Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Aunque no soy proclive a la narración de hechos, especialmente en estos tiempos donde el internet actúa como memoria portátil, voy a referirme brevemente al asesinato de Kennedy.


En estos días se conmemoró un año más de su muerte a manos de alguien o de varios o como resultado de oscuras y traicioneras conspiraciones. Todo eso permanece en la penumbra, pero como el hecho involucró a Cuba, quien en ese momento fue colocada en el banquillo de los acusados por algunos turbios intereses, me parece de sano juicio, mencionar ciertos informes concretos que existen relacionados con el difunto Presidente y el líder de la Revolución Cubana.

Por supuesto la principal razón para mencionar esto es explicar posiciones y leyendas que los sectores intransigentes de origen cubano en Miami han inventado.

Hemos estado hablando en estos días de las perspectivas respecto a mejores relaciones de Estados Unidos con la Isla y dentro del contexto de dicha temática John F. Kennedy tiene una importancia sólo comparable quizás con la Presidencia de Jimmy Carter y la de Barack Obama.

Un artículo del señor Peter Kornblush, quien dirige el Proyecto de Documentación sobre Cuba en el Archivo de Seguridad Nacional en Washington, termina diciendo “entre las controversias que continúan en torno a posibles teorías conspirativas, lo que se pierde en la discusión histórica del asesinato es que el último acto de Kennedy como Presidente fue acercarse a Castro y ofrecer la posibilidad de una relación bilateral diferente entre La Habana y Washington”.

Entre los aspectos mencionados en ese artículo, refiere la visita de Lee Harvey Oswald (el supuesto asesino) a la Embajada de Cuba en México. Señala el señor Kornblush que “seis días después del asesinato, el director de la CIA, John MacCone, informó al nuevo Presidente Lyndon Jonson, que un agente de inteligencia (de origen) nicaragüense en México, Gilberto Alvarado, había advertido a nuestra estación (en México) con gran detalle, sobre el supuesto hecho de que el 18 de septiembre vio a Oswald recibir 6,500 dólares en la embajada cubana en la ciudad de México. Alavarado aseguraba que el dinero era el pago para matar al presidente”.

Pero resultó que la CIA sabía que Oswald estaba en New Orleáns ese día. Por esos mismos días “Alvarado admitió ante autoridades mexicanas que su relato era una fabricación diseñada para provocar que Estados Unidos sacara a Castro de Cuba a patadas”.

Kornblush hace mención en su artículo de las gestiones del abogado James Donovan, como enviado del gobierno estadounidense, para negociar la liberación de los más de mil hombres que habían desembarcado en Playa Girón en Cuba, en el año 1961, como resultado de un plan de la CIA para derrotar el gobierno revolucionario provisional .

Nos dice que Donovan regresó a La Habana en “la primavera de 1963”, para negociar la liberación de “dos docenas de estadounidenses – tres de ellos agentes de la CIA – encarcelados en prisiones cubana bajo los cargos de espionaje y sabotaje”. Fue en el transcurso de esas reuniones que “Castro planteó el punto de la restauración de relaciones”.

Continúa diciendo Kornblush “la Casa Blanca comenzó a considerar la posibilidad de un enfoque dulce hacia Castro. Los ayudantes de mayor rango argumentaron que Estados Unidos debía exigir a Castro que dejara atrás sus relaciones con los soviéticos como precondición de cualquier plática. Pero el presidente se impuso; ordenó a sus asistentes más cercanos que comenzaran a pensar en términos más flexibles al negociar con Castro y dejó claro, según algunos documentos desclasificados de la Casa Blanca, que se mostró muy interesado en proseguir en esta opción”.

Estas conversaciones continuaron luego a través de la periodista Lisa Howard, a quien Donovan recomendó. Pero cuando la periodista regresó de La Habana con proposiciones del gobierno cubano para iniciar un diálogo, la “CIA (nos dice Kornblush) se opuso tajantemente a cualquier diálogo con Cuba”.

A pesar de esta oposición, se llevaron a cabo encuentros secretos entre funcionarios cubanos y estadounidenses. En el otoños de 1963, nos dice Kornblush la periodista Howard “utilizó una fiesta en su casa de Maniatan, en la calle 74 Este, como cobertura para una reunión entre el embajador cubano ante Naciones Unidas, Carlos Lechuga y el embajador adjunto ante la ONU William Attwood”.

Las conversaciones fueron varias y el empeño de ambas partes ha quedado registrado en los archivos secreto desclasificados de aquellos tiempos. Inclusive, el día del asesinato, Kennedy había enviado un” mensaje de potencial reconciliación” a Fidel Castro, precisamente a través del periodista francés Jean Daniel, con quien el Presidente se había reunido en Washington donde le dio el siguiente mensaje para el líder cubano: “son posibles mejores relaciones y ambos países deben trabajar para poner fin a las hostilidades”.

Datos de otras informaciones desclasificadas cuentan que Oswald trabajaba para la CIA y como parte de sus tareas se le encomendó que asesinara a Fidel Castro. Le sugirieron entonces que fuese a la Embajada de Cuba en México, pero el gobierno cubano le negó el visado. Años más tarde Fidel Castro narra que la negativa fue dada porque había informes de que pudiera ser un provocador.

El próximo escenario donde se crearon algunas condiciones para establecer relaciones normales fue durante el gobierno de Jimmy Carter.

En estos momentos ciertos indicios señalan nuevamente esa posibilidad, aunque existe la contradicción del trabajo que realiza el Departamento de Estados a través de USAID, enviando dineros y recursos a personas en Cuba, con instrucciones de desestabilizar las instituciones del Estado. Entre otras cosas impartiendo cursos desde su Embajada en La Habana sobre formas de gobierno que no se advienen a los procesos institucionales existentes.

En lugar de aprobar de las discusiones y del debate que poco a poco se ha ido extendiendo por todo el país, respecto a la búsqueda de nuevas formas que estén en sintonía con el carácter primariamente social del proyecto político cubano, la actuación del Departamento de Estado recuerda las políticas agresivas que Washington ha aplicado hasta los días de hoy.

Para hacer más aguda dicha contradicción están las palabras recientes del Secretario de Estado y las del Presidente Obama, desde escenarios distintos.

Hablando en la sede de la organización de Estados Americanos (OEA) en Washington Kerry dijo que, “La relación que queremos promover no es la de un EE UU estableciendo cómo y cuándo hay que intervenir en los asuntos de otros estados americanos, a lo que aspiramos es a que todos los países nos veamos como iguales, compartamos las mismas responsabilidades y colaboremos en los asuntos de seguridad, no como parte de la adhesión a una doctrina, sino en virtud de decisiones que adoptamos como socios para avanzar en los valores e intereses que compartimos”.

Ambos, el Presidente y Kerry han dicho que la político con Cuba debe ser “creativa”.

No sabemos aún por donde se irá la bola de este interminable juego, pero considerando que la emigración actual de origen cubano, se inclina por su país en iguales términos que el resto de los emigrados latinoamericanos, es de pensar que las cosas van a cambiar.

Una de las preguntas que nos queda pendiente por contestar es: ¿ganará la CIA, los órganos secretos que son parte dueños de los Estados y pueden secuestrar políticas de gobierno, o ganará la racionalidad del Ejecutivo?

Así lo veo y así lo digo.

*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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