, con pantalones verde olivo, botas a media pierna y la gorra ajustada casi a la altura de los ojos, se incorporaron al Servicio Militar Voluntario Femenino, por primera vez, en el MININT.

Las jóvenes, cuadros profesionales de la UJC, comparten el principio martiano de que no podemos mirar de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber.

¿Quién ha dicho que el Servicio Militar es solo para hombres? Están Cuba y sus hijos de por medio, y eso es suficiente. Se han puesto pantalones moteados, las botas a media pierna, la gorra ajustada cerca de la altura de los ojos, y han tomado fusil y cantimplora para vencer los más angostos terrenos, las más complejas escaramuzas.


Les sobran las razones. Han visto a sus padres, hermanos y vecinos estirando sus horas laborales para lograr algún sueño colectivo, o llevando la luz de la salud y la educación a rincones olvidados. Bien conocen de aquellos días en que tuvieron que apretarse duro el cinturón y echar adelante como fuera, burlando el bloqueo con ingenio y sin receta.

Por eso creen y asumen que es su tiempo, y se han atrevido a conquistar el terreno donde los hombres se entrenan para defender los anhelos y memorias del país. Son ocho mujeres que han puesto su empeño en ese primer lugar de la nación, donde la soberanía y la tranquilidad ciudadana se han conseguido con machete, sudor y sangre.

Ellas hubieran sido como nosotras...
Enfundadas en sus trajes verde olivo, las jóvenes Aralia, Ariadna, Yan Ly, Liset, Yamila, Ailé, Milagros y Lizet dejan adivinar la energía, voluntad y delicadeza que habitaban en Celia, Haydée y Vilma, por solo mencionar algunas de esas mujeres que nutren e irradian la historia patria.

«A veces no lo advertimos con total claridad, pero cuando damos el paso al frente en tareas como esta, estamos adueñándonos del espíritu de todas esas grandes féminas que nos precedieron y que, apropiándome del sentido de las palabras de Fidel, hubieran sido como nosotras», reflexionó Milagros Baserio.

Por iniciativa propia, Ailé Quesada, miembro de la FEU, fue la primera de su organización en unirse al Servicio Militar en el MININT.

Ellas, con excepción de Ailé Quesada, son cuadros profesionales de la Unión de Jóvenes Comunistas. Cuando en el V Pleno del Comité Nacional de la organización juvenil, se puso sobre la mesa la pertinencia de que la mujer se sumara a la preparación para la defensa en el servicio militar, no pusieron reparos y aceptaron la propuesta.

La perentoria realidad, marcada por la actual dinámica poblacional, las hizo entender la importancia del asunto. Y hoy salpican con su gracia un escenario signado por la severidad, la disciplina y el sentido del deber.

Los jóvenes no podemos dejar a la suerte la defensa del país. Sería como olvidarnos del futuro y arrancarnos el pasado de las venas. Además, la preparación que adquirimos nos fortalece mucho como dirigentes. Estas fueron, según reconocieron, las mayores motivaciones que las condujeron a tomar esa decisión.

Cuando Ailé, miembro del Secretariado Nacional de la FEU, conoció de los análisis que se hicieron en el Pleno, enseguida quiso alistarse.

«Ser cuadro implica estar en la vanguardia —manifestó Lizet Zamora— y si aquí se requiere de nuestro esfuerzo y voluntad, pues entonces estaremos durante los seis meses de servicio».

«Se trata de tener sentido común, no importan los estereotipos que existan sobre si esto está hecho para los hombres. Nosotras lo hemos afrontado y no es nada imposible. Al contrario, nos aporta mucho en nuestra formación», enfatizó.

Las ocho muchachas son, junto a otras 16 en el país, las primeras cuadros juveniles que, convocadas por la UJC, cumplen el Servicio Militar Voluntario Femenino en el Ministerio del Interior.

Explicó Maday Iglesias, miembro del Buró Nacional de la organización, que lo más importante de esta iniciativa ha sido que estas unidades se han convertido en verdaderas escuelas formadoras de cuadros de la UJC, de donde las muchachas saldrán preparadas para la defensa, y sobre todo para el trabajo político ideológico.

Una vez que terminen la etapa de Servicio Militar, ellas formarán parte de la reserva del MININT.

«La vivencia también ha sido novedosa para nosotros», comentó el teniente coronel Rafael Mugica, jefe del Comando Especial de Bomberos de Capdevila, del capitalino municipio de Boyeros, donde cinco de las muchachas pasan la etapa de Preparación Militar Básica, más conocida como «la previa».

Refirió Mugica que tuvieron que habilitar un nuevo cuarto para las jovencitas y crear las condiciones necesarias para acogerlas. Pero lo más interesante, según su apreciación, es que nunca las han visto contrariadas o tristes. Se adaptaron al sistema y son capaces de asumir cualquier responsabilidad.

También reconoció que esta práctica no solo es importante porque crecen las filas de los combatientes, sino porque además, ellas desarrollan una valiosa labor política entre la tropa, sin dejar de resaltar sus aportes en el embellecimiento de la unidad.

Dichas y  tensiones
A prueba de persistencia, las muchachas superaron las continuas jornadas de preparación física, de desplazamiento en el terreno, infantería y lucha personal, entre otras actividades.

«Allá los incautos que crean que el ritmo nuestro va a ser menor y que nos vamos a quedar rezagadas», admitieron sonrientes.

«No podemos estar atrás en nada, destacó Ailé, porque de esa manera los otros muchachos tampoco se rinden. Imagínense, si nos ven haciéndolo, ellos por orgullo u hombría no flaquean».

Señaló Yan Ly Formoso que tuvieron días muy estresantes, ya que no estaban acostumbradas a tanta carga de ejercicio. «Éramos sedentarias, así que podrás suponer los dolores musculares. Cada vez que había que hacer algo nos mirábamos unas a las otras, yo no sé si compadeciéndonos o dándonos ánimo, pero lo cierto es que resistíamos».

Nos exigimos mucho, sostuvo Yamila Fuentes. «En las inspecciones tratamos de no tener ninguna deficiencia, porque constantemente emulamos con los otros muchachos de la previa», expresó.

En esa competencia por estar listas antes que ellos, detalló Ailé, un día nos levantamos a las cuatro de la madrugada. «Cuando nos dimos cuenta de la hora que era, abrimos bien grandes los ojos y nos dijimos: ¡Apretamos; tampoco hay que exagerar!».

También tenemos que destacar, manifestó Yamila, la ayuda incondicional y la comprensión de nuestras familias; sin eso hubiera sido imposible llegar hasta aquí. «Yo misma tengo dos niños y son ellos quienes los atienden, pero aun así uno no deja de preocuparse».

«Igualmente nos han pasado cosas muy simpáticas durante el período de adaptación. Para Ailé y para mí no había tallas de uniforme. Y como las mujeres somos presumidas por naturaleza, le insistimos al almacenero hasta que encontró unos pantalones, los arreglamos y nos quedan “pintados”», describió Aralia González.

«En ocasiones, contó Ariadna Yero, en el desespero por ser las primeras en terminar nos poníamos las botas antes que los pantalones. O queríamos ablandar estos zapatos para ver si dejaban de castigarnos con las ampollas».

«Hubo momentos en que parecíamos robocitos por los dolores en todos los huesos, continuó la representante de la FEU. La gimnasia matutina es fuerte, pero al poco tiempo te acostumbras. El otro día fue muy gracioso, porque me caí y parecía un resorte; al instante estaba en pie. Casi nadie lo notó».

Deja que te cuente
Lo que más agradecemos de esta etapa, coincidieron las combatientes, es conocer profundamente esos costados de la vida del MININT de los cuales teníamos apenas una mínima representación. Además, coincidieron, aquí nos formamos integralmente y ponemos a prueba nuestros conocimientos.

Para Ariadna el trabajo político-ideológico con los soldados ha sido muy importante. «Existen jóvenes que no comprenden en toda su dimensión algunas cuestiones; entonces es ahí donde les aclaras, enseñas y ayudas a entender muchas de las cosas que dominas».

«Te enfrentas a otras realidades, argumentó Yan Ly, La tropa es diversa y tienes que aconsejarlos o persuadirlos de algo. Y estoy convencida de que nos nutrimos mucho durante esos intercambios».

«Cuando terminemos esta intensa preparación combativa, precisó Yamila, continuaremos el servicio en otros frentes del MININT. Estaremos en Guardafronteras, la Escuela Nacional de Bomberos y en una Escuela de Formación Integral, entre otras instituciones del sector».

El caso de Milagros Baserio, Lizet Zamora y Liset Franco fue diferente. Estas tres muchachas pasaron la previa fuera de la provincia, en Pinar del Río. Ahí tuvieron que acostumbrarse, como ellas dicen, a la distancia, a las botas, al calor del uniforme, a los fuertes ejercicios tácticos. «Pero valió la pena», casi sostienen a coro.

«Creo que ha sido muy valiosa esta experiencia, consideró Lizet. Más allá de ese puñado inmenso de anécdotas que no nos caben en las maletas, tenemos una nueva perspectiva de la vida militar, de los combatientes».

«Nosotras, que ya concluimos la previa y estamos, Lizet en la Unidad de la Policía Especializada de La Habana Vieja y yo en la Unidad Provincial de Patrullas, comentó Milagros, nos sentimos parte de la dinámica de estas mujeres y hombres que luchan por mantener la tranquilidad y seguridad del pueblo».

«Pienso, opinó Lizet, que voy a sentir mucha nostalgia cuando termine. Como al fungir como políticas estamos diariamente en contacto directo con los combatientes, muchos de ellos hasta nos han pedido que no nos vayamos.

«Es muy curioso el grado de identificación que logramos con este trabajo. Yo tenía una imagen limitada de la labor de los miembros del MININT, y ahora me arriesgo a parecer pedante, pero no hay quien me haga un cuento.

«Por otro lado, y esto ha sido lo más significativo para nosotras, nos sentimos más fortalecidas para las tareas que nos asignen la UJC o el Partido. Estamos, definitivamente, en mejores condiciones para asumir nuevas responsabilidades

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