Por Ivana Belén Ruiz Estramil - Asociación Euskadi-Cuba / Cubainformación.- Primero de Mayo, fiesta de la democracia
Cada cuatro o cinco años, dependiendo del país, se suele decir aquello de “es la fiesta de la democracia” refiriéndose a ese día en el que los ciudadanos depositan su voto, su “elección”, en una urna bien cerrada para que no entren moscas, a pesar de que de vez en cuando se cuele algún mosquito (cardúmenes en ocasiones). A eso se le llama fiesta de la democracia, pero a mí me parece que está un poco errado el término y creo que encajaría más en un Primero de Mayo, cualquiera de ellos, o mejor todos desde 1886, cuando en Chicago fueron ahorcados o condenados a otras penas, Samuel Fielden, Oscar Neebe, Michael Schwab, George Engel, Adolf Fische, Albert Parsons, August Vincent Theodore Spies, Louis Lingg.
Primero de Mayo como una de las festividades más internacionales del calendario, que paradójicamente no se celebra (institucionalmente) en el país que dio origen al mismo, Estados Unidos. Fiesta de la democracia que mueve montañas en Cuba, esa espinita clavada del verdugo de aquel 1886.
Fiesta de la democracia por congregar al sujeto en su condición de trabajador, sin mediar otro adjetivo, sin importar más andamiajes. Siglos se han pasado y aun se sigue saliendo a las calles por las mismas demandas. En algunos sitios, un Primero de Mayo con ánimo de fiesta, de conmemoración, en otros con ánimo reivindicativo, pero siempre salir a la calle, expresión de la opinión popular, y eso ¿no es una fiesta de la democracia?
