Porque el muchacho, y que me perdone la irreverencia por llamarlo coloquialmente (aunque más irreverente es su obsesiva labor de odio irracional), no solamente pide bloqueo y medidas que ahoguen a quienes viven en la Isla, sino también pretende maltratar a los cubanos que viven en Los Estados Unidos de América.
Este muchacho estudió en Tallahassee y fue compañero de Marco Rubio, mientras ambos asistían a la Universidad y cursaban las asignaturas de abogacía. Cuentan que vivían en el mismo apartamento, compartiendo la renta, cosa habitual entre los estudiantes. Eran compañeros de cuarto. Suponían ser muchachos normales, de buena voluntad, con sentido humano por las cosas. Pero bueno, la vida es cambiante y llega el momento que las realidades no son como creíamos.
Marco Rubio ha querido separarse en lo posible del Representante Rivera, porque éste ha tenido algunos manejos al parecer turbios en sus campañas electorales y eso no aún no está claro. Rubio quien es el “muchacho de oro” del establishment republicano, un posible candidato a la Presidencia del Coloso del Norte, ha hecho bien en mantener distancia, porque si fuera cierto que Rubio sucumbió a unos de los tantos juegos letrinosos de la política electorera, sostener una relación demasiado cercana lo haría lucir deplorable si la letrina se desborda un día de estos. Ustedes saben que tanto va el cántaro a la fuente hasta que se rompe.
Rivera pretendió insistentemente que la las personas que se acogen a la Ley de Ajuste cubano, no están autorizados a viajar a visitar sus familiares en Cuba por un período de cinco años. Para apoyar su propuesta, el Representante alega que quienes se acogen al Ajuste, es porque suponen ser perseguidos políticos en Cuba. Curiosamente quienes debían prohibirle entonces la entrada a esas personas sería el gobierno cubano. Pero este no es el caso. Quien quiere prohibir la entrada de esos cubanos a Cuba es el demócrata Rivera, un muchacho que se arrimó al Partido Republicano como lo hubiera hecho al partido verde, al colorado o a cualquiera que le brindara la infusión de dólares que le permitiese llegar. Porque aquí el problema es llegar, lo cual nada tiene que ver con los procedimientos empleados.
De paso sería bueno aclarar, que la Ley de Ajuste Cubano se establece para solucionar el estatus migratorios de miles de cubanos que el Departamento de Estado permitió ingresar al país con miras a desestabilizar al gobierno de la Isla. La aplicación de política semejante suponía derrotar en breve al gobierno, porque de acuerdo al estereotipo de la época, Cuba no podría resistir la furia del Norte estando ubicada a tan solo “noventa millas de sus costas”. Hace 53 años que el Estado cubano se zafó de la tutela estadounidense, resistiendo las agresiones.
Al no poder lidiar con un número enorme de indocumentados, inventaron la Ley de Ajuste, la cual daba la residencia casi automáticamente a cuanto cubano llegara al territorio estadounidense, pero nada tiene que ver con su condición política.
En estos días Rivera anda por las emisoras de radio de Miami con otra idea genial para perjudicar a los cubanos. Rivera introdujo una cláusula en una ley de gastos de defensa que fue aprobada en Mayo. Esto es un procedimiento tramposo que es legal en un Congreso que está lleno de trampas como estas y otras. En ese gran paquete de gastos, donde hay miles de incidentales, Rivera introduce un acápite que prohibiría a cualquier compañía que obtenga un contrato con el Departamento de Defensa, mostrar que no hace negocios con Cuba. Como existen tantos asuntos importantes en esos enormes paquetes de propuestas al Congreso, la mayoría de los Congresistas no se fija en minucias como estas y simplemente firman sin saber qué firman, aunque digan lo contrario y algunos hasta pierden el tiempo argumentando que sí saben lo que firman.
Por supuesto la propuesta de Rivera no es solamente reflejo de ese capricho obsesivo contra los cubanos, sino que va dirigida a la compañía española Repsol, a proveedores alimenticios como ADM, Tyson, Perdue, Cargill, a la gigante naviera Crowley, a la líder de las compañías constructoras brasileñas Odebrecht y a otras.
No ampliaremos sobre el tema. Rivera dice que la idea es para sacar del juego a las compañías extranjeras y los contratos sean dados a compañías estadounidenses. Sería bueno que haga lo mismo con China y traiga las compañías estadounidenses que se han ido para aquel país. No creo que lo haga, porque el muchacho tiene problemas obsesivos, pero no está loco.
La idea de Rivera es que en Cuba la gente pase trabajo, tenga dificultades, se le dificulte el acceso a la salud, a la comida, en fin que la vida se les convierta en un yogur, en un limón, en ácido muriático, en algo bien malo. Es una vieja idea que no ha funcionado, pero que se sustenta en la teoría física de la caldera de presión. El objetivo es hacer que la caldera reviente.
Como pueden ver es una idea “muy humanitaria” que persigue que la gente se mate a palos y pedradas, en lugar de buscar avenidas de diálogo a las cuales el gobierno cubano ha estado abierto desde hace muchos años.
Este muchacho sin dudas tiene un problema, que no creo haya sido totalmente heredado de padres disgustados con las arbitrariedades que sucedieron en Cuba en los 15 primeros años de un proceso revolucionario, que si bien no sabía cómo conducir sus pasos, no tenía dudas que estaba bajo estado de sitio, rodeado del arsenal letal de Los Estados Unidos de América.
Los embargos y los bloqueos siempre son malos y contienen una gran dosis de injerencia. Ni siquiera el Bloqueo a Sudáfrica en épocas del Apartheid consideramos que pueda ser justificado.
Por cierto que aquel Bloqueo fue determinado por la ONU para contener el genocidio del gobierno blanco sudafricano, mientras que el Bloqueo instrumentado contra Cuba y alentado por muchachos como Rivera y los camajanes que le dan consejos, está diseñado para provocar un genocidio.
Son dos Bloqueos diametralmente opuestos en cuanto a sus objetivos: el de Sudáfrica fue para evitar el baño de sangre y el de Cuba se propone crearlo. Valore usted la moralidad de uno y otro.
Los problemas de genocidio se deben resolver con la intervención directa de fuerzas conjuntas de los países que conforman estados de relativa estabilidad, que son los que hoy conocemos. No podemos esperar por aquellos de estabilidad plena, porque en realidad no hay ninguno.
Este muchacho, y de nuevo que perdone la irreverencia, el Representante David Rivera, debía ir al médico en estos “tiempos de cólera”. Digo esto para estar a tono con el escándalo formado por El Nuevo Herald y las emisoras satélites que le hacen la comparsa, con el brote de dicha enfermedad en Cuba, felizmente controlada en estos momentos.
Viéndolo actuar (seguimos hablando de David Rivera), pensamos que pudiera estar contagiado. Pero no con ese pequeño brote de cólera que acaba de ocurrir en Cuba, sino con la cólera contrarrevolucionaria, conservadora, fascistoide, que brotó hace cincuenta años en algunas personas que llevan odio y revancha en las venas en lugar de sangre, cuando la mayoría de los cubanos tomó la decisión de no admitir nunca jamás, la presencia de Los Estados Unidos de América en sus asunto internos.
Realmente David Rivera debía ver al médico, al brujo, al babalao al chamán o a quien se le ocurra. Pero que lo haga con urgencia, porque como decía el Profesor Amalio Fiallo, parece que este muchacho solamente tiene “un pequeñísimo defecto” que visto de cerca, descubrimos que “le abarca todo el cuerpo”.
*Lorenzo Gonzalo periodista cubano residente en EE.UU. Subdirector de Radio Miami
Fuente: Martianos-Hermes-Cubainformación-Cubasolidaridad
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