Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.-


Considerada una de las grandes crisis entre Estados Unidos y la URSS, la llamada “Crisis de los Misiles de Cuba, en el mes de octubre de 1962, puso al mundo al borde de un holocausto nuclear, ante la intransigencia yanqui de no aceptar que la URSS colocara misiles, a solo 90 millas de sus costas, a pesar de que Estados Unidos tenía armas ofensivas en Europa, apuntando contra Moscú.

Vuelos espías de Estados Unidos sobre Cuba, en demostración de su agresividad e irrespeto a todas las leyes internacionales, descubrieron los emplazamientos de misiles balísticos de alcance medio R-12 y R-14, lo que motivó el revuelvo de los mandos militares yanquis y todo el proceso que eso conllevó hasta la aceptación de su retirada por la URSS, después que el presidente J.F. Kennedy le aseguró, verbalmente, a Nikita Kruschov, que Estados Unidos no invadiría militarmente a Cuba, ni lo harían otros países latinoamericanos.

Lo que los yanquis no divulgan es que desde 1959, cuando triunfó la Revolución popular encabezada por Fidel Castro, el gobierno norteamericano le impartió instrucciones a la CIA, para ejecutar acciones subversivas con el fin de derrocarla, iniciando el reclutamiento de cubanos prófugos de la justicia, acogidos como “refugiados” en Miami, con el propósito de comenzar sus planes terroristas.

La historia recoge miles de actos de ese corte, desde el mismo mes de enero de 1959, hasta la organización y financiamiento de una invasión con mercenarios entrenados por la CIA, por la Bahía de Cochinos en abril de 1961, aplastada en sólo 67 horas por el ejército y las milicias revolucionarias cubanas.

Kennedy reconoció públicamente el fracaso de la misma, pero como buen estadounidense no aceptó tal descalabro. De inmediato, ordenó diseñar una abarcadora operación que permitiera justificar una invasión a Cuba, con el ejército yanqui y así arrasar con la Revolución socialista, aunque para ello tuvieran que matar a medio pueblo.

La operación le fue presentada en el mes de noviembre de 1961, a sólo 7 meses del fracaso de Bahía de Cochinos, y la aprobó el 18 de febrero de 1962. Esta contemplaba medidas diplomáticas, de inteligencia, de guerra económica, comercial y financiera, psicológicas, interferencia televisiva, actos terroristas a gran escala y las militares.

Lo que nunca mencionan los yanquis en sus medios de difusión masiva, es que entre las militares había tareas que justificaran su ambicionada revancha contra Cuba, con una invasión de sus fuerzas navales, aéreas y la infantería, lo que dio lugar a una operación particular denominada “Northwoods”.

Northwoods le fue propuesta el 13 de marzo de 1962, al Secretario de Defensa por el General L.L. Lemnitzer, jefe de la Junta de Jefes del Estado Mayor y entre sus argumentos plasmaron:

Este plan, incorporando los proyectos seleccionados a partir de las sugerencias agregadas o de otras fuentes, puede ser desarrollado para concentrar todos los esfuerzos en un objetivo específico final, que proporcionaría la justificación adecuada para la intervención militar de Estados Unidos. Dicho plan permitirá una conformación lógica de incidentes que se combinaría con otros sucesos, que aparentemente no se relacionan, para enmascarar el objetivo final y crear la impresión necesaria de la imprudencia e irresponsabilidad cubana a gran escala, dirigida tanto a otros países como a Estados Unidos. El plan también integrará y sincronizará de manera apropiada, los procedimientos a seguir. El resultado deseado que se obtendría de la ejecución de este plan será, ubicar a Estados Unidos en la posición de aquel que sufre de un mal defendible, producto del imprudente e irresponsable gobierno cubano y desarrollar una imagen internacional de una amenaza cubana a la paz en el Hemisferio Occidental”.

Este engendro tenebroso con fecha marzo de 1962, desenmascara hasta dónde son capaces de llegar los yanquis por lograr sus objetivos. Contiene 9 tareas, todas con supuestas acciones del gobierno cubano, para dar pie a la respuesta militar de Estados Unidos, entre ellas:

“Organizar una operación similar a la del acorazado Maine. Para esto pudiera volarse un barco norteamericano en la Bahía de Guantánamo y acusar a Cuba de la acción”.

“Organizar una acción para crear un incidente, mediante el cual pudiéramos demostrar, convincentemente, que aviones “cubanos” derribaron una aeronave civil en un vuelo chárter procedente de los Estados Unidos, con destino a un país del caribe. El país se seleccionaría de tal forma, que el plan de vuelo tuviera que incluir el atravesar Cuba. Los pasajeros serían un grupo de estudiantes universitarios de vacaciones o cualquier otro tipo de grupo que pueda tener un interés similar”.

Por tanto, Cuba tenía todo el derecho de prepararse militarmente para evitar ser invadida por el ejército de los Estados Unidos, que ya se afilaban los dientes para limpiar su imagen de la derrota sufrida en las arenas de Playa Girón, en abril de 1961.

Estos elementos permiten comprender las razones del por qué los misiles soviéticos en Cuba, algo que las nuevas generaciones deben conocer, para aprender la lección de cómo los Estados Unidos, son capaces de fabricar pretextos cuando pretenden agredir a otras naciones.

Son ellos los verdaderos irresponsables y constituyen una amenaza para la paz mundial, lo que se pone de manifiesto en esta operación y en muchas más, ejecutadas en los siglos XIX, XX y XXI.

Por eso José Martí dijo con toda claridad:

“Sobre cimientos de cadáveres recientes y ruinas humeantes, no se levantan edificios de cordialidad y paz”.

La Columna
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