Por Lázaro Fariñas*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Ante los acontecimientos que han estado ocurriendo tanto en Venezuela como en Ucrania, hay que preguntarse el por qué el gobierno norteamericano actúa con tanto desprecio contra gobiernos legales y democráticamente elegidos. ¿No es la promoción de elecciones limpias y democráticas lo que se propone para otros países diariamente en los Estados Unidos? Constantemente, aquí se habla de las bondades de la famosa democracia representativa, constantemente se le exige a otras naciones que la realicen, entonces, ¿por qué se trata de minar a los gobiernos elegidos en las mismas cuando estos difieren de los criterios e intereses del gobierno de este país?


La Revolución Bolivariana, más elecciones no ha podido realizar. Tanto Chávez como Nicolás Maduro han ocupado el Palacio de Miraflores por voluntad expresa de la mayoría de los venezolanos. Hasta el ex presidente James Carter ha declarado que el sistema electoral venezolano es más claro, transparente y democrático que el de Estados Unidos. Entonces, ¿por qué este país apoyó el golpe de estado contra Hugo Chávez en el 2002, por qué ahora defiende a los que quieren crear el caos en las calles venezolanas, por qué el Congreso de Washington saca resoluciones con las que busca sancionar a los dirigentes venezolanos?

¿Qué hizo el gobierno de los Estados Unidos cuando los militares hondureños sacaron de su casa, en pijama, al presidente legítimamente elegido de Honduras, lo montaron en un avión y lo mandaron para Costa Rica? ¿Hay alguien que pueda olvidar aquellos hechos? ¿Dónde estaban estos hipócritas congresistas que hoy se horrorizan porque la Guardia Nacional venezolana trata de consolidar el orden público limpiando las barricadas de las calles de Caracas y otras ciudades venezolanas?

Cuando Sebastián Piñera en Chile repartía palos a diestra y siniestra contra estudiantes que salían a las calles a protestar por los altos costos de las matriculas universitarias, no vi que la gran prensa de los Estados Unidos se rasgara las vestiduras ante aquellas palizas, ni vi el pleno del Congreso de Washington aprobando resoluciones en contra del gobierno chileno.

Solo habría que recordar cómo en los Estados Unidos se trata a los que de una manera u otra tratan de cerrar calles o crear disturbios lanzando piedras y bombas incendiarias contra las fuerzas del orden. Los ejemplos, a través de los años, sobran y está de más el detallarlos.

Bajo la misma lógica, hay que referirse a Egipto, donde un gobierno legítimamente elegido fue derrocado por medio de un golpe de estado, el cual los Estados Unidos, de hecho, lo ha aceptado con solo una mínima crítica. En el 2012, Mohamed Morsi se convirtió en el primer presidente de Egipto procedente de los Hermanos Musulmanes, ganando las elecciones que se llevaron a cabo en ese año con el 52 por ciento de los sufragios a su favor. ¿Y qué pasó? Que fue derrocado en julio del 2013 por el ejército de aquel país, ejército que es el segundo mayor receptor de ayuda norteamericana en el mundo, ejército que ha mantenido por años una relación muy especial con las autoridades de los Estados Unidos. No se puede acusar sin pruebas que los norteamericanos estuvieron detrás del golpe, pero sí se puede decir que el gobierno de este país, al igual que lo sucedido en Honduras años antes, no ha condenado a los militares egipcios por haber violado la constitución de aquel país y haber derrocado a un gobierno democráticamente elegido. ¿No se trata de defender la democracia, no es eso lo que diariamente aquí se proclama? Parece que algunas veces sí, cuando nos conviene y otras veces no, cuando no nos conviene.

Y ahora le toca también a Ucrania, donde las turbas alentadas por Occidente obligaron a dejar el poder a otro presidente democráticamente elegido en unas elecciones que los observadores internacionales declararon como limpias y transparentes. Rusia ha salido a defender sus intereses en una península que, por siglos, le perteneció y en donde más del sesenta por ciento de población es de origen ruso.

Es probable que se le pueda acusar de haber violado la soberanía de Ucrania, pero es un acto de tremenda hipocresía el hecho de que esa acusación provenga del gobierno de los Estados Unidos y de las potencias europeas, después que se han cansado de violar la soberanía de cuantos países les ha dado la gana, ¿Qué pasó con la soberanía de Irak, Vietnam, Afganistán, Libia, etc., por solo mencionar algunos pocos?

En realidad, no veo en qué se beneficia USA buscando una confrontación con Rusia por el caso de Ucrania. A mi modo de ver, tienen más que perder que de ganar, ya que, como dice la canción, "Yo te toco y tú me tocas y a bailar el tocatoca". En este mundo globalizado del siglo XXI, cabe muy bien aquello de que donde las dan, las toman, y eso no le conviene a nadie.

*Lázaro Fariñas, periodista cubano residente en EE.UU.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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