Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- La vida ha probado que la economía funciona prósperamente cuando se le deja accionar de acuerdo a los mecanismos creados por ella misma en el curso de su desarrollo.


También la vida ha probado que esa economía, no otra sino la misma, abandonada a ese criterio ha sido secuestrada por los sectores que mayor beneficio reciben de ella.

Esto último ha sido la constante desde el establecimiento de las repúblicas de nuevo tipo surgidas a partir del salto económico que permitió la introducción de nuevas tecnologías, descubrimientos científicos y divisiones de las funciones laborales.

Como resultado de este control sectorial contrapuesto a una dirección social, el beneficio económico de las mayorías se perjudica a niveles extraordinarios.

Así lo demuestran estudios tras estudios a lo largo de décadas, desde que la sistematización estadística fue descubierta y su instrumentación empleada para conocer diversos resultados del proceso productivo, social y también político.

De acuerdo al Economic Policy Institute el ingreso del uno por ciento de la población con mayor acumulación de riqueza ha crecido 8.2% desde el 2009 mientras que el ingreso del 99% restante ha disminuido 1.2%. O sea la participación en los beneficios del crecimiento económico del 99% de la población ha disminuido.

Durante este período la economía ha crecido poco en comparación a otros años en Estados Unidos, pero eso no significa que haya dejado de crecer, a excepción de las contracciones sufridas entre el 2006 y el 2008.

Desde el 2009 las corporaciones hay aumentado sus ganancias un 60%, mientras, tal y como acabamos de señalar, el ingreso del 99% ha disminuido y el del 1% ha crecido desmesuradamente.

O sea la tendencia al desarrollo asimétrico en la distribución de la riqueza continúa. Mientras los menos reciben más, las mayorías reciben menos.

Por esa facilidad que los seres humanos tenemos para torcer las realidades, las personas beneficiadas con esa tendencia y aquellos que aspiran a ser parte de la misma, aunque la mayoría muera sin haber participado de ese beneficio jamás, dicen que esos resultados responden a aun proceso natural.

En realidad lo natural de la economía es la sucesión de fenómenos, que son factibles por la participación de todos los componentes del conglomerado humano, de todos los seres que integramos la sociedad. Las realidades, contempladas sin prejuicios y haciendo un pequeño esfuerzo para no ver el mundo a partir de los beneficios propios, sino en su conjunto, nos dicen que lo natural está integrado por muchos factores y en el caso particular de la economía, es una consecuencia de la participación de todos los actores de la sociedad, llámense clases, sectores o como finalmente acuerde la ciencia en definir las partes de ese inmenso collage del conglomerado humano.

Administrar la economía sin violentar sus regulaciones, posibilita su crecimiento. Con cuánta velocidad puede desarrollarse o crecer es otra cuestión y no es parte de nuestro enfoque de hoy, ni se conoce con certeza cómo eso podría administrarse.

Pero lo cierto es que cuando quienes administran el proceso económico, contravienen la esencia de esas regulaciones, ocurren desastres enormes.

El uno por ciento de la población y un poco más, bastante más para no exagerar y no dejarnos llevar solamente por la estadística distributiva estadounidense que hemos mencionado, administra bastante bien ese proceso y cuando se le va mano, como se dice en buen criollo, por el espíritu individual del cual se ha impregnado en su devenir, ocurren desastres como el de la última crisis que conocemos.

Quienes defendemos la otra cara de la política económica o sea quienes sabemos, por su evidencia, que la misma es consecuencia de la participación de todos los factores integrantes del medio y que son ellos los que contribuyen a mover el proceso hacia adelante, pensamos que una política enfocada colectivamente pudiera consecuentemente desencadenar un mayor desarrollo y acelerar el crecimiento.

Esta visión fue planteada hace más de cien años y hasta los días de hoy los hechos la han confirmado, a pesar de que el ser humano no ha podido crear una superestructura política, capaz de conjugar ese conjunto de factores que integran la vida social y la actividad productiva. Decimos que dicha tendencia ha sido confirmada por los hechos, porque las interrupciones cíclicas con desastrosas consecuencias para la mayoría porcentual, así lo indican.

El respeto a las regulaciones naturales de la economía es de tal importancia, que cuando en el proceso de inventar un nuevo Estado, la Unión Soviética y el resto de los países llamados socialistas, intentaron violarlas más allá de ciertos límites esenciales a su funcionamiento, el andamiaje productivo se desplomó.

A China no la menciono porque no creo que es el mejor ejemplo y considero que exagera las violaciones que precisamente adjudicamos a los dueños, empresarios y financistas de hoy.

Sin embargo Cuba parece afanarse en esa dirección sin contravenir elementos tales como la equidad, limitando al mismo tiempo la desigualdad exagerada que ha surgido como consecuencia de prácticas que solamente serán borradas con el tiempo si resultan efectivos métodos de administración de un mayor sentido colectivo.

No creo que podamos hablar de un mundo mejor hasta que no nos impongamos la tarea de analizar estas cosas y desprejuiciadamente aplicarlas con tino y ponderación

Si la economía estadounidense progresa, el confort aumenta y una mayoría de población participa de comodidades materiales no imaginadas hace cincuenta años, en medio de un proceso que permite a un uno por ciento acumular riquezas al ritmo de la decena porcentual, mientras proporcionalmente desciende ese crecimiento en el 99%, estamos seguros que una política orientada socialmente desencadenaría un fenómeno mucho más vertiginoso. Limitándonos exclusivamente al manido argumento de la demanda y la oferta, es de pensar que un aumento de la demanda dentro de ese 99% siempre perjudicado, desencadenaría un mayor auge productivo y concentraría más la producción en áreas de mayor necesidad.

Por supuesto en el caso de Estados Unidos hay otros factores que irremediablemente deberán resolverse para hacer posible la paz mundial y el crecimiento sostenible de todos. Sin corregir políticas y prácticas económicas que perjudican a la mayoría de las naciones, la humanidad no podrá obtener beneficios.

En esto hay mucho por donde cortar y cada vez que tengamos una oportunidad es bueno resaltar que el crecimiento, en esta economía que nos muestran a diario, no significa crecimiento social y mucho menos justicia social.

Esto es, en resumen, cómo lo pienso yo y cómo lo veo.

Lo escribo para deleite de quienes entienden, para los que no quieren entender y para aquellos que nunca entenderán.

*Lorenzo Gonzalo periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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