Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- Con la motivación de Por algo será, responsabilidad de Ricardo Ronquillo Bello, me dispongo a significar ante mis lectores/as sucintamente la pertinencia de tener siempre en cuenta otros puntos de vista que puedan enriquecer la perspectiva propia —aunque provengan de ojos malintencionados—, sin que ello conduzca a dejar de visualizar el Magisterio Marxista en cuanto a la confrontación entre las clases sociales.


Resulta que Ricardo Ronquillo en el título en cuestión anota en las primeras palabras: “Para que Cuba tenga el color justo de los cristales que la dibujan, tenemos que renunciar a la visión narcisista que nos regalan nuestros ojos; no importa cuán lindos o conquistadores nos devuelvan sus señas los espejos de nuestra conciencia”.

El mismo autor advierte, tras compartir algunas moralejas, que en “la Cuba en transformación, en la que solo una voluntad verdaderamente integradora y participativa —como la que se requiere y abre paso— nos permitirá despojarnos de la opacidad y desfiguración de los cristales excesivamente excluyentes y particulares” asistimos a una “sociedad cada vez más plural, estratificada y menos uniforme, algo que —según analistas— ni siquiera podrá ser corregido cuando se enderece la famosa pirámide social, y en la que cada vez puede ser más riesgoso dejarse arrastrar por uno solo de los 'cristales con que se mire'”.

Después de compartir otros pasajes también ilustrativos del asunto que él nos brinda, alerta que “no pueden admitirse en la Cuba que decidió escoger el camino de la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes” que a un lado quede “el cambiar todo lo que deba ser cambiado” con el fin último de “construir el proyecto de desarrollo humano preferencial que representa el socialismo cubano”.

Para terminar, Ronquillo Bello llama la atención acerca de la necesidad de tener presente “un diluvio de interrogantes, que no solo debe dejarse al liderazgo de la nación. Las preguntas corresponden a todos, desde el más alto hasta el más humilde nivel de la sociedad”; y concluye: “Claro que con el cristal de cada cual, sin que falte o se ignore esquirla alguna, para que en el espejo aparezca el reflejo de todos.

Meditando sobre lo antes expuesto, ni por sospecha me viene a la mente una convocatoria a olvidar el rótulo Con todos y para el bien de todos de José Martí, donde consta: “[…] ¡Clávese la lengua del adulador popular, y cuélguese al viento como banderola de ignominia, donde sea castigo de los que adelantan sus ambiciones azuzando en vano la pena de los que padecen, u ocultándoles verdades esenciales de su problema, o levantándoles la ira: —y al lado de la lengua de los aduladores, clávese la de los que se niegan a la justicia!” —las negritas son mías.

No obstante, sí me siento persuadido a significar que independientemente de recusar a la “nueva” ¿izquierda?, a la disidencia cubana y a la “oposición” que es un puente vs. la Revolución, el razonamiento del autor de marras implica claridad en el beneficio de asumir el consenso al margen de unanimidad o sea, incluyendo/recurriendo a la divergencia.

Personalmente, me inscribo en la sintonía que devela luz al enfatizar que la procedencia de una idea no deviene necesariamente en punto de conflicto sino que puede aportar despejo de tormentas en caminos que no permanecen con la iluminación indispensable y deseada para el quehacer a favor de cubanas y cubanos.

Reconozco que no siempre están absolutamente escasas de certezas aquellas personas que hacen análisis desde las posiciones que consideran revolucionarias —con y sin comillas.  Por citar un ejemplo, anoto a quienes arremeten contra la Zona Especial de Desarrollo Mariel y la nueva Ley de Inversiones Extranjeras en Cuba por presentar algún carácter benefactor de capitalismo. En rigor, algún lunar acompaña a medidas como la mencionada Ley.

Sin embargo, recuerdo que Federico Engels, en Principios del comunismo, precisa: XVII. ¿Será posible suprimir de golpe la propiedad privada?/ No, no será posible, del mismo modo que no se puede aumentar de golpe las fuerzas productivas existentes en la medida necesaria para crear una economía colectiva. Por eso, la revolución del proletariado, que se avecina según todos los indicios, sólo podrá transformar paulatinamente la sociedad actual, y acabará con la propiedad privada únicamente cuando haya creado la necesaria cantidad de medios de producción” —las negritas son mías.

Por ello, además de ratificar lo expuesto en Cuba: ¿cómo quererla-defenderla-enriquecerla?, considero que al calor de la obra que construimos en nuestra Patria ni por asomo debemos decirle adiós a la Lucha de clases, sobretodo en el escenario de las ideas, sin negar la posibilidad de incluir todo raciocinio que en alguna medida contribuya a la prosperidad de nuestro pueblo.

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