Por Andrés Gómez*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- En Caracas se le rinde tributo a los restos mortales de Hugo Chávez, presidente de la República Bolivariana de Venezuela y máximo dirigente de un extraordinario e inédito proceso revolucionario. Si bien la Revolución cubana marca un hito histórico fundamental en los procesos de liberación de los pueblos de la América Latina y del resto del Tercer Mundo, al cambiar durante las últimas décadas los contextos nacionales y el internacional, el proceso revolucionario venezolano devino en el acontecimiento histórico vital en el desarrollo actual de esos procesos de liberación.


Es verdaderamente increíble cómo ha sido posible el desarrollo del proceso revolucionario en Venezuela durante los últimos 15 años. Venezuela era la joya más preciada del imperialismo en la América Latina. Conjugaba los dos pilares principales para la política imperial: las inmensas reservas petroleras de ese país y la careta de un sistema pluralista y democrático. Aquella llamada izquierda democrática venezolana tenía todas las de ganar en aquellas circunstancias en contra de la alternativa presentada por la Revolución cubana.

Pero en un poco más de veinte años, debido a su propia naturaleza, aquel paradigma de desarrollo integral especialmente para los demás pueblos de la América Latina y el Caribe devino en absoluta catástrofe. Aquel Estado de inmensas riquezas, aquel sistema, el supuesto ejemplo de desarrollo para el resto de Nuestra América, culminó en una pesadilla de desmesurada corrupción e insostenibles iniquidades.

En aquel caos, antaño caldo de cultivo para que se apoderaran del poder brutales dictaduras militares, surgió del mismo ejército venezolano una alternativa justa, radical, favoreciendo a los sectores marginados de esa sociedad, la cual en corto tiempo se convirtió en vanguardia revolucionaria, y al frente de ésta su líder indiscutible: el Comandante, Teniente Coronel, Hugo Chávez, como fraternalmente lo llamara Fidel, en emocionante acto en diciembre de 1994 en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, durante el primer viaje de Chávez a Cuba, cuando ya fuera recibido en La Habana con honores de Jefe de Estado.

¿Quiénes entre nosotros, mortales comunes, podríamos haber sospechado el vertiginoso desarrollo del proceso revolucionario que en Venezuela recién comenzaba a finales de la década de los 90 del siglo anterior?

Fue Chávez, con una capacidad ciclópea para aprender y discernir, con su conocimiento intuitivo del pueblo venezolano, especialmente de los marginados- los que jamás habían contando para nada durante el régimen anterior-, por su personalidad tan única, irrepetible, el que indiscutiblemente pudo crear una dirección revolucionaria, forjar su unidad política, y hacer posible la Revolución Bolivariana.

Yo no creía posible lo que es enseñanza esencial de ese magno proceso revolucionario: que a pesar de todas las maquinaciones, planes, campañas y operativos subversivos de sus formidables enemigos nacionales y extranjeros, a pesar de la mentalidad neocolonial de muchos de sus conciudadanos, producto de siglos de implantación cotidiana de valores sociales, culturales y políticos, a pesar de todos los pesares, el pueblo venezolano, dirigido por su Comandante, podría desarrollar su proceso revolucionario cohabitando en muchas esferas del poder con su enemigo de clase, y lo que es más extraordinario aún, participar en elecciones políticas pluripartidistas, con todas las garantías que exige la contrarrevolución, y salir triunfante de éstas.

No menos de catorce elecciones nacionales en quince años, entre elecciones presidenciales, parlamentarias, regionales, municipales y diversos referendos. Eso era históricamente inédito.

Digo era, porque en estos nuevos tiempos por ese camino también transitan los procesos revolucionarios de los pueblos de Bolivia y Ecuador.

Aunque en todo proceso revolucionario siempre hay y habrá infinidad de cosas por hacer y mejorar, hoy en Venezuela cuantiosa es la obra revolucionaria que queda por hacer. Ahora el resto de ese camino le corresponde asumirlo en pleno al pueblo revolucionario venezolano y a su dirección revolucionaria.

Su Maestro ha muerto pero sus enseñanzas los continuarán guiando. Sólo hay que ser fieles a ellas.

*Andrés Gómez periodista cubano residente en EE.UU. Director de Areítodigital.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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