Así puede resumirse el contexto regional actual tras el anuncio de la retirada de la participación estadounidense en la agresión de que es objeto Siria, según un enjundioso ensayo del comentarista internacional Federico Pieraccini publicado en la Strategic Culture Online Journal de Moscú.
A poco de la elección de Donald Trump, los principales líderes de la Unión Europea (Merkel, Cameron y Hollande) manifestaban vacilaciones y síntomas de fracaso. Hollande cayó en las encuestas por sus políticas favorecedoras de los intereses de las élites a expensas de la cada vez más pobre y endeudada población francesa. Cameron, quien para evitar una victoria laborista bajo Jeremy Corbyn prometió una votación sobre el Brexit, perdió por ello su carrera política. La Unión Demócrata Cristiana (CDU) alemana, sufrió derrotas electorales sin precedentes por sus políticas migratorias y la Canciller Angela Merkel fue duramente criticada y obligada a renunciar a la presidencia del partido.
La situación empeoró en el Reino Unido al dimitir Cameron tras la votación del Brexit y, en Francia, Hollande tuvo que a renunciar a la idea de reelegirse dada a su evidente impopularidad.
Theresa May y Emmanuel Macron reemplazaron a Cameron y Hollande. Macron prometió un renacimiento francés y May, tuvo que negociar enérgicamente con la Unión Europea en aras de obtener las mejores condiciones posibles para el Brexit en marzo de 2019.
Mientras tanto, en Estados Unidos ha habido un fuerte forcejeo entre las élites de la guerra político-financiera por el dominio de la política exterior de Trump. El Presidente, por inexperiencia, ineptitud o intencionalmente, sucumbió ante el establishment de la política exterior con sus ofertas habituales de simultanear neoliberalismo e imperialismo brutal en un enfrentamiento llevó a la designación de Bolton y Pompeo como modus operandi entre las partes en pugna.
Tal fusión de neoliberalismo e imperialismo brutal en el manejo congresional de los asuntos de política exterior está en el centro de los problemas actuales entre Estados Unidos y el resto del mundo, y sólo está sirviendo para acelerar una transición hacia un orden mundial multipolar. El neoliberalismo y el excepcionalismo están ahora arraigados en la política de “América Primero”, combinando los peores elementos del imperialismo y los intereses de la oligarquía financiera.
En este caos generalizado que caracteriza al viejo continente, Trump quizás haya dado el primer paso sensato de su presidencia al anunciar la retirada de las tropas estadounidenses de Siria, ante las protestas de los imperialistas globalistas. Washington está siendo expulsado del Medio Oriente a causa de sus fracasos.
Mientras tanto, el Congreso estadounidense ha aprobado una condena a las acciones saudíes en Yemen y ha retirado el apoyo de EEUU al esfuerzo bélico de Riad, no por preocupación por la difícil situación de los civiles yemeníes que sufren bajo la embestida de las bombas suministradas por Estados Unidos, sino por el deseo de Washington de ganar aplausos por socavar a su aliado Mohammed bin Salman, anatematizado por las élites políticas y financieras euro americanas. Netanyahu vive una situación precaria por las investigaciones por corrupción a que están siendo sometidas su esposa y la mayoría de su gobierno. La reciente capitulación de Israel en Gaza, que llevó a la dimisión del Ministro de Defensa Avigdor Lieberman, junto con el reciente incidente con los rusos en Siria, así como la perspectiva poco realista de una guerra con Hezbolá, han reducido la imagen de Netanyahu dentro de Israel. Su tiempo se le acaba.
La obediencia ciega a la ideología globalista neoliberal, unida al daño que causa Trump a amigos y enemigos por igual, ha llevado a los líderes europeos y sus aliados del Oriente Medio a una precaria situación de pre crisis de deuda financiera que corre el riesgo de llevar al caos en próximos meses.
Y como si la situación de los líderes occidentales no estuviera suficientemente comprometida, sus pocas acciones conjuntas se deciden en Washington y tienen como objetivo antagonizar a China, Rusia e Irán. Después de 24 meses de la presidencia de Trump, los países europeos han terminado renunciando incluso a la pequeña apariencia de autonomía y soberanía que conservaban. Trump exige lealtad absoluta, sin dar nada a cambio.
*Manuel E. Yepe, periodista cubano especializado en política internacional, profesor asociado del Instituto de Relaciones Internacionales Raúl Roa de La Habana, miembro del Secretariado del Movimiento Cubano por la Paz.
- Especial para el diario POR ESTO! de Mérida, México.