Geraldina Colotti - Resumen Latinoamericano / Cubainformación.-  La noticia, todos lo habéis leído, es de esas que hay que acordonar los quioscos para evitar la embestida de lectores ávidos de tramas y verdades reveladas: Hugo Chávez y Fidel Castro, desde el más allá, habrían pirateado el sistema electoral norteamericano produciendo un software específico para ayudar a Biden a ganar. Actuando en su nombre, el pérfido "dictador Maduro". ¿No paras de reír porque no crees en los burros que vuelan sino solo en las madonas que lloran en alguna procesión?


Significa que no tiene debidamente en cuenta la fuerza material que toman ciertas teorías, en el pandemonio suscitado por la anarquía del capitalismo. Mientras decía tonterías, la abogada de Trump siguió vertiendo lágrimas calientes y una buena parte de los estadounidenses, predominantemente blancos, supremacistas y de clase media, se identificaron con ella prometiendo fuego y llamas contra el enemigo de todos los tiempos: el comunismo. La estrategia de las emociones forma parte de la propaganda bélica, y funciona de maravilla en las guerras de un nuevo tipo, presentadas a distancia y en forma de videojuego.

El paradigma de la víctima merecedora, que ha sustituido a la figura del héroe, confunde los términos del conflicto de clases: a nivel político encubre culpables y responsabilidades, a nivel social transforma el curso de una enfermedad terminal o la recuperación de un accidente de tránsito en un ejemplo mítico a seguir. Y ahora está jugando en favor de Trump.

Como escribe la ensayista francesa Anne-Cécile Robert en un volumen agudo titulado La estrategia de la emoción, la mirada victimaria, simplista por definición, nos impide preguntarnos por las causas, descifrar la secuencia de los hechos. Elimina la delicada y espinosa cuestión de la responsabilidad, si no el sentimiento de culpa, de quién está en el gobierno o de la llamada "comunidad internacional" en las agresiones imperialistas.

Tomemos a una madre que corre bajo las bombas con un bebé en brazos. Una imagen contundente que produce una empatía inmediata: lo suficiente para aprobar la tesis del "dictador asesino", incluso si los muy democráticos europeos o los "libertadores" norteamericanos están tirando las bombas. El uso de la emoción, la transformación de cualquier gamberro en ángel por el mero hecho de morir en un accidente de coche, coincide con el llamado "fin de las grandes narrativas políticas", ya sea el marxismo o las epopeyas nacionales que han constituido referentes ideales los pueblos oprimidos. Se une al llamado fin de la historia a favor del eterno presente de la posverdad (la verdad de los posts en la red), en el que ha dejado lugar la peor de las ideologías: la del fin de las grandes ideologías. La lágrima llena el vacío dejado por la reflexión, por el pensamiento.

Además, imaginar tramas, señalar enemigos imaginarios, mueve masas de gente nublada, en los Estados Unidos, pero también en Europa. Incluso imaginar conspiraciones, evita cuestionar y sentirse responsable, para admitir su parte en la comedia.

Trump sabe de conspiraciones, dado que, entre otras cosas, logró que la empresaria Marjorie Taylor Greene fuera elegida por amplia mayoría. La empresaria, que arrasó en Georgia y ganó un escaño en la Cámara por los Republicanos, es el rostro más conocido de la secta QAnon, un grupo de conspiración digital en el que Hitler y el ku-klux-klan aparecen como querubines. Había ganado las primarias republicanas con el lema: "Salvar a América, detener el socialismo", y en los carteles electorales estaba armada con un rifle semiautomático con el que amenazaba a los "terroristas de Antifa".

Versión 2.0 del macartismo habitual, que se remonta a principios de los años cincuenta del siglo pasado. Excepto que, en aquel momento, el "peligro rojo" provenía de una gran parte del mundo, lo que indicaba la posibilidad concreta de liberarse del capitalismo. Hoy, treinta años después de la caída de la Unión Soviética, los países que se refieren al socialismo son solo unos pocos puntos del globo. Sin embargo, el gran temor que siente la burguesía se renueva en la resistencia de los pueblos que, como el cubano y el venezolano, han resistido cualquier tipo de agresión: desde 1959 el pueblo cubano y desde 1998 el pueblo venezolano.

Donde falla con mercenarios, con drones explosivos, con esas verdaderas bombas silenciosas constituidas por las llamadas "sanciones", el imperialismo utiliza la estrategia de las emociones y la construcción de una realidad 2.0., en la que mover un teatro de falsas instituciones internacionales y personalidades inexistentes en sus propios países, pero presentes en los medios internacionales. Venezuela es, en este sentido, un caso escolar.

El autoproclamado presidente interino, Juan Guaidó, es una construcción similar a la del obscuro "Observatorio Libre Sirio", tan inconsistente como nefasta en el momento del ataque a Siria. La demonización de Nicolás Maduro, retratado al mismo tiempo como incapaz de gobernar su propio país, pero omnipresente y omnipotente en cada derrota electoral de los gobiernos neoliberales, es lo más grosero que puede digerir un cerebro humano. Sin embargo, funciona, incluso para el paladar ultra-dudoso de los eurodiputados, también del antiguo “centro-izquierda”: los mismos que, mientras elogiaban a Biden y desataban a Trump por su gestión "populista" posterior a la votación presidencial, prácticamente se reunieron con el autoproclamado, que nadie eligió en Venezuela.

Más. La Unión Europea ha renovado por otro año más las medidas coercitivas unilaterales de Trump contra Venezuela y está a punto de “desconocer” la elección n. 25 que tendrá lugar en Venezuela el 6 de diciembre. Mientras tanto, ni una palabra sobre la masacre diaria de líderes sociales y excombatientes de las Farc en Colombia, sobre la masacre policial en Lima, Perú, donde tiene su sede una de las instituciones internacionales artificiales creadas contra la Venezuela bolivariana, el infame Grupo de Lima.

Un aquelarre de malhechores con el que se relaciona la Unión Europea, independientemente de que, en sus propios hogares, haya países que se niegan a ofrecer las famosas garantías en materia de derechos humanos que la UE pretende imponer en los hogares de los demás. Mientras se prepara para ratificar el acuerdo neoliberal con un Mercosur privado de la Venezuela socialista, la Unión Europea concluye un lucrativo acuerdo policial latinoamericano con países que prefieren dedicar su dinero a la represión. Después de exportar lawfare, después de exportar grandes firmas de seguridad privada, ahora es el turno de los acuerdos policiales.

¿Con qué derecho, con qué arrogancia neocolonial la Unión Europea pretende impedir el desarrollo de la vida democrática en Venezuela, un país soberano, que respeta las leyes que establece su propia constitución? ¿Con qué derecho el Senado francés, en plena pandemia, sigue la línea italiana y recibe el 2 de diciembre a un autoproclamado criminal que viaja por el mundo para robar el dinero del pueblo venezolano? ¿Por qué este señor, si está tan seguro de que tiene apoyo en su país, no se presenta en las elecciones como lo está haciendo la gran mayoría de la oposición venezolana?

Cuestiones que la simplificación del mensaje impuesta por los medios hegemónicos también a través del paradigma de la víctima merecedora, en este caso el autoproclamado ladrón transformado en querubín perseguido, prohíbe preguntar. El hecho que a caer en la trampa de considerar la revolución bolivariana como un sistema autoritario, sin embargo, sean también compañeros que suelen ser tan sensibles a la hora de denunciar injusticias en otras partes del planeta, no puede dejar de preocupar.

“La Unión Europea debe reconocer el resultado de las elecciones del 6 de diciembre en Venezuela”, titula una petición internacional en varios idiomas que, en solo dos días, recogió más de 2.200 firmas. Puede encontrarla en la plataforma multimedia de información francesa https://www.les2rives.info/petition6d, y lo invitamos a firmarla, así como hicieron algunas importantes personalidades del mundo político o intelectual.

 Así reza la petición de la Red Europea en solidaridad con la revolución bolivariana: “El 6 de diciembre de 2020, tal como lo estipula su Constitución, los ciudadanos venezolanos están convocados a elegir nuevos representantes a la Asamblea Nacional.

Además de la pletórica diversidad de propuestas políticas (107 partidos en liza, 14.400 candidatos para los 277 escaños parlamentarios), esta elección representa, sobre todo, una salida democrática, legal y pacífica de la crisis política e institucional generada, en enero de 2019, por la autoproclamación de Juan Guaidó como "presidente interino" de Venezuela.

En el transcurso del año 2020, las discusiones entre el gobierno y la oposición decidida a retomar la senda constitucional han llevado al establecimiento de nuevas garantías electorales, aceptadas unánimemente por todas las tendencias políticas involucradas en este proceso electoral.

A pesar de sus reiterados llamamientos al diálogo en Venezuela, la Unión Europea se negó a aceptar este nuevo consenso democrático. Y decidió, finalmente, rechazar la invitación del Estado venezolano a enviar observadores para garantizar el buen desarrollo de los escrutinios.

Esta contradicción es producto de la permanente presión de la administración de los Estados Unidos, inmersa en una operación cuya prioridad no es el respeto a la democracia o a los procesos electorales, sino el “cambio de régimen”, cueste lo que cueste. Este alineamiento con la política de los halcones de Washington es una grave señal de abdicación de una política exterior independiente que se venía exhibiendo en numerosos discursos de intención.

Si la Unión Europea apostara verdaderamente a ser un vector de paz en un mundo de turbulencias, no debería sostener la vía de la violencia y de la confrontación en Venezuela.

Por eso pedimos a la Unión Europea que respete el resultado electoral del próximo 6 de diciembre, y apoye la voluntad democrática de los venezolanos”.

Muchas organizaciones se han adherido a nivel europeo. Entre ellos, Venesol, que tiene su sede en Bélgica, donde fundamos la Red Europea del Solidaridad con la Revolución Bolivariana.

Venesol dice: “Desde Bélgica, Bruselas, Venesol se une a la iniciativa de la Red Europea de Solidaridad con la Revolución Bolivariana apoyando la petición que exige el reconocimiento de los resultados electorales que se van a llevar a cabo en Venezuela el 6 de diciembre por parte de la Unión Europea. Hasta ahora, la Unión Europea ha seguido ciegamente las políticas de agresión de los Estados Unidos, con Venezuela, aplicando sanciones, secuestrando y adueñándose bienes que no les pertenece y lo más ridículo: reconociendo al autoproclamado sinvergüenza títere de los Estados Unidos. Pensamos que es un buen momento para que Bruselas deje su complicidad genocida, que se desmarque del acoso criminal que le ha costado vidas valiosísimas a Venezuela y le ha hecho la vida imposible a los y las venezolanas. Si la palabra «democracia» aun significa algo para los gobiernos Europeos, les cobramos la palabra y le pedimos que se pongan a la altura del momento, reconociendo las soberanas opciones del pueblo Venezolano”.

En cuanto a las declaraciones de Trump, el canciller venezolano, Jorge Arreaza, respondió con ironía: "Hay varios niveles - tuiteó -: mentira, absurdo y burla. Sin duda, culpar al comandante Chávez por la derrota de Trump es ridículo hasta el enésimo grado. Tal demostración de debilidad, a su vez, tiene un lado sabroso, parece un chiste”. El canciller cubano, Bruno Rodríguez, en cambio reaccionó con un lacónico: "Cuba no se entromete en los asuntos internos de otros países".

La imaginación de los internautas, sin embargo, se desató al mostrar también una caricatura con el comentario del Papa Bergoglio: "Si se demuestra que fue Chávez quien tumbó a Trump, es importante comenzar inmediatamente el proceso de su canonización: ¡Hugo Chávez santo ya!"

 Nota: Un resumen del programa semanal Brecce se puede escuchar en Radio Quarantena (https://www.spreaker.com/show/radioquarantena)

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