Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Hemos escuchado recientemente que el Presidente José Mujica de Uruguay, ofreció sus buenos oficios para recibir en territorio uruguayo a cuatro o cinco de los detenidos en la Base Naval de Guantánamo.


Como gesto solidario con el Presidente Obama, quien obviamente se encuentra enjaulado en las redes de los intereses de Estado de su país y en las trabas que por defecto se producen en un Estado que posiblemente es el más complicado del planeta, el Presidente uruguayo ha decidido tenderle la mano.

Obama prometió sacar de dicha base a todos los detenidos que han estado allí con carácter indefinido, sin procesamiento, ni juicios, ni pruebas, por más de doce años. Entre las trabas que enfrenta están las de encontrar un sitio a donde puedan ser enviados. Esto no es tarea fácil, pues aunque a ninguno de estos prisioneros les han hallado complicidad con el terrorismo, no es tarea fácil encontrar un lugar a donde puedan ser enviados, tras la aberrante propaganda desplegada por Washington con la intención de justificar esta atrocidad judicial, de la cual el Presidente Obama parece estar consciente.

Este ofrecimiento de Pepe, como le llaman cariñosamente al Presidente José Mujica es inesperado y no carece de originalidad. El Presidente Mujica piensa que Obama merece algunas ayudas para enfrentar las dificultades de gobernación que la maquinaria del Estado le impone.

Pero si este ofrecimiento presenta originalidad, mucha más la tiene su petición al Ejecutivo estadounidense, pidiendo que consideren como reciprocidad de su gesto, deportar a los agentes de la inteligencia cubana presos en Estados Unidos.

Obviamente Mujica se ha informado seguramente de los detalles del juicio y del tipo de labor que realizaban los agentes cubanos, quienes buscaban información dentro de los grupos insurgentes y terroristas de de igual origen que han operado desde la Florida por más de cincuenta años.

Hace días que escribo fundamentalmente sobre este caso y en especial de Gerardo Hernández, quien de los Cinco condenados y de los tres que aún guardan prisión, es el que enfrenta la más delicada de las sentencias, pues se trata de dos cadenas perpetuas.

Es de observar que en la última apelación del caso, a Ramón Labañino, uno de quienes aún guardan prisión, le anularon la sentencia de cadena perpetua por el cargo de asesinato por falta de evidencias. Gerardo también había sido instruido y condenado por ese mismo cargo, pero la jueza decidió no anularlo en su caso aduciendo que como ya tenía otra sentencia similar, no tenía sentido la anulación.

Dejo a mis lectores, sobre todo a quienes se enfrentan a esta aberración por vez primera, para que sean ellos los comentaristas de semejante cinismo.

Pero volviendo al Presidente Mujica, debemos decir que lo importante del caso no es que estemos frente a una solicitud de intercambio entre Jefes de Estado, pero sí ante un precedente que puede animar a otros mandatarios de la región a plantear el asunto, cuando conversen con Washington sobre temas Hemisféricos, en alguna que otra oportunidad.

Ahora bien, lo más importante es que el planteamiento puede ayudar a despertar la curiosidad del Presidente actuante de la Casa Blanca.

Las amplias potestades del Presidente de Estados Unidos le permiten otorgarle un perdón presidencial a reos de esta naturaleza, principalmente por sus características políticas, sin mayores problemas o perversos ataques que perjudiquen la tarea electoral de su Partido. Es más, ya sabemos y lo hemos mencionado en múltiples ocasiones, del caso de los diez espías rusos que fueron deportados a Rusia a los pocos días de su detención en New York, en el año 2010.

Las dificultades de este caso se centran en Gerardo Hernández por ese cargo y sentencia de asesinato que injustamente le imputaron, lo cual hace muy difícil pensar que el Presidente de Estados Unidos esté dispuesto a tomar una acción pública mediante la cual pone en libertad a un extranjero de asesinar a un ciudadano estadounidense. La salvedad del caso es que el Presidente se interese en conocer por sí mismo y sus asesores de la enorme injusticia judicial cometida, avalando así su decisión ante sus enemigos políticos.

Lo importante de propuestas como esta del Presidente Mujica es que las mismas pudieran en un instante llamar la atención de Obama, estimulando su curiosidad, para decirlo de algún modo, respecto a este caso y en particular por la tremenda calumnia que ha condenado a muerte a un inocente.

Ninguna prueba reveló en el juicio que existiese conspiración para extraer datos sensibles del Estado y mucho menos para probar conspiración para cometer asesinato.

El estereotipo más escuchado sobre Estados Unidos de Norteamérica es aquel que se refiere a la llamada “justicia americana”, la cual dista mucho de representar un paradigma y si se ha propagado en esos términos ha sido resultado de múltiples factores, entre ellos la enorme propaganda desplegada por sus servicios de inteligencia para justificar sus intervenciones en terceros países.

Llamar la atención internacional sobre el caso de los Cinco agentes cubanos, enfatizando el más grave de ellos, el de Gerardo Hernández, también permitiría sacar a la luz un tema pocas veces universalizado: “la injusticia estadounidense”, con lo cual ayudaríamos a despojarla del paradigma que no es y del americanismo del cual se han apropiado, hasta el punto de que el resto de quienes vivimos al Sur, Centro y aun en el mismo Norte de América ya sea México o Canadá, no somos americanos.

Hacen falta muchos Mujica, pero el objetivo es la Casa Blanca y para ello hay que universalizar el caso dentro del territorio estadounidense.

Seguiremos comentando porque la hora es ahora, antes de que termine Obama su período.

Así lo veo y así lo digo.

*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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