Doctora en Ciencias Patricia Arés Muzio, psicóloga y profesora titular y consultante de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana. Foto: Cubadebate.


Randy Alonso Falcón, Lisandra Fariñas Acosta, Ania Terrero - Cubadebate / Mesa Redonda.- El Código de las Familias, en su propóstito de proteger las diversas realidades familiares existentes en la Cuba de hoy, es un documento medular para la sociedad cubana del presente y el futuro.

El análisis de la versión No. 22 de anteproyecto de esta norma en consultas especializadas y a través de la recepción de las opiniones de la población, son elementos importantes para su posterior discusión como proyecto en la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Se prevé que 47 instituciones participen en el proceso de consulta especializada, el cual debe culminar el próximo 15 de octubre. Hasta la fecha, de acuerdo con el Ministerio de Justicia, han participado en dichas consultas la Organización Nacional de Bufetes Colectivos, el Ministerio de Justicia, la Cátedra del Adulto Mayor de la Universidad de La Habana, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, la Asociación Nacional de Economistas y Contadores, la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción, la Unión de Informáticos, el Ministerio de Educación, la Asociación cubana de Limitados Físico Motores, la Asociación Nacional de Sordos, la Asociación Nacional de Ciegos, el Centro de Estudios Demográficos de la UH, el Centro de Estudios de Población y Desarrollo de la ONEI, los CDR, la FEEM, el Centro Nacional de Educación Sexual, redes LGBTIQ+, la Sociedad cubana para el Estudio de la Sexualidad y la Facultad de Sociología de la UH.

Se sumarán otras instituciones asociadas al derecho, a los jóvenes, a los comunicadores, periodistas, sicólogos, la Central de Trabajadores de Cuba, la plataforma intereligiosa, la Fiscalía General de la República, los tribunales, pedagogos, entre otras áreas.

Se han recibido además en el sitio institucional del Ministerio de Justicia, 6 198 visitas a la propuesta del Código, 567 correos y de ellos 323 con opiniones favorables, 94 en contra, 38 con criterios, 20 que solicitan modificaciones, 58 que hacen consultas; y que son parte de las percepciones que enriquecerán el texto y de un proceso democrático de construcción de un Código que atañe a toda la ciudadanía.

Reconocidos especialistas de la psicología, la sociología y la demografía se acercan en la Mesa Redonda de este martes a interesantes aristas de la propuesta de Código de las Familias, que pueden ayudar a comprender la trascendencia y dimensión de este texto.

Cuba tiene una estructura, composición y dinámica demográfica diferente a la de 1975

Al intervenir en el espacio televisivo, el Máster en Ciencias Juan Carlos Alfonso Fraga, Vicejefe de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei), recordó que el Código vigente es de 1975: “tiene 46 años y solo 1.8 millones aproximadamente más de cubanos que en 1975”.

Pero—sostuvo— lo importante no es el incremento de este número, sino que demográficamente Cuba tiene otra estructura, otra composición y otra dinámica. “Ello es fundamental, porque se interrelaciona directamente con la formación de los hogares y de las familias que viven en estos”, dijo Alfonso Fraga.

“Cuba es un país con una estructura demográfica diferente a la de 1975.  Por ejemplo, se duplica la población de 60 años y más que había cuatro décadas atrás. Somos un país envejecido”, explicó el especialista.

Asimismo, la estructura por sexo y edad de la población cubana determina el ciclo de vida y su interrelación en las familias. “En estos momentos estamos en un ciclo de vida familiar tardío, lo cual está asociado a la acentuada disminución de la fecundidad en el país, desde hace 43 años”, remarcó.

No es un fenómeno actual, insistió el experto, sino que data de otro momento cuando las condiciones económicas, sociológicas, sicológicas, y las familias funcionaban de manera distinta a cómo funcionan hoy.

Alfonso Fraga explicó que en el año 1975, la fecundidad en Cuba—que es la variable que más actúa en el crecimiento de la población y por lo tanto en la formación de hogares y de familias— era de más de dos hijos por cada pareja, y por tanto crecíamos poblacionalmente.

Para 1978 esta variable era menor a dos, y el efecto a través de los años y la inercia de este proceso es lo que tenemos hoy: una población que decrece, en el último año de manera natural (fallecen más personas de las que nacen, aunque ello no está asociado solamente a la COVID-19, pues en nuestro país mueren cada año más de 100 000 personas), refirió.

“Tenemos una dinámica demográfica muy particular en el contexto del mundo desarrollado. Nuestros indicadores demográficos determinan un tipo de familia pequeña, con funcionalidades y estructuras diferentes. Para tener una idea, las últimas investigaciones dan cuenta que en el país hay alrededor de 3.8 millones de hogares o núcleos, con 3.2 millones de familias nucleares biológicas: mamá, papá, niño; cónyuges; familias monoparentales con uno de los cónyuges (fundamentalmente mujeres) y su descendencia... y lo que ha disminuido es la familia con hijos. Casi el 64% de los hogares en Cuba no tenían presencia en el Censo de Población y Viviendas del 2012, de niños de 0-14 años, cifra que se ha ido incrementando”, comentó el entrevistado.

Lo anterior, señaló, establece una dinámica demográfica y familiar muy sui géneris. Tenemos familias pequeñas, de alrededor de tres personas como promedio, con composiciones diferentes y con un incremento de las personas envejecidas.

“Conjuntamente con esa tendencia de familias pequeñas, se está incrementando también en el país el número de hogares unipersonales, que no son familias pues están compuestos por una sola persona. Estos representan alrededor del 18% de los hogares en Cuba”, destacó Alfonso Fraga.

Estas personas pueden o no pertenecer a una red familiar, nacional o trasnacional, agregó.

Patricia Arés: Las familias se parecen a su tiempo

“No hay dudas de que la familia cubana ha venido produciendo una serie de cambios: es diversa en sus estructuras, en su forma de organización, y lo más importante, ya no podemos hablar de un único modelo de familia”, señaló la Doctora en Ciencias Patricia Arés Muzio, psicóloga y profesora titular y consultante de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana.

Es imposible pensar, tanto en Cuba como en el mundo, en que hay una única forma de organización de la familia; pues una serie de eventos han transitado a lo largo de la historia. “Las familias se parecen a su tiempo, a su contexto social e histórico y estamos hablando de una familia atravesada por la migración, el aumento del divorcio, por la disminución de la fecundidad, el envejecimiento demográfico entre otros elementos”, señaló la prestigiosa sicóloga.

Todo ello, dijo, ha hecho unas formas de organización familiar donde “ese modelo tradicional de mamá, papá y nené para nada es una visión idealizada retrospectiva de familia, pero que no tiene siempre relación con las realidades que las familias están viviendo en la actualidad”.

De acuerdo con la profesora, para la sicología la familia es la unión de personas que comparten un proyecto vital de existencia que se quiere duradero, pero donde se desarrollan fuertes nexos de dependencia, de amor, solidaridad.

“De ahí que defendemos que mientras haya un hilo de amor hay familia. Por ejemplo, lo que un niño necesita es amor, y lo que realmente es importante es cómo esa familia cumple sus funciones. Este nuevo Código nos invita a repensar y redefinir las visiones que tenemos de la familia, pues aunque vivimos realidades tan diversas muchas veces tenemos una visión única de familia”, dijo Arés Muzio.

La sicóloga consideró que es esencial reforzar los lazos de amor y descentrar la idea de que la familia está sustentada en los códigos sanguíneos, donde se asume como la familia verdadera la que tiene vínculos de parentesco. “Los niños cubanos no utilizan para nada conceptos de familia que tengan que ver con estos modelos únicos. Cuando se le pide a un niño que pinte su familia, este dibuja a las personas que quiere, vivan o no bajo el mismo techo”, sostuvo la especialista.

En Cuba, insistió, la familia es una red familiar, hay sistemas multifamiliares donde las vidas de las personas discurren en más de una unidad familiar.

“Le puedes preguntar a una niña cómo es tu familia y decirte: de lunes a viernes estoy con mi abuela para ir a la escuela, un fin de semana estoy con mi mamá en su casa junto a su nuevo compañero y mi hermano y el otro fin de semana voy a casa de mi papá, su esposa y el hermano de mi hermano que no es mi hermano pero es como si lo fuese”, ejemplificó Arés Muzio.

O puedes escuchar: “mi mamá se casó con un señor que es mi papá del corazón”, y los niños te utilizan un lenguaje que básicamente tiene que ver con los afectos, con los nexos, con las personas que verdaderamente quieren, comentó.

De acuerdo con la profesora, en la literatura científica lamentablemente habla de familias incompletas si se distancian del modelo hegemónico,  o de las “intactas” como que son las buenas o de las familias de los “astros” por madrastras, padrastros, hermanastros; cuando realmente esta terminología no tiene sentido en el día de hoy cuando hablamos y defendemos los padres y madres afines.

“En el Código se le va dando visibilidad a todas estas realidades familiares. Vale rescatar algunas como la presencia de los abuelos. En el 64% de las familias cubanas está la presencia de un adulto mayor y la mayoría de estos desarrollan un rol de abuelo. Alrededor de 20 000 niños y niñas en Cuba viven solo con sus abuelos, pues los padres han emigrado, están de misiones o en otros trabajos. Por lo tanto, el abuelo es una figura a defender, a proteger, pues a veces este ha quedado en un limbo jurídico, los padres no están y tienen que tomar decisiones de procederes médicos y otras necesidades y sin embargo no puede hacerlo porque no tiene protección”, explicó Arés Muzio.

Esta realidad, sostuvo, visibiliza realidades familiares que antes no teníamos. Ya en los años 90, explicó, la familia cubana distaba del modelo de familia propuesto en el Código de 1975, que entonces era una norma de avanzada.

“Necesitamos romper otro esquema: ese que concibe la familia como unión, armonía, nadie falla, remanso de paz, porque no es así. La familia es un espacio desigual de poder, gestora de prácticas opresivas en muchos casos que hay que proteger, porque las familias son también gestoras de violencia. Hablamos hoy de derechos de los niños, abuelos, discapacitados; pero cuando estos derechos entran a interactuar en una misma familia, esta necesita de negociación adecuada para que esos derechos sean verdaderamente protegidos”, afirmó la experta.

Ahí, agregó, está entonces este Código que puede darle protección o contención a esa intergeneracionalidad que hoy tenemos, donde en una misma familia conviven hasta cuatro generaciones, donde se trata de una familia básicamente matricéntrica. Entre las familias monoparentales y las biparentales, la presencia mayor del vínculo en un niño es la madre. De ahí que hay que buscar la responsabilidad compartida con el padre, rescatar la fortaleza de esa paternidad, de las tenencias compartidas para que ese divorcio no deje a la madre en una situación de sobrecarga, consideró.

Un Código por la inclusión, el respeto y el reconocimiento de derechos

La Doctora Niuva Avila Vargas, Socióloga y profesora auxiliar del departamento de Sociología de la Universidad de La Habana remarcó que todas las investigaciones, censos, anuarios están dando cuenta de que hay cambios en las familias cubanas en cuanto a estructura, tamaños, funcionalidad e incluso en cuanto al concepto que conocemos de familia como consanguínea.

Nos estamos acercando a un concepto más amplio de familia donde comienzan a integrar nuestra familia aquellas personas que por un vínculo afectivo, consideramos como tal.

“Muchas veces funcionan más en las redes familiares esas uniones afectivas, que las consanguíneas. El Código recoge estas nuevas transformaciones que nos ayudarán a crear un marco de protección para estas nuevas realidades”, dijo.

Señaló que la norma también recoge los ajustes y estrategias familiares que se establecen en los hogares. Es un Código que habla de la inclusión, el respeto y el reconocimiento del derecho de todas las personas, incluso en los roles que están desempeñando.

Habla de los niños, las niñas, los adolescentes, del rol de la mujer en el hogar, el reconocimiento al trabajo doméstico no remunerado y las posibilidades que se le da a esa mujer que no recibe un salario por ese trabajo, tan importante para la reproducción familiar, explicó.

La socióloga señaló que ese valor que se le da a la sobrecarga que tienen las mujeres dentro del hogar es un elemento importante como también lo es la posibilidad, según la edad, las capacidades que tengan los menores, de que estos intervengan en la toma de decisiones de los fenómenos que les atañen, ya sea un divorcio u otros elementos relacionados con la familia.

Subrayó cómo el texto visibiliza la violencia patrimonial, un fenómeno presente en los hogares cubanos. “Creo que es un código que no solo tiene en cuenta el género sino también el tema generacional, ganancias que se tienen respecto al otro código, y teniendo en cuenta que en estos 40 años la familia cubana se ha movido hacia una familia diferente, incluyendo las familias trasnacionales”.

Al referirse a la consulta especializada de la normativa en la Facultad de Sociología, destacó dos ideas fundamentales: una tiene que ver con la divulgación del código y la otra con el tema de género.

El Código es un marco regulatorio que debe tener ciertos tecnicismos, una forma de expresarse acorde a lo jurídico, dijo. "Pero sería importante encontrar maneras de hacer llegar a toda la población derechos que están en él y quizás no se tiene el conocimiento de que existen".

En eso radica la riqueza de este Código, puntualizó. "Todos estamos reconocidos en él de alguna manera porque somos hijos, padres, hermanos, cónyuges… Existe una gama tan amplia de fenómenos y de momentos familiares recogidos allí, que desde la comunicación hay que llegar a los diversos sectores”. 

Con respecto al tema de género, precisó lo referido al tema del matrimonio y la edad en que se contrae.

Finalmente, reconoció la labor de muchos años de "un equipo importante de juristas en principio, pero también otros especialistas que redactaron el Código que hoy tenemos, muy adelantado a nivel mundial, pero que refleja la realidad de nuestros hogares".

Niños y adultos mayores, ejes prioritarios de la nueva normativa

En otro momento de la Mesa Redonda, el M.Sc. Juan Carlos Alfonso Fraga, Vicejefe de la Oficina Nacional de Estadística e Información, comentó que Cuba presenta un 21,3 % de personas con 60 años o más. “Al cerrar este año, debemos estar en un 21,7 % o un 21,8 %”.

No obstante, dijo, lo importante no es la cifra exacta, “sino que representa casi un quinto de la población cubana”.

Precisó que en el país se trabaja con el límite de 60 años ya que es una edad marcada a nivel internacional. “Otros países toman 65, pero nosotros nos guiamos con lo acordado en la última conferencia mundial sobre envejecimiento”.

Es interesante, valoró, porque una persona de 60 años sigue siendo joven, por decirlo de alguna manera, con muchas posibilidades de desarrollo en nuestro país.

En la práctica, en los próximos siete u ocho años llegaremos a casi un 30%, un tercio de la población en este grupo etario. “Ya son palabras mayores: tendremos cuarenta y tantos años de edad promedio. Vamos a funcionar de una manera diferente y eso tiene impacto en todos los sectores de la sociedad: la seguridad y la asistencia social, la salud pública, los recursos laborales y sobre todo, la familia”.

En ese contexto, los diez capítulos del nuevo Código de las Familias dejan muy clara la presencia del adulto mayor. Está muy desarrollado ese tema, al igual que lo referente a los niños.

“Por ejemplo, las investigaciones revelan que el 50,5 % de los niños no viven con ambos padres. Es decir, conviven con uno solo, en una familia reconstituida, con los abuelos o con otros parientes. Ese es un dato importante a tener en cuenta”.

Además, agregó, desde el año 2010 en Cuba hay más personas mayores de 60 años que de 0 a 14. Hay que analizar qué relaciones intergeneracionales se establecerán, cómo vamos a funcionar cuando esas personas crezcan y tengan que atender a los adultos mayores.

“Siempre digo que, cuando yo era niño, éramos muchos nietos para pocos abuelos. Había mayor mortalidad y una fecundidad más alta. Ahora es al revés, hay muchos abuelos y pocos nietos. Eso establece dinámicas diferentes que hay que atender y que están reflejadas en el Código”, destacó.

El vicejefe de la Oficina Nacional de Estadística e Información constató otras dos cuestiones importantes: las relativas a la evolución de nuestras familias y las que tienen que ver con la presencia de la mujer.

Nuestros estudios constatan un incremento de la jefatura de las mujeres en nuestros hogares. Suelen ser familias monoparentales, de mujeres divorciadas, viudas, madres solteras; pero no es así en todos los casos. En otras es reconocida por la familia”.

En paralelo, llamó la atención, en los adultos mayores la sobrevivencia de la mujer es mayor. Es decir, casi siempre la mujer vive más y es necesario analizar cómo se comportan todas estas dinámicas en la actualidad.

“Estamos estimando que el 45 % de los hogares cubanos tienen al menos un adulto mayor. Hay composiciones de un 18-20 % de hogares en que hay dos adultos mayores solos. Todo eso está reflejado en el Código. No por gusto en sus páginas iniciales se habla de un pluralismo familiar que convive en nuestra sociedad”.

Agregó que es un documento contundente por su coherencia: da derecho a los que no tienen y mantiene los de aquellos que ya poseemos. “No se puede ceñir a un único aspecto, son diez títulos. Hay de todo allí: la reproducción asistida, la acogida… Presenta una integralidad que le supondrá un impacto similar al de 1975, un código de vanguardia en el contexto internacional”.

Alfonso Fraga destacó el hecho de que se llame Código de las Familias, porque incluye las dinámicas consecuentes de migraciones, divorcios, baja fecundidad, diferencias territoriales, diferenciales por grupos sociales, entre otras circunstancias.

“Durante la consulta especializada en que participé, comentaba que tenemos que articular estrategias de difusión y divulgación, pero también, desde la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, una encuesta sobre las familias e indagar cómo va a hacer la aplicación de este código y su impacto en los diversos hogares”, apuntó.

Niuva Ávila: El Código busca la democratización de las relaciones familiares

En el Código de las Familias se reconoce el bien superior que tienen los niños, niñas y adolescentes”, aseguró la Dra. Niuva Ávila Vargas.

Remarcó la protección que establece el documento al definir ambientes digitales sanos, en coherencia con el contexto y la actualidad que reflejan sus páginas. “Las familias, como cuidadoras de esos niños y niñas, tienen la obligación de velar por todo lo que están consumiendo en las redes digitales”.

Además, el Código incluye entre las posibilidades de los régimen de comunicación aquellas que se establecen a través de los entornos digitales. “En familias transnacionales ese es el vehículo más efectivo de comunicación. Incluso, cuando se habla del régimen de comunicación con los padres que están divorciados o con los abuelos que no conviven con el niño, también se habla de los medios digitales en los que, por supuesto, deben tener más protección”.

Ávila Vargas también se refirió a la flexibilización de la adopción como otro asunto a destacar en el documento. “Durante muchos años las investigaciones han hablado de la importancia de mirar el fenómeno de la adopción en Cuba, sus trámites, si implica protección para la familia o para los niños”.

“Ahora se propone una mirada que facilita y posibilita la adopción no sólo de cara a aquellas familias que no pudieron tener hijos o quieren otro, sino y principalmente de cara a ese infante que está a la guarda y cuidado del Estado, sus necesidades de protección, de vivir en un ambiente familiar”.

El nuevo Código permitirá que más familias puedan apoyar a esos niños y que ellos puedan encontrar el entorno familiar que necesitan, resumió.

Además, la normativa avanza en temas de gestación solidaria, técnicas asistidas de reproducción y derechos reproductivos en general. “Se le dan a aquellas familias que no han podido tener hijos o quieren tenerlo de otras maneras”.

En el caso de los adultos mayores -y no exclusivo a ellos- está el tema de los cuidados. La profesora de la Universidad de La Habana refirió la situación ancianos que viven solos o con otras personas en ese grupo etario, de adultos mayores que están siendo cuidadores de otros.

“Desde hace algunos años, el cuidado está siendo referente en las investigaciones. Hay una Red Nacional de Cuidados, se vuelve más visible en los medios de comunicación, en las investigaciones y en la literatura… Porque vivimos en un país envejecido, pero no solo cuidamos a los adultos mayores. Estamos hablando de mujeres que tienen que cuidar a sus hijos, a familiares enfermos”, amplió.

De alguna manera, dijo, el Código protege a las mujeres que están siendo cuidadoras, a las tuvieron que dejar su trabajo, tiene que atender el hogar y al resto de sus miembros hasta dejar en segundo plano su propio cuidado.

“El documento reconoce que esas personas tienen necesidades y deben protegerse a sí mismas y lo regula”.

La nueva normativa supone un reflejo de la democratización de las relaciones familiares y uno de los casos es el tema infantil, puntualizó. “Da la posibilidad de que los niños sean reconocidos como parte de una decisión y como parte importante de la familia”.

Además, detalla sus necesidades de afecto, identidad, protección, desarrollo, educación y recreación.

Un reflejo de lo que tenemos y también de lo que queremos

Para la psicóloga Patricia Arés Muzio, el Código invita a mirar desde otra perspectiva las concepciones que tenemos de la niñez y la infancia como sinónimos de inocencia, ignorancia y dependencia: “donde los hijos son potestad o propiedad de los padres, donde la terminología usada -como patria potestad- es bastante dominante”.

En una realidad como la cubana, donde los niños son protagonistas, donde tienen tanta participación en la vida social, donde desarrollan responsabilidades sociales en las organizaciones juveniles, es muy difícil que sean objeto de decisiones. Tienen que convertirse en sujetos de derechos.

En ese sentido, dijo, el Código está invitando a que ese niño sea sujeto de derechos, tenga el derecho a ser escuchado. “Hay muchas realidades en que el niño queda atrapado en medio de divorcios difíciles y él quisiera pronunciarse, situaciones familiares donde el niño tiene criterio y es necesario escucharlo. Esto debe suceder acorde al principio de la Convención Internacional de los Niños de autonomía progresiva y derecho a tomar decisiones que competen con su vida, de acuerdo a su madurez”.

Eso supone un avance importantísimo, una concepción diferente de la infancia que creo que está propuesta en la letra y el espíritu del Código, reconoció.

“En un contexto en que estamos hablando de la muerte de la inocencia infantil, donde los niños están consumiendo tanta información y se acercan a la violencia, a la sexualidad, debemos referirnos a otro tipo de infancia: necesitamos padres nuevos para hijos nuevos”, aseguró la experta.

Al referirse al tratamiento de los adultos mayores, señaló que se tienen en cuenta dos momentos de esta etapa: el adulto mayor funcional a la familia, que sostiene, que cuida a los nietos y el adulto mayor dependiente, donde se pueden dar muchas situaciones, desde abusos patrimoniales hasta desalojos.

“El Código visibiliza y protege toda una serie de realidades nuevas, en relación con este tipo de adulto mayor dependiente que necesita de un cuidado. Dicho sea paso, en la familia cubana la cuidadora casi siempre es mujer”, señaló.

Arés Muzio destacó que el Código no es solo legal, sino también pedagógico. “Nos ofrece una pedagogía y psicología de la familia, una visión diferente de ella, y eso ayudará a la sociedad cubana a tener un avance y una perspectiva diferente en relación con esta materia”.

Al respecto, Juan Carlos Alfonso confirmó que refleja totalmente las variables demográficas. “Basta con mirar los títulos: la mediación, la violencia familiar, el matrimonio, la unión de hecho, las relaciones parentales, las personas adultas mayores y las discapacitadas. Es decir, todo eso está en el entorno socio-demográfico de nuestra realidad y estará en lo que suceda en las próximas décadas”.

Para la Dra. Niuva Ávila Vargas, se parece a la sociedad cubana de hoy. “Remarca la corresponsabilidad de hombres y mujeres al interior de la familia, en tanto aboga por ella. Es reflejo de lo que tenemos y también de a lo que queremos acercarnos”.

Además, tiene perfecta coherencia con las aspiraciones de las ciencias psicológicas de que la familia sea amor, afecto y que promueva el desarrollo pleno de la personalidad y la dignidad humana, dijo la psicóloga Arés Muzio.

“Es un Código que pone en el pedestal de la ley la solidaridad, el amor, la dignidad, el respeto y está a la altura de la sociedad cubana”, resumió.

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