Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Tariq Ali, un escritor pakistaní que vive en Londres y escribe habitualmente para The Guardian, dijo hace poco que el problema de Rusia con Estados Unidos de Norteamérica es que éste último pretende imponer a otros normas que no permite a los demás ejercer.
Estados Unidos justifica sus ataques a otros países a nombre de la humanidad, los ocupa territorialmente, derrumba gobiernos y ordena asesinar líderes de otras regiones cuando sus conductas no le convienen.
Tariq respondiendo a preguntas relativas a las protestas de Washington en el caso de Crimen aprovechó la oportunidad para destacar que Putin no es santo de su devoción pero que la actitud estadounidense respecto a Ucrania, es más bien motivada porque Putin no sigue las orientaciones de la Casa Blanca. Su actitud, dice Tarik, no es del agrado de Washington porque ya llegó al convencimiento de que no hay esperanza de controlar al oso estepario, como ilusoriamente pensaran tras el derrumbamiento de la URSS.
Entre las cosas señaladas, dijo que Estados Unidos no tiene porqué lamentarse de lo que hacen los rusos en Crimea, cuando precisamente los estadounidenses, crearon situaciones ficticias en Ucrania para derrocar al gobierno pro-ruso que allí había sido electo y luego intentó convertir ese país en un aliado al servicio de la OTAN para cercar aun más aún militarmente a Moscú. O sea Estados Unidos puede socavar los cimientos de otro país para ocuparlo de manera indirecta tal como pretendió en Ucrania, pero en cambio, un vecino como Rusia, no puede pretender que el mismo se integre a una comunidad a la cual pertenece no sólo por gravedad geográfica, sino por razones de etnia, cultura e historia, en mayor medida que la existente con Europa Occidental y mucho menos con Estados Unidos.
Estados Unidos siempre procede como la “Gatita de María Ramos, que tira la piedra y esconde la mano”.
Ahora nos enteramos de lo que ya sabíamos. Un instrumento del Departamento de Estado y por supuesto los servicios de inteligencia correspondientes, diseñaron una cuenta Tweeter dirigida a subvertir a la ciudadanía cubana y crear situaciones de inestabilidad como las practicadas en Ucrania por procedimientos distintos pero semejantes, que culminaron con la destitución del Presidente electo Víctor Yanukovych.
No es nuevo. Desde que el agente estadounidense Allan Gross fue detenido en Cuba y el gobierno cubano demostró que se dedicaba a realizar actividades de espionaje controladas por el Departamento de Estados de Estados Unidos, a través de su agencia USAID, ya se sabía de la presencia estadounidense en todas las algazaras que pretenden desafiar, desde posiciones beligerantes e intolerantes, al gobierno de La Habana.
Pero como las informaciones son tan encontradas por el trabajo mediático de los grandes medios que antes de escribir o hablar descalifican al gobierno cubano, es bueno que surjan escándalos de esta naturaleza. Mejor aún es que se repitan y se comenten por la prensa alternativa y por periodistas free lance que en ocasiones logran publicar en algún medio regular con mayor acceso a la mayoría ciudadana que vive ajena a los reales conflictos que la aquejan.
Situaciones como estas son las que han originado durante cincuenta años, que Cuba se vea en la necesidad de enviar agentes que vigilen a personas de origen cubano a Miami y otros sitios, quienes utilizados por los servicios secretos de Washington, realizan labores de zapa y desestabilización del Estado cubano.
No estoy de acuerdo que ninguno de los dos gobiernos vigile al otro a través de métodos de espionaje. Sin embargo, en el caso de Cuba se produce una situación parecida a la que confronta Estados Unidos en Medio Oriente, donde grupos ajenos a los Estados donde operan, conspiran y realizan planes para atacar intereses estadounidenses en diversos lugares del mundo, obligando a Washington a infiltrarlos, ya sea con personas afines a Estados Unidos o con ciudadanos estadounidenses convenientemente disfrazados. Una situación semejante ocurre con Cuba.
En Estados Unidos hay personas, muchas de ellas reclutadas por los servicios de inteligencia estadounidense, pero otras que lo hacen por cuenta propia, cuyas actividades son orientadas a realizar actos terroristas y subversivos en Cuba.
Estados Unidos no debe tener ni espías ni agentes en Cuba porque nadie conspira allí en contra de la estabilidad estadounidense, un tema que ha sido abordado en múltiples oportunidades en las cuales ha quedado demostrado que La Habana nunca ha levantado un dedo en contra del Estado del Norte.
En cambio, Cuba requiere de agentes cuyas actividades no es conspirar para obtener información de Estado y realizar espionaje, sino vigilar a estos grupos oficiosos, marginados del Estado, que se resisten a entender las nuevas realidades y realizan actividades que son incluso ilegales a la luz de las Leyes estadounidenses.
No obstante lo dicho, volvemos al tema de las injerencias y comprobamos una vez más que Washington insiste en considerar sus ideas superiores a las del resto del mundo y tener el derecho a actuar por su cuenta, derrocando y desestabilizando gobiernos.
Esta última noticia sobre la creación de una cuenta de Tweeter organizada por los servicios de inteligencia de Estados Unidos, disfrazada como medio independiente y privado, demuestra que aún existe un largo tramo por recorrer para que los dos países, Cuba y Estados Unidos, puedan llegar a acuerdos basados en el respeto mutuo y el colectivo afán de buscarle soluciones a las problemáticas de sus países.
Así lo veo y así lo digo.
*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.
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