Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- La prensa de Miami, como toda prensa oficial, recurre a las consignas como táctica para desinformar y confundir, pero actualmente está presenciando la transmutación de sus estribillos y slogan. En este contexto, hemos visto la transición de un discurso que acostumbra hacer interminables referencias a la “Dictadura de los Castro”, a un encumbramiento sistemático de ciertos héroes de papel.


El surgimiento de un proceso revolucionario en Cuba que abrazó la teoría del socialismo, se adhirió más tarde, por circunstancias aún obscuras, al criterio soviético respecto a la organización del Estado y tuvo que enfrentar la furia de un vecino que evaluaba al Hemisferio más por el cumplimiento de sus órdenes que por la práctica humanística de sus propósitos, contribuyó al surgimiento de esquemas y consigna en ambos orillas del Estrecho de la Florida.

El gobierno de La Habana fue acuñado en Miami como la “Dictadura de los Castro”. Estados Unidos de América fue bautizado como “el imperialismo”. Ambos términos esconden realidades capaces de distanciar, aun a los más estudiosos, de los criterios de certeza y especialmente de la categoría de verdad.

El tiempo fue borrando las características dictatoriales de un proceso que el propio líder de la Revolución tildó en su momento de “Dictadura del Proletariado”, haciéndose eco de dudosos esquemas aplicados con ligereza desde los mismos comienzos de la llamada Revolución Bolchevique en la Rusia de los zares.

La diferencia entre la Cuba de aquella época y el presente, es la flexibilidad social y la tolerancia política.

En la medida que la agresividad militarizada de Washington en contra de Cuba, ante las presiones internacionales no ha tenido más remedio que concentrar sus esfuerzos, exclusivamente en su vieja estrategia de presiones diplomáticas y desinformación periodística, con el objetivo de distorsionar las realidades de la Isla, el gobierno cubano ha podido desentenderse un poco de la represión militar y como consecuencia, el Estado cubano también ha cedido sutilmente en la represión social.

La respuesta de Washington ante estas nuevas realidades no se ha hecho esperar y el Departamento de Estado ha concentrado sus recursos en favorecer a determinadas personas que dicen estar en desacuerdo con el Estado cubano y por lo tanto claman por un cambio de Poder.

Como bien dice el refrán, “siempre aparece un roto para un descocido” y para hacerle honor al mismo, algunos avispados sin más banderas que las Leyendas del Dorado que les llegan del Norte, entre los numerosos aunque no mayoritarios cubanos que desdicen del gobierno, han aparecido quienes buscan su carta de presentación internacional y un adecuado financiamiento que profesionalice sus labores y sobre todo hagan más placenteros sus estilos de vida.

Hace veinticinco años, en medio de la agresión militar permanente estadounidense, ninguna de estas personas, que en realidad claman por el derrocamiento del gobierno y no por el legítimo derecho de ser contraparte administrativa de un Estado que no entienden, con raras excepciones, no se hubieran atrevido a convertirse en voceros de un movimiento que en Cuba, hasta hoy, no tiene aceptación popular.

Hay dos posiciones esencialmente diferentes en el mundo social y político de las naciones. Uno es la oposición a la administración del Estado y otra su descalificación.

El primero implica ser parte del Poder, o sea de las fuerzas que impulsan determinado tipo de práctica política, materializada en un tipo de Estado, mientras el otro clama por un Poder diferente, que por definición debe materializarse en otro tipo de Estado.

Esto nos lleva a plantear que en todo medio hay opositores del gobierno, lo cual implica partes pertenecientes a un mismo Poder, como es el caso del Partido Republicano y el Demócrata en Estados Unidos, pero también en nuestras sociedades convulsas existen los adversarios del Estado.

En Cuba ambas posiciones florecen, aunque la que desafía al Estado, precisamente por reclamar el regreso a un sistema cuestionado hoy en todos los países, lo integran solamente grupos marginales. Sin embargo, la prensa controlada por los intereses estadounidenses, refleja exclusivamente a los adversarios del Estado y nunca mencionan las múltiples posiciones no oficialistas que ocupan un lugar en el escenario político, tienen aceptación y disfrutan de especial receptividad por parte del gobierno, mezclándose por momento con sus instituciones.

A Estados Unidos no le interesa aceptar que en la nueva etapa del proceso cubano, se van definiendo perfiles de una oposición que se engarza cada día mejor en una organización social de amplia participación. Un tipo de oposición que se van perfilando dentro de prácticas de Estado que cobran forma acelerada a la luz de las nuevas experiencias.

Esto, que aún no constituye una experiencia clara y definida se ha venido perfilando en el devenir de los últimos diez años.

Aprovechando la nueva realidad han aparecido estas personas, las cuales por las circunstancias bélicas forzadas que sostiene infantil y criminalmente Estados Unidos de Norteamérica, han podido obtener cobertura internacional y disfrutar generosos dividendos salidos del Departamento de Estado a través de USAID, pagados con los impuestos de quienes vivimos en este país.

Estas personas, al llegar a la ciudad de Miami encuentran acogida entre los pocos que aún proclaman la continuación del bloqueo y son amplificados por los medios periodísticos donde aún no es posible que participen otras opiniones y sobre todo, una mayor cantidad de periodistas profesionales y honorables.

Como siempre ocurre con una prensa acostumbrada a convertir virtualmente elefantes en mariposas, ahora encumbran el diletantismo de estas personas, presentándolos como héroes de papel.

Así lo veo y así lo cuento.

Hay muchos que lo ven de igual modo pero no quieren decirlo o no pueden o no se atreven.

*Lorenzo Gonzalo periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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