Por: Roberto G. Peralo. (roberto.peralo@umcc.cu) - @RobertoPeralo.- Me preocupa la incertidumbre que está presente hoy en la sociedad cubana. La escasez e inflación de productos básicos, la mala administración, la corrupción y la desidia en los servicios que prestan las instituciones estatales forman parte de los problemas cotidianos que enfrenta la familia cubana. A todo esto se le suma que a los cambios tan necesarios y esperados por todos, se les ha impuesto un ritmo de implementación muy lento. 


Son varios los problemas acumulados sin solución durante mucho tiempo y comienzan a proliferar nuevos desafíos para lo cual no se encuentra preparada nuestra sociedad. Toda esta amalgama de problemas ha provocado que no pocos cubanos hayan perdido la fe en el proyecto. Sin duda una de las causas del incremento del fenómeno de la emigración.

Urge y es necesario que el modelo socioeconómico estalinista que se implantó en Cuba evolucione a otra forma de organizar las relaciones sociales de producción. Estas transformaciones tienen que tener correspondencia y coherencia con las dinámicas sociales actuales y no con un ideal que no existe y no existirá por mucho tiempo. Además el modelo tiene que ser capaz de insertase en las condiciones reales del contexto mundial.

Se aproxima el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba y es un buen momento para someter a debate social el Nuevo Modelo Económico. Hay que lograr que el Modelo sea lo más democrático e inclusivo posible, donde participe en su elaboración y aprobación la mayor cantidad de cubanos. A lo mejor ese grupo de cubanos aséptico vean un rayos de luz al final del camino y en vez de optar por emigrar encuentren la solución de sus problemas en Cuba.

Es muy importante que el nuevo Modelo deje bien clara la separación de funciones. Los políticos no deben tomar decisiones económicas y no pueden ser los que elaboren y aprueben leyes. Tampoco deben influir en la administración de justicia.

El estado tiene que concentrarse en administrar los medios

fundamentales de producción, pero hay que dejar bien claro y definir muy bien, qué es un medio fundamental de producción y sean los órganos legislativos los que autoricen la intervención del estado en actividades económicas. Estas decisiones trascendentales para la nación no pueden quedar en manos de personas que no hayan pasado por el voto popular.

El resto de las actividades económicas hay que liberarlas, en distintas formas de propiedad y de organización empresarial. Que sean las personas, interpretando el comportamiento del mercado las que decidan la mejor forma de gestionar la propiedad. Hay que respetar la heterogeneidad económica del periodo de transición hacia el

socialismo, violentar ese principio ya ha costado muy caro. Este proceso de decisiones debe de contar con un marco legal que estimule y facilite las actividades económicas y no que constituyan freno para el desarrollo de las fuerzas productivas.

Cuando el proceso de planificación económica interfiere en el desenvolvimiento natural de las leyes del mercado provoca distorsiones económicas, como las que está enfrentando la economía actualmente. Hay que dejar muy bien definido cuales son los instrumentos económicos que el Estado va utilizar para ir ajustando las distorsiones que provoca el libre uso de las leyes del mercado. Estas decisiones no pueden quedar a la libre espontaneidad de un grupo de decisores.

Es fundamental en cualquier modelo económico la transparencia en el proceso de toma de decisiones, tanto del Estado como del resto de las formas organizativas. Es imprescindible que cada ente que participe en la economía nacional realice sus actividades con total

transparencia. Todas las actividades socioeconómicas que afecten directa o indirectamente a la sociedad deben de ser de dominio y conocimiento público.

Hace falta un marco regulador eficiente y un aparato de administrar justicia eficaz. Cualquier discrepancia e irregularidad en las actividades económicas tienen que ser solucionadas en los tribunales competentes. Esto lleva aparejado políticas y leyes que beneficien y estimulen al capital nacional por encima del capital extranjero, dándole más facilidades y ventajas. Contrario a lo que ocurre en la actualidad.

Las actividades de exportaciones e importaciones tienen que dejar de ser exclusividad de unas pocas empresas estatales. La banca debe de tener más libertad y margen de maniobra para poder realizar sus actividades financieras. El estado no debe de controlar y regular toda la vida económica de un país en las condiciones de subdesarrollo que se encuentra Cuba.

Varias de estas ideas no son de mi agrado, soy consiente de las desigualdades e injusticia que pueden generar muchas de ellas. Pero es el precio que tiene que pagar nuestra generación por quererse construir una utopía para la cual no existía una base sólida que permitiera su sostenibilidad. Carlos Marx explicaba que el socialismo no es un modelo para alcanzar el desarrollo. Es necesario una economía con un alto desarrollo de las fuerzas productivas para que una sociedad pueda enfrentarse al difícil camino de querer construir un modelo socialista.

No renuncio a esa utopía de construir un mundo mejor lleno de justica social para todos, pero es necesario empezar por el principio. Un niño antes de correr debe de aprender a caminar. Nuestra economía aun no sabe gatear.

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