Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- En estos días se ha desatado un gran escándalo en Estados Unidos de América sobre la vigilancia ejercida por el gobierno a todos los niveles de la sociedad, donde incluso sus propios funcionarios no están exentos.


Se acusa a Obama de seguir los pasos de George W Bush, violando la privacidad ciudadana.

Vamos a ser honestos y admitamos que las labores de inteligencia han sido garantes de la seguridad de los Estados desde que el mundo es mundo.

No existe un solo líder, conductor de pueblos, representante de mayorías, administradores de Estado, que no hayan usado dichas labores para sostenerse en el poder o preservar la funcionalidad y estabilidad de la superestructura política de la sociedad.

Por consiguiente no son nuevas bajo el sol las actividades denunciadas hoy con bombos y platillos en periódicos y sectores del Congreso, donde senadores como Rand Paul de Kentucky, aprovechando la reunión que sostendrán el Presidente Obama y el Presidente chino Xi Jinping, han desatado una furiosa campaña de niña quinceañera, que hubiese sido violada en su casa, luego de enamorar tranquila y afanosamente en su cuarto con el consentimiento tácito de sus mayores.

Todos ellos saben en el equipo que están jugando.

Se trata simplemente de agregar escándalos a un gobierno que anunció grandes reformas y a penas ha podido avanzar un metro del recorrido prometido, precisamente por los escollos interpuestos por intereses que aplican la vieja táctica de denunciar incumplimientos, engañando a los incautos y así poder ellos adueñarse más tarde del relevo gobernante, continuar aplicando viejas prácticas de desafueros y continuar profundizando al país en el insondable abismo que distancia cada día más a quienes tienen mucho, de quienes cada vez disponen de menos y pagan más.

Estas denuncias ya habían sido publicadas en el año 2007 en iguales términos que acabamos de conocer en estos días, aunque quizás con menos precisión de las partes involucradas.

El Washington Post publicó ese año una entrevista con un técnico de AT&T, en la cual el entrevistado, llamado Mark Klein, narra la encomienda que le hizo en el año 2002 un representante de la Agencia de Seguridad Nacional (ASN) para crear un “cuarto secreto” en otro edificio de AT&T localizado a unas cuadras de donde entonces trabajaba Klein.

En el año 2003, Klein fue trasladado a trabajar a dicho “cuarto”.

Klein explicó cómo se entrelazaba ese “cuarto secreto” a través de un splitter, una pieza que sirve para dividir una señal o una corriente cualquiera en dos partes iguales, con otro localizado en el piso superior, donde radicaba en aquel entonces la administración del servidorr de la compañía.

Klein refería que esto permitía “succionar” toda la información que transitaba por la sala de Internet. Por supuesto, decía Klein “la ASN obtiene con esto todo tipo de informaciones. Porque se trata de grandes cañerías, por donde transitan nos sólo los clientes de AT&T sino todo el mundo”.

Ahora se ha detectado que los mayores servidores de Internet cooperan con la Agencia, accediéndole paso a las informaciones que transitan por sus frecuencias. Entre los consentidores están envueltos Microsoft, Yahoo, Google, Facebook, PalTalk, AOL, Skype, You Tube y Apple.

Pero todo es parte de la misma historia. Ya en 1965 los profesores estadounidenses Wise y Ross, escribieron un libro llamado El Gobierno Invisible, donde señalaban que el Bureau de Inteligencia e Investigaciones (BIR), el Bureau Federal de Investigaciones (FBI), la Comisión Nacional de Energía Atómica (AEC), la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) y la Agencia Central de Inteligencia (CIA), constituían el verdadero gobierno. Dicen en su libro escrito en 1965: "Existen actualmente en Estados Unidos dos Gobiernos. Uno visible, el otro invisible. El primero es el Gobierno que aparece en los periódicos, que los ciudadanos conocen y que los niños estudian en sus textos de educación cívica. El segundo es la escondida maquinaria que cumple los planes de los Estados Unidos en la guerra fría. Este segundo Gobierno Invisible recoge informaciones, conduce el espionaje y ejecuta operaciones en todo el mundo".

En ese proceso derribaron el gobierno de Sukarno en Asia, de Jabobo Arbenz en Guatemala, impusieron la dinastía Somoza en Nicaragua, invadieron Cuba en 1961 con 1400 hombres entrenados y armados por la CIA, ocuparon Granada, secuestraron a Noriega, un ex - aliado que dejó de serles leal en Panamá y un sin fin de atrocidades y violaciones más.

El escándalo de hoy es el mismo del pasado y el de hace siglos. La diferencia es que ahora vamos conociendo mejor sus interioridades, gracias a que las comunicaciones disponen de una movilidad sin precedentes.

El problema de la inteligencia no radica en su necesidad de existir, sino en los aparatos que la administran. Estos oscuros recintos y vericuetos del Estado son turbios, clánicos, a sus fuentes no los aceptan como parte integral de la institución, ni siquiera dejan espacio para una franca relación entre sus operativos y esas fuentes de información o agentes. Todas esas redes de confidentes y colaboradores se convierten en sorbetes desechables, alimentados mientras sus actividades son útiles y carentes de existencia una vez que dejan de hacerles falta.

En el proceso de su existencia esos organismos adquieren propiedades divinas como la omniscientes, la omnipotencia y van creando una imagen clandestina y virtual de infalibilidad. Se han convertido en dioses, excepto que están desprovistos de sus bondades pero conservan sus iras.

Esta descripción es igual para todos los países, incluyendo la antigua URRS, Cuba, China o la República de Malí y por supuesto el adalid de todos que es Estados Unidos de Norteamérica, aunque en éste último algunos tienen la ventaja de escribir un libro resarcirse económicamente y desquitarse.

Entre los poderes oficiales y los oficiosos, que son mayores que los primeros, cometen todo tipo de fechorías.

A ningún ciudadano cívicamente orientado, le preocupa que escuchen sus llamadas. Por el contrario, puede servir de tranquilidad en el mundo represivo que vivimos, que los represores sepan que nos portamos bien. El dilema radica en la manera que pueda utilizarse esa información, la cual sirve muchas veces para chantajear y crear compromisos no deseados para sus reclutados o para quienes volitiva e ingenuamente se ofrecen o para ciudadanos ajenos a dichas patrañas convertidos en víctimas de una jugada sucia cualquiera.

El otro aspecto tenebroso es que esos cuerpos se separan cada vez más de los controles ciudadanos, siendo menos democráticos, o sea, son ajenos al más elemental proceso de participación que pueda surgir. Peor aún resulta la idea de convertir al gobierno en el aparato mismo, lo cual es el ideal de sus burócratas directivos, pero que al propio tiempo es algo que preocupa a muchos en Estados Unidos, que perciben como inevitable el dominio del Estado por el mundo corporativo, con lo cual desaparecerían los vestigios básicos de democracia aún existentes y cerrarían el paso, quizás definitivamente, a una evolución de características sociales pronunciadas, con mayor equidad y mejor justicia a la hora de facilitar la realización de las aspiraciones individuales esenciales.

Este escándalo, facilitado aún por la existencia de una prensa donde el afán de protagonismo es propensa a las informaciones capaces de promoverlos, nos permite profundizar en estos asuntos, pero no nos dice nada respecto a cómo resolver el peligro que representan la existencia de estos monstruos necesarios.

La prensa es sensacionalista y a veces nos parece muy democrática cuando nos enteramos a través de ella de chismes terribles como estos, diciendo que alguien nos mira, nos escucha, nos filma y escudriña, sin saber nosotros que uso hará de tales informaciones acopiadas en secreto y solamente verificables por ellos mismos.

En ese proceso nos desinformamos, porque el gobierno entra en el juego de alguna manera y los periodistas más capaces pierden el hilo y no llegan a platear los peligros representados pro un Estado que pretende con intención o sin ella, convertirse en rector absoluto sin la participación de nosotros, los ciudadanos que componemos esta sociedad.

Así lo veo y así lo digo.

Otros muchos que lo ven de igual modo no lo dicen, bien porque no quieren o a lo mejor porque no los dejan.

*Lorenzo Gonzalo periodista cubano residente en los EE.UU., Subdirector de Radio Miami.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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