Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Aunque Estados Unidos declara públicamente que condena el terrorismo, en la práctica da abrigo y respalda a quienes ejecutan actos terroristas contra gobiernos que no son de su agrado, ni se arrodillan a sus pies.


Uno de esos ejemplos es el del cubano Carlos Alberto Montaner Suris, a quien recientemente el diario Nuevo Herald de Miami, le dedicó un artículo, calificándolo de “cubano ejemplar y defensor de la democracia liberal”, como si estallar bombas que causan la muerte de civiles inocentes, fuera cosa de aplaudir y defender, cuando por hechos similares en países de occidente, incluido los Estados Unidos, se sanciona con cadena perpetua.

Entre los calificativos escritos sobre ese terrorista prófugo de la justicia cubana, por colocar explosivos en el centro comercial Flogar, en el centro de la capital cubana, se pueden leer los de: “caballero andante cubano”, “comprometido con la libertad”, “coraje para disentir”, “capacidad para amar” y otras cursilerías sacadas de una estampa costumbrista de los años 40 del siglo XX.

¿Cómo calificar así a quien, sin el menor sentimiento de amor al prójimo, fue capaz de cometer un criminal acto terrorista, dentro de un centro comercial lleno de personas inocentes?

¿Qué le sucedería a un norteamericano que hiciera semejante acción en un centro comercial de Estados Unidos? ¿Lo considerarían un ciudadano ejemplar?

Indudablemente que no y los jueces le pedirían no menos de 70 años de cárcel.

Montaner es calificado en Estados Unidos como “exiliado político” y jamás sale a relucir su sórdido pasado terrorista, debido a que sus actos fueron ejecutados al servicio de la CIA.

En 1960 estuvo vinculado a la organización terrorista Frente Revolucionario Democrático (FRD), y según publicaciones fue creada por los oficiales CIA David Atlee Phillips y Howard Hunt, la que dirigió Antonio “Tony” Varona, junto a otros terroristas como José Ignacio Rasco y Rafael “Warry” Sánchez.

La bomba que colocó Montaner hirió a 15 personas, entre ellas una madre con sus dos pequeños hijos, que no murieron de puro milagro.

Por dicha acción terrorista fue detenido en su propia casa el 26 de diciembre de 1960, y se le ocuparon múltiples medios incendiarios de alto poder, para realizar otros hechos similares.  Fue juzgado en la Causa 6/61 de enero de 1961, declarado culpable y sentenciado a 20 años de prisión junto a los contrarrevolucionarios Alfredo Carrión Obeso, Néstor Manuel Piñango Pérez y Víctor Jorge Fernández Romero.

Logró fugarse de la cárcel, asilándose en una embajada latinoamericana y en poco tiempo recibió el salvoconducto del gobierno revolucionario para salir del país, no como hicieron los británicos con Julián Assange.

Con los años se convirtió en periodista, escritor y hasta profesor universitario en España, a pesar de su pasado terrorista, algo que nunca le permitirían a un miembro del ETA.

El “caballero andante”, mantiene estrechos vínculos con terroristas miembros de la Fundación Nacional Cubano Americana y de la ultraderecha española en el Partido Popular; además, por órdenes de los yanquis, participa en campañas anticubanas diseñadas por la USAID, la NED, la Office of Cuba Broadcasting y la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que funcionan como pantalla de la CIA para sus planes subversivos.

Su vena actoral para desempeñar tantos roles, parece le viene de familia, al ser primo de la excelente actriz cubana Rita Montaner Facenda, calificada por el pueblo como “La Única”.

En 1970 abrió la editorial Playor en España, para publicar sus libros y de otros autores que escribieran contra Cuba y el socialismo, como parte de la guerra cultural de la CIA para trabajar ideológicamente al sector intelectual cubano, tergiversar la obra de la Revolución y vender una historia distorsionada de la implacable guerra de Estados Unidos contra el socialismo en la Isla.

Igualmente crea la agencia de prensa Firmas Press y la organización contrarrevolucionaria Unión Liberal Cubana.

Esos años fueron de una amplia actividad para destruir a la Revolución cubana, del considerado “hombre ejemplar con amplia capacidad de amar”, quien debía seguir todas las instrucciones de la CIA para matar de hambre y enfermedades a una nación.

En esa línea de trabajo, fue orientado a organizar varios congresos en Europa y Latinoamérica, con dinero de la NED.

Bajo órdenes y financiamiento de la CIA, el 14 de agosto de 1990 fundó en Madrid, el centro de subversión ideológica: Plataforma Democrática Cubana, bajo los efectos embriagadores del derrumbe del socialismo en Europa, soñando que Cuba caería por el efecto dominó.

Esa Plataforma trató de aglutinar a otros grupos chupadores de dinero fácil, entre ellos el Centro de la Democracia Cubana, fundado en Miami por Enrique Baloyra; el Partido Demócrata Cristiano de Cuba, constituido en Miami por José Ignacio Rasco; la Unión Liberal Cubana y otros grupúsculos en la Isla. La pretensión era influenciar en los partidos europeos para presionar al gobierno cubano.  Nada funcionó, pero Montaner debe haberse ganado miles de dólares en esa jugada.

Al año siguiente, conjuntamente con la Fundación Nacional Cubano Americana, dirigida por el también terrorista y agente CIA Jorge Mas Canosa, se crea la Coalición Democrática y la Concertación Democrática.

La idea fija de derrotar el socialismo en Cuba era delirante, pero una vez más la realidad los golpeó fuertemente. El pueblo cubano resistió unido, a pesar de tantos planes y acciones de la criminal guerra económica, comercial y financiera impuesta por los yanquis. 

Concertación Democrática surgió en septiembre de 1991 bajo el maleficio del fracaso, al incorporar en la misma a Elizardo Sánchez Santa Cruz y Pacheco, Oswaldo Payá Sardiñas, María Elena Cruz Varela, Roberto Luque y Gustavo Arcos, todos luchadores por los dólares yanquis, pero sin pizca de ideología. Poco duró el merengue a la puerta de la escuela y el dinero una vez más perdido, entre bares y restaurantes.

Esa es la verdadera historia de un terrorista dispuesto a asesinar inocentes, ahora transformado en “caballero”, pero como afirmó José Martí:

“Las naciones crecen porque las orugas se arrastran”

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