Por Lázaro Fariñas*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Alguien, refiriéndose a una posible agresión armada de los Estados Unidos contra Cuba, hace años atrás me dijo lo siguiente: "Podrán estar bombardeando la isla durante días, semanas o meses, pero si quieren conquistarnos, tendrán que desembarcar a los marines en algunas de nuestras playas y ahí la cosa será diferente". Me viene a la mente ese comentario porque la aviación norteamericana está bombardeando a las milicias del llamado Estado Islámico en Irak desde agosto, y en Siria desde septiembre, y hasta el momento, habrán matado un par de docenas de yihadistas y destruido veinte o treinta camiones o tanques, pero eso es todo lo que han logrado con sus bombas.


Nada hace indicar que los terroristas que componen ese mal llamado Estado hayan retrocedido o hayan cedido ni un metro de terreno en los territorios hasta ahora ocupados en esas dos naciones. Incluso, los bombardeos no han detenido las masacres que estos grupos han estado llevando a cabo, ni han deteriorado los recursos económicos que han estado fluyendo a sus arcas, como tampoco el reclutamiento de nuevos miembros, algunos de ellos que les llegan desde lejanas distancias, lo que hace muy difícil de explicar cómo es que llegan sin ser detectados por los famosos cuerpos de inteligencia de Europa, Israel o los Estados Unidos.

Hasta ahora, los únicos que están ganado en esta guerra aérea y ganando bastante, es el complejo industrial-militar que fabrica estos artefactos. Mientras más bombas dejen caer los aviones o lancen los buques, más bombas hay que fabricar y por lo tanto, más dinero para los bolsillos de esos empresarios de la muerte.

No son pocos los expertos militares que afirman que las guerras no se ganan desde el aire, no son pocos los que dicen que, de una u otra forma, los Estados Unidos tienen que desembarcar soldados si es que de verdad quieren destruir a estos vándalos quienes, en nombre de una religión, están implantado el terror en los territorios que conquistan. El problema es que una y otra vez el gobierno de EE.UU. ha declarado que no van a enviar tropas, que solamente van a enviar a personal de entrenamiento para adiestrar a los militares iraquíes para que sean estos los que se enfrenten a los yihadistas. Ese planteamiento es bastante absurdo, pues esos militares ya fueron organizados, entrenados y armados por el ejército norteamericano después de la invasión que derrocó a Saddam Hussein y son precisamente esos militares los que abandonaron sus cuarteles en el norte de Irak y salieron corriendo hacia Bagdad cuando los yihadistas cruzaron la frontera Siria y se adentraron en territorio iraquí. Hay que recordar que fueron varias divisiones militares las que actuaron de esa forma. Los yihadistas, no solamente ocuparon los territorios abandonados, sino que se quedaron con todo el armamento que esas divisiones habían recibido de los Estados Unidos. Es decir que, la mayor parte de las armas que poseen estas milicias fundamentalistas, proviene de los arsenales del ejército norteamericano y no son solamente las que les ocuparon a los iraquíes en sus fugas sino también las que recibieron directamente de los Estados Unidos cuando estaban en Siria tratando de derrocar al gobierno de aquel país.

Así que es absurdo pensar que la guerra se va a ganar re-entrenando soldados que ya demostraron que no están dispuestos a enfrentarse con un enemigo que no tiene piedad con nadie, que lo mismo decapita a periodistas, que ejecuta a centenares de prisioneros, viola mujeres indefensas o enseña a niños en el arte del asesinato. Hace poco, uno de los generales de mayor rango del ejército de los Estados Unidos afirmó que esta guerra durará al menos treinta años. No creo que tenga razón el General. La guerra, por el camino que va y cómo la están llevando, durará muchos más años, quizás nunca se termine, ya que, aunque sea posible que con desembarcos de tropas extranjeras en aquellos territorios logren neutralizar a estas bandas de fanáticos fundamentalistas, eso no quiere decir que ese fanatismo desaparezca de la faz de la tierra. Ya hemos visto el surgimiento de otros grupos de este tipo en otros países, ya hemos visto que ha estado haciendo metástasis en otros lugares. Me temo que, mientras más tiempo pasa, más locos fanáticos se van a estar uniendo alrededor de la idea del califato que estos terroristas están propiciando. Existen factores en las sociedades actuales que favorecen la creación de mentalidades radicales y extremistas, mentalidades que solo necesitan de una bandera que los agrupe. Peligrosamente, el Estado Islámico bien podría ser esa bandera.

*Lázaro Fariñas, periodista cubano residente en EE.UU.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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