Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce - Martianos-Hermes-Cubainformación.- Pretendiendo ser justos debemos decir que el Presidente Obama ha hecho lo posible dentro del marco probable que conforma su entorno.


Pero el Presidente, tal y como lo hemos dicho, nada tiene que ver con el Partido Demócrata una vez que asume el ejercicio de ese Poder Administrativo que, en Estados Unidos, cuenta con grandes limitaciones ejecutivas. A la terminación de su mandato podría continuar, como otros, siendo un militante, consultor o dirigente del mismo, pero necesariamente no tiene que ser de esa manera.

Los Partidos en Estados Unidos en cambio, continúan ejerciendo una influencia sustancial en las estructuras de Estado, especialmente durante el mandato de alguien elegido a través de su maquinaria partidista. Esto explicaría la presencia de Wall Street en los puestos de dirección financiera del gobierno de Obama. Ante una situación semejante, fuera de su control, me inclino a pensar que al Presidente no le ha quedado otra alternativa que ejercer el derecho al pataleo, fustigando con palabras lo que en la práctica es norma de su gobierno, el cual en gran medida es el gobierno de otros.

Para las próximas elecciones, los expertos electoralistas dicen que el Partido Demócrata tiene grandes oportunidades de ganar el show, sin embargo, una campaña dirigida en función de los criterios conservadores que parecen estar bordeando el espíritu de la maquinaria Demócrata, pudiera resultar perjudicial frente a los Republicanos. Estos últimos, divididos como están, sostienen un conservadurismo ligeramente más radical, y aunque en definitiva significan lo mismo, están mejores provisto para la función teatral.

Una campaña electoral entre conservadores, sería de imágenes y requeriría de una producción novelesca donde llevaría las de ganar la figura de Jeb Bush, el Gobernador de expresión noble, esposo de una mexicana, supuesto adalid de los valores religiosos que tanta influencia ejercen en las decisiones ciudadanas en Estados Unidos.

La sociedad estadounidense está dividida, pero no solamente entre ricos y pobres, lo cual está matizado por múltiples niveles intermedios, cuya escala más baja calculan que fluctúe entre el 15 y 20 por ciento. También está dividida entre creyentes y no creyentes.

En las elecciones del 2000, el 68% que asistía a la iglesia más de una vez a la semana votó por Bush y el 32% por Gore, en cambio, el 35% de quienes nunca asistían votó por Bush y el 65% por Gore.¹

Esta es la división más aguda en términos de la militancia electoral existente en el país. La económica, como decíamos, está muy matizada porque los niveles de vida de los más pobres, quienes por lo general han llegado de países subdesarrollados, son muy superiores del que tenían en sus tierras. No existe en términos de economía un encontronazo como ese de los países del sur del continente y en la misma Europa.

Sin embargo, el esfuerzo que conlleva sostener esos estándares, aun cuando tiene una presencia real que se comenta en círculos privados y es reflejado en la prensa, al propio tiempo es sepultado por el tema religioso, cuyos matices se manipulan con igual sentido que la problemática racial. En el plano de las creencias, ateo es sinónimo de “persona de color” en términos raciales. El conservadurismo que se concentra en los republicanos, conciente o inconscientemente, utiliza esta realidad. Es un maniqueo que no sólo está en el centro de las elecciones, sino en la elaboración de las políticas partidistas. El Partido Demócrata, con cierta razón, pero los Independientes con ninguna, se dejan arrastrar por esa marejada y se contienen de denunciar y sobre todo, de enfrentar la maquinaria de un Estado envejecido.

No obstante, para ganar las elecciones a favor de las mayorías, de quienes un alto porcentaje es manipulada por sus creencias, el Partido Demócrata o los Independientes o un Movimiento que rompa con todo esto, debe encarar la situación y si lo hace con valor, la realidad tendrá para el votante un mayor peso que el espejismo en que han sumido sus creencias.

Si el adversario republicano en las próximas elecciones se limita a las imágenes dinásticas entre Bush y Hillary, existen grandes probabilidades que la contienda teatral la gane Bush.

Hasta hoy la ecuación está dada en esos términos y el único candidato capaz de sustituir a los Clinton, con los criterios reales de reforma y cambio, es Elizabeth Warren, quien hasta hoy no calla sus convicciones, pero dice que no aspira.

Para colmo la acaban de nombrar para un puesto, especialmente creado para ella, en el Senate Democratic Policy Committee (Comité Político de Senadores Demócratas). Esto, según analistas, le amarra parcialmente las manos pues pierde cierta independencia al pertenecer a un Departamento Político totalmente partidista. También es cierto que su presencia aportaría beneficios a la causa progresista que con tanta urgencia exige el país. Veremos.

Así lo veo y así lo digo.

¹

Bush

Gore

More than once a week

68%

32%

Once a week

58%

42%

Once or twice a month

41%

59%

A few times a year

40%

60%

Seldom

39%

61%

Never

35%

65%

Fuente: National Survey of Religion and Politics, University of Akron in the 2000 election.

*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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