Luis Ernesto Ruiz Martínez/ Blog Visión desde Cuba. Los que tuvieron sobre sus hombros la ponsabilidad de conducir a Cuba por los caminos de la Revolución iniciada en aquel lejano 1868, siempre supieron dejar a un lado diferencias basadas en intereses personales, para unir fuerzas en un bien mayor: la independencia de la isla.
Ahora estamos en medio de una de las tantas jugarretas de los que solo desean hundirnos en el mar, con toda la gloria vivida, por su insatisfecha aspiración de apoderarse de Cuba.
Hoy los uniformes llevan tela de alta calidad, las armas también andan por el camino de las ideas y los blancos son muchos, pero en especial los jóvenes.
¿Tendremos acaso el derecho a seguir pretendiendo reconocimientos personales y efímeros en lugar de unirnos para enfrentar el verdadero enemigo común que no desmaya en su afán por acabar la obra de la Revolución?
Como padre y profesor universitario, creo sinceramente que no tenemos ese derecho. Aunque parezca mentira, lo que está en juego es la independencia de Cuba.