CIMAC.- El terrorismo de Estado, practicado por Washington contra Cuba desde el triunfo mismo de la Revolución en enero de 1959, marca a la mujer cubana de manera indeleble al convertirla en una de sus más sensibles víctimas, dice el Especial de Prensa latina Mujeres del Tercer Milenio.
Con un saldo de 55 muertes y más de 80 heridas, mujeres de todas las edades han sido blanco de la guerra sucia organizada, diseñada y financiada por la ultraderecha anticubana de Miami, con el visto bueno de las autoridades de la Casa Blanca.
Especialistas del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado recalcaron que el terrorismo no distingue sexos, por lo que las cubanas integran una larga lista de fallecidos o lesionados durante ataques piratas, sabotajes a instituciones económicas y sociales, y otros atentados.
Recordaron que durante la explosión del vapor francés La Coubre, el 4 de marzo de 1960, perdieron la vida 101 personas y más de 300 resultaron heridas, 15 de ellas mujeres, incluidas transeúntes y vecinas de la zona cercana al puerto de La Habana.
Fue esa una de las primeras acciones criminales del enemigo que conformaron el programa encubierto del gobierno norteamericano al inicio de la década de los 60, el cual promovió la contrarrevolución interna en las ciudades y el fomento de alzamientos armados en regiones rurales del país.
La invasión mercenaria a Playa Girón, el incendio provocado en la tienda El Encanto, los actos terroristas como parte de la Operación Mangosta para desestabilizar a la nación y las acciones de bandidos en las montañas del Escambray, cobraron la vida de numerosas mujeres.
Durante la década de los 70 del siglo pasado, al recrudecerse la escalada de agresiones terroristascontra representaciones cubanas en el exterior, las cubanas fueron un blanco de esa guerra sucia.
En la voladura de una aeronave civil en pleno vuelo el 6 de octubre de 1976, entre los 57 cubanos que perdieron la vida había 12 mujeres.
También murieron 32 durante la introducción clandestina en Cuba del virus del dengue hemorrágico en 1981, que afectó a más de 350 mil personas.
Significativo fue el atentado dinamitero a un edificio de colaboradores cubanos en Angola el 19 de abril de 1984, en el cual resultaron heridas 34 trabajadoras.
Mujeres como Fe del Valle, Adriana Corcho Calleja y las integrantes femeninas del equipo de esgrima y la tripulación del avión civil que estalló en el aire en 1976, son recordadas por los cubanos en cada una de sus respuestas ante agresiones enemigas.
Muchas han sido las madres, esposas e hijas que vieron enlutadas sus vidas y hogares, porque el terrorismo les arrancó a sus seres queridos en la flor de la vida.
En la mayoría de los casos, aún los asesinos y autores de las agresiones caminan libremente por las calles de Miami, con la anuencia de la justicia y el gobierno estadounidenses, como lo hacen los connotados terroristas de origen cubano Orlando Bosch y Luis Posada Carriles.
Víctimas de la violencia son también las madres, esposas e hijas de los cinco antiterroristas cubanos encarcelados en Estados Unidos, por cuyas injustas condenas ellas sufren, así como por la separación y la hostilidad de las autoridades norteamericanas en el tratamiento del caso.
Sobre ellas y sus familias se vierte hoy el odio obsesivo de la ultraderecha de Miami, que hace todo lo posible para cobrarle a ellos la resistencia de la Revolución y el pueblo cubanos, concluye el Especial de Prensa latina Mujeres del Tercer Milenio.