Por Justo Cruz*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Desde hace algún tiempo atrás los guerreros “civilizados” de occidente nos quieren hacer creer que unos supuestos terroristas se quieren adueñar de mundo y se han empecinado a combatirlo, al parecer con más terrorismo.


“Ojo por ojo, diente por diente” parece ser la divisa. Lo triste y perverso en esta historieta es el resultado: las bombas siempre están cayendo en los mismos lugares y las víctimas siguen siendo las mismas.

Esto es lo que podríamos llamar Terrorismo de Estado en el siglo XXI.

Nuestros guerreros “civilizados” de occidente han cambiado mucho en los últimos tiempos. Antes por ejemplo detestaban la palabra Revolución y perseguían a los revolucionarios. Ahora se han cogido las revoluciones para ellos y le ponen nombres bombásticos como revolución árabes, naranja, de jazmines.

Según Marx, cuyo pensamiento gana cada día más en actualidad, las revoluciones deben tener lugar en una sociedad capitalista donde las fuerzas productivas estén tan desarrolladas que tienen necesariamente que chocar con las relaciones de propiedad privada que las sustentan. Lenín por su parte sostenía la tesis de que una revolución socialista debía ocurrir en “el eslabón más débil de la cadena de explotación imperialista”, en los países más atrasados y explotado por el Capital.

No existe ninguna discrepancia entre estas teorías, las dos son posible porque las revoluciones deben llevarse acabo allí donde estén creadas las condiciones objetivas para llevarlas a cabo, puede ser en la capital de México, Burundi o en Berlín, lo importante es que sea una revolución de verdad, radical y profunda.

Las revoluciones patrocinadas por los guerreros “civilizados” de occidentes no son promulgadas por la clase obrera ni mucho menos tienen como objetivo establecer una Dictadura del Proletariado, son de otro tipo y responden a otros intereses. Estas revoluciones se llevan a cabo en aquellos países donde hay más riquezas naturales. El gas y el petroleo son los más codiciados. Hoy en pleno siglo XXI podemos reconocer sin temor a equivocarno que los medios al servicio de estos guerreros tienen confundido a medio mundo.

La guerra contra el terrorismos proclamada por George W. Bush a raíz de los ataque terroristas del 11 de septiembre ha cambiado al parecer el curso de la historia. De un momento a otro estos guerreros sedientos de sangre tomaron la batuta y decidieron limpiar al mundo de terrorista y como este tipo de “revoluciones” no se pueden lograr solamente a punta de bayoneta se buscaron a los medios de difusión masiva como aliados. Sin ellos no es posible convertir terroristas en “rebeldes” y a gobiernos indeseados en dictaduras criminales.

Tomemos como ejemplo a Iraq. Aunque no se trató de una “revolución” sino de una invasión armada si fue el principio de una serie de guerras de rapiña orquestadas por los países más pudientes para apoderarse de los recursos naturales de los más pobres. La forma tan desmedida en la que se llevan a cabo estas guerras y el papel que juegan los medios en la manipulación de la opinión pública no tienen precedente en la historia de la humanidad.

Hoy no es un secreto para nadie que no sea un tonto y un mentecato que el objetivo de la invasión de la OTAN a Iraq fue apoderarse de sus yacimientos de petroleo. Para esto los señores de la Casa Blanca idearon una campaña mediática tonta y ridícula para demonizar al régimen de Bagdad y así justificar una “invasión humanitaria” para “liberar” al sufrido pueblo iraquí.

Al final nos quedamos atónitos cuando nos dimos cuenta hasta que punto habíamos sido víctima de una manipulación desmedida.

“Saddan Hussein tiene armas químicas y quiere usarlas contra su pueblo”, nos trataban de hacer creer los mandadores de la Casa Blanca, mientras los medios, como papagayos, lo repetían a diestra y siniestra.

Años después nos la volvieron a repetir cuando invadieron a Libia y ahora con Siria. “El Gadaffi está usando armas químicas contra su pueblo”, “Asad está usando armas químicas contra su pueblo”. La misma mentira repetida por los medios una y mil veces y nosotros creyéndonosla como si fuéramos una partida de tontos y analfabetos.

Este tipo de campaña funciona siempre de la misma manera, se apoya en la “existencia” de un “eje del mal” que aparentemente “amenaza” los “grandes valores” del modo de vida occidental sembrando la inseguridad y el miedo en la población, creando enemigos virtuales que nadie conoce, pero que según ellos pueden estar en “cualquier lugar al acecho, dispuestos a destruirnos”.

Esto es lo que nos han hecho creer los guerreros “civilizados” de occidente.

Después de Iraq vino Afganistán, aquí también estos guerreros se han empecinados en llevar la democracia y los valores occidentales a los “incivilizados” afganos a fuerza de bombas y de cohetes masacrando a la población civil.

Son tan tontos que después se preguntan porque son tan odiados en el mundo árabe. Esta guerra de “liberación a la occidental” dura también años y sus iniciadores ya no saben que hacer para salir de ese callejón sin salida donde se han metido.

Las revoluciones y las primaveras árabes tampoco se quedan atrás, las inventan, las crean en laboratorios y después no saben como salir de ellas. Revoluciones que se convierten en guerras civiles interminables.

Es asombroso con que alevosía los países occidentales financian ejércitos de mercenarios y criminales para lograr sus macabros objetivos sin importarles las pérdidas de cientos de miles de vidas humanas, siempre en nombre de los derechos humanos y de una aparente cruzada contra el terrorismo que no hace más que exacerbar los sentimientos de odio y rencor entre las naciones.

Egipto se ha convertido en la prueba palpable de hasta donde puede llegar la doble moral de la política exterior de los países occidentales con los Estados Unidos como siempre a la vanguardia.

La llamada revolución en Egipto ha devenido en una guerra civil. A la “revolución egipcia” le sucedió un golpe de estado donde los golpistas aliados de occidente no permiten las protestas populares. Un país dividido entre el poder de los militares por un lado y fundamentalistas musulmanes por el otro. Si uno es malo, el otro es peor. El odio y el rencor se apoderado de este sufrido pueblo donde los golpistas han implantado una dictadura sangrienta causando la muerte a ciento de miles de personas inocentes. Este es el precio que ha tenido que pagar el pueblo egipcio por una “revolución a la occidental”.

Cuando en Libia y en Siria salieron los primeros manifestantes a la calle para protestar contra la política de sus respectivos gobiernos, los países occidentales no solo se limitaron a advertir a los políticos de esas naciones para que se abstuvieran a ejercer la violencia contra los manifestante sino que se inmiscuyeron directamente en el conflicto armado enviando armas y dinero a los mercenarios “rebeldes” lo que desembocó finalmente en una guerra civil.

Pero en el caso de Egipto la política a seguir es otra. Países occidentales como los Estados Unidos y Alemania siguen brindando ayuda militar al ejército de este país para que siga reprimiendo a su pueblo. Un vocero del Departamento de Estado se limitó a decir que “por ahora la Casa Blanca no suspenderá la ayuda militar y económica a esa nación árabe del norte de África, pero una revisión está en proceso y pudiera haber una decisión en los próximos”.

Estas declaraciones son la cumbre del descaro y la falacia.

De los más de mil 500 millones de dólares que el gobierno del presidente Barack Obama entrega al Cairo anualmente, mil 300 millones engrosan el presupuesto militar mientras que solo 250 millones son ayuda económica. Más de mil millones de dólares para unos golpistas que han sumido a un país en una guerra civil. Esta es la demostración fehaciente de lo que son capaces estos demagogos cuando se trata de sacarle dividendo a los conflictos armados.

¿Entonces quiénes son los verdaderos terroristas que constituyen un verdadero peligro para la humanidad?

Los verdaderos responsables del terror en el mundo son en primera línea las potencias occidentales, los grandes productores de armas porque sin esas armas de destrucción masiva no sería posible tanta desgracia en este mundo. Estos países tienen un nombre: Los Estados Unidos de América, Alemania, Francia, El Reino Unido, España.

¿Quienes son los verdaderos cómplices de este Terrorismo de Estado?

Son los medios de difusión masiva al servicios de estos guerreros sedientos de sangre, sin ellos no serían posible esas descabelladas campañas mediáticas cuyo objetivo no es más que el de justificar estos actos terroristas. Estos medios tienen un nombre, si no lo sabes enciende la Tele en tu país y mira las noticias que te están vendiendo a diario.

*Justo Cruz, cubano residente en Alemania, Coordinador de Cuba Si.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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