Geraldina Colotti - Caracas ChiAma / Il Manifesto / Le Monde Diplomatique / Cubainformación.- Los Estados Unidos amenazaron sancionar a Alemania ¿Por los más de 350 manifestantes detenidos que protestaban contra la BCE en los días pasados? No bromeemos: según lo que ha declarado el vicecanciller alemán, las sanciones USA al poderoso aliado europeo habrían llegado en caso de que el gobierno alemán hubiese dado asilo al ex consejero de la CIA Edward Snowden, quien divulgó el gran escándalo del Datagate y que luego encontró asilo en Rusia.
Como es conocido, Snowden hizo conocer la extensión planetaria del espionaje USA, cuyo entrelazamiento económico-político va mucho más allá de la sempiterna retórica sobre la “lucha al terrorismo” que justifica las agresiones neocoloniales. Tanto es así, que la amenaza ha sido la de interrumpir las relaciones entre servicios secretos, precisamente sobre el asunto de la seguridad: por represalia, los Estados Unidos no habrían advertido a Alemania la eventual llegada de atentados a su país… Una bonita lección de moralidad, por parte de un gobierno que impone sanciones a la Venezuela bolivariana, en nombre de la “defensa de los derechos humanos”
En América Latina - reveló Snowden - los USA tienen muchos puntos de interceptación clandestina y bases militares encubiertas, listas para armar sus propias intrigas en los puntos considerados un riesgo para sus propios intereses. A despecho de la tan hablada defensa de la privacidad. Las palabras del embajador estadounidense en la OEA, según el cual su país no complota contra el gobierno bolivariano, no tienen importancia. Tiene razón el gobierno de Maduro en multiplicar los llamados a la solidaridad internacional para hacer entender a Norteamérica que “no puede pasar”.
El escándalo del Datagate, ha demostrado que las agencias para la seguridad USA han espiado a la presidenta brasilera DilmaRousseff y también a la canciller alemana Ángela Merkel, como para no hacernos olvidar que cuando se trata de la billetera, los amigos no cuentan. Sobre todo los espías norteamericanos metieron la nariz (y las patas) en los intereses petroleros brasileros y observado desde cerca los de la Venezuela Bolivariana. Con ese nivel de penetración y de control de la información, es difícil excluir la ejecución de golpes bajos en el mercado financiero y en las trayectorias del petróleo, actualmente en fuerte baja. Una situación que ha penalizado a un país todavía demasiado dependiente de los ingresos del petróleo, como Venezuela y que se encuentra al centro de una red de erogación solidaria hacia países de América Latina y del Caribe. Es difícil decir que se equivocan los presidentes progresistas de América Latina que, desde Brasil, Argentina, a Venezuela; desde Nicaragua, Bolivia, a Ecuador, denuncian un ataque concéntrico de los poderes fuertes.
El esquema utilizado es siempre el mismo: implantar las llamadas “revoluciones coloradas” en contra de los gobiernos antipáticos a Washington, moduladas según la historia y los problemas existentes en el tablero de ajedrez mundial y en los diferentes países. El tono de la puesta en marcha, es siempre dado por algún grupo de “estudiantes pacíficos” tipo Otpor de la ex Yugoslavia, bien financiado y bien amplificado por la propaganda internacional a través de las redes sociales. También la generalidad de los temas, es un módulo recurrente: se protesta contra “la corrupción, el régimen, por la libertad de prensa, la liberación de los presos políticos y así sucesivamente”.
Así, en Venezuela, los golpistas se convierten de improviso en campeones de la democracia, mientras que en México, en España o en Alemania, quienes protestan para pedir “pan, empleo, un techo digno y dignidad” pueden ser golpeados y apresados en nombre de la misma democracia (burguesa).
Y así, también en Brasil, habrían sido dos desconocidos “grupos de estudiantes de clase media” a lanzar por internet la poderosa manifestación contra el gobierno de Rousseff que se vio recientemente y que constituyó una verdadera prueba de fuerza de las derechas brasileras.
Un chantaje inminente sobre todo para las fuerzas de la alternativa, obligadas en los momentos de emergencia a silenciar la crítica al moderantismo y a los errores de quien les gobierna, para evitar un “remedio mucho peor que el mal”. Hablamos principalmente de la involución y de las fallas del PT en Brasil, que no son de hoy. No por casualidad, movimientos e izquierdas dieron a Rousseff un voto bajo condiciones, esperándose pasos adelante significativos.
Pero también las derechas y sus padrinos en Washington intentan condicionar y con muchos otros sistemas las políticas de la nueva América Latina: para cercar o debilitar aquellos países, como Venezuela, que han puesto más en discusión la relación de propiedad capitalista.
La toma de posición del vicepresidente Uruguayo Raúl Sendic, muy blando en relación con Washington en enjuiciar el ataque a Venezuela, el ataque a Venezuela, no dejan muchas esperanzas sobre el gobierno de Tabaré Vázquez, sucesor de Mujica. Y si en la Unasur no estuvieran Ecuador y Bolivia controlando la solidaridad con Venezuela, el control pasaría a la dirección prevalente de Vázquez (presidente pro tempore) y a la del secretario general, el colombiano Ernesto Samper, cuyo país - junto al de Perú y al de Chile - pertenece al eje que lleva la alianza neoliberal del pacífico guiada por USA (otra referencia, México).
El partido que se juega en Venezuela es determinante, tanto en el plano concreto como en el simbólico y en el plano de las relaciones continentales. Así como es determinante la resistencia de Cuba y su firme intención de no ceder a los chantajes del “deshielo” con USA, entregando “la cabeza” de Venezuela.
El imperialismo está poniendo todo el empeño para cambiar a su ventaja, la situación en los tres planos: en el plano económico, en el plano simbólico y en el de las relaciones internacionales. La que se vio el año pasado, fue la revuelta de los ricos, no de quienes protestan para solicitar “comida, trabajo, un techo y dignidad”. Las colas que se ven en Caracas no son las de los pobres en la Caritas en Italia, en España, en Grecia, que hacen esfuerzo para sobrevivir. A pesar de la guerra económica contra el gobierno de Maduro, la gente en la cola tiene con qué comprar la mercancía que llega, incluso de manera compulsiva. A pesar del alza de la inflación, los salarios y las pensiones en Venezuela, han sido aumentados, y la pobreza extrema ha disminuido: una señal de que el gobierno no se ha centrado en los intereses del “mercado”, pero sí en los de los menos favorecidos. Sin embargo, la propaganda mediática presenta las cosas exactamente de la forma opuesta.
“Somos una esperanza, somos el gobierno de la calle, la América Latina del siglo XXI será el escenario de grandes transformaciones”, dijo Nicolás Maduro. Y sin embargo frente una adversa situación económica, la presión sobre Venezuela Bolivariana será mucho más fuerte mientras prevalezcan direcciones moderadas en las alianzas regionales de América Latina. El discurso es válido también para la política interna de Venezuela. Las derechas dicen que el ataque de Obama hace el juego del chavismo, porque compacta la unidad interna. Pero ¿es de verdad así? El llamado al nacionalismo y a la defensa de la patria, amplificado después de las represalias de los USA y el peligro de una agresión militar, implican también riesgos: ¿Ser sólo “patriotas” y no socialistas a 16 años del “proceso”, no es volver atrás? ¿Cuántos oportunistas pueden saltar sobre el carro para después debilitar la revolución desde el interno? Y ¿Qué decir de los funcionarios que han llevado al extranjero los recursos sustraídos al bien público? Por fuera y por dentro, el PSUV - que afortunadamente está mostrando grandes señales de renovación - las denuncias por faltas e incumplimientos que provienen del lado más consciente del socialismo bolivariano, deben encontrar un sustento, sin debilitar un lado con la derecha. De otra forma, se favorecen a aquellos que quisieran proponer la llamada “tercera vía” (moderada) para recoger los votos de los desilusionados o de los indecisos. El socialismo no tiene como objetivo el de llenar los bolsillos de los nuevos ricos, incluso si cargan una camisa roja.
Traducido por Maira García