Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- En estos días de febrero 2022, la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba publicó un comunicado donde expresan su desaprobación respecto a ciertos artículos del Código de las familias, en momentos que este es analizado por el pueblo, como prueba de la democracia del sistema cubano que tanto demonizan los yanquis y sus aliados.


Dicho comunicado evidencia que los Obispos cubanos pretenden darle un carácter de “ideología política”, a un tema que trabaja por reconocer la realidad actual de las familias cubanas, cambiante como la vida misma, otorgarles derechos a todos, sin discriminar a nadie y fortalecer la célula fundamental de la sociedad.

Ahora se declaran defensores de ciertos valores y derechos que la Iglesia Católica no tuvo en cuenta en 1960, cuando junto a la CIA le mintieron a padres y madres cubanas, bajo el invento de que la Revolución los privaría de la Patria Potestad, logrando sacar de la Isla a 14 mil 048 niños sin acompañantes, en la execrable Operación Peter Pan, que tanto daño causó en esos infantes.

En este sentido, repiten la añeja farsa al afirmar:

“El Proyecto está permeado por lo que se conoce como ideología de género. “Esta ideología es algo peligroso y puede resultar tan dañino para la humanidad, porque con ella, ya el ser humano no tiene que respetar un dato previo de tipo biológico, fisiológico, hormonal y psicológico, entonces el hombre está llamado a construirse a sí mismo y rehacerse y reidentificarse continuamente, y pareciera que no hay ningún límite que no pueda o deba transgredir. Una mirada atenta a la historia demuestra que cuando el hombre rompe las leyes de la naturaleza, el final no es feliz para él”.

 

Quienes insisten en la procreación y se oponen al aborto e incluso a los medios anticonceptivos, dicen estar “preocupados” por la gestación solidaria, solución científica que ayudará a aquellas mujeres que no pueden embarazarse, que traerá felicidad a cientos de familias cubanas, al igual que la filiación asistida y la adopción, decisiones que benefician a niños y niñas sin amparo filial, elemento muy humano y apreciado por la población que lo necesita.

Tampoco ven con buenos ojos los conceptos “responsabilidad parental” y “autonomía progresiva del menor”, calificándolos de “ideológicos”, pues según ellos “crea suspicacias y ambigüedades que debilitan el concepto de la Patria Potestad”.

Cierran el documento exhortando al diálogo y la escucha, porque “la Iglesia no rechaza a nadie, acompaña y acoge a todos y les propone la vivencia del Evangelio”, como su el proyecto del nuevo Código de las familias lo hiciera.

Hay que tener mucha paciencia para leer estas consideraciones, de una organización que históricamente ha sido y es, protagonista de escándalos de homosexualismo y pederastia en el mundo, con miles de hombres gay arropados tras las sotanas para hipócritamente expresar que: “se debe respetar un dato previo de tipo biológico, fisiológico, hormonal y psicológico”.

El proyecto del Código de las familias reconoce el derecho de todos y todas las familias, con sus características diferentes. Es inclusivo y brinda derechos iguales sin excluir a nadie, porque ante Dios todos son sus hijos sin distinción de ningún tipo.

Los obispos cubanos se oponen a la educación sexual impartida en las escuelas, “por no tener en cuenta suficientemente el derecho de los padres en la educación sexual de sus hijos, y también por las graves consecuencias en la formación de niños, adolescentes y jóvenes”. Falso alegato que intenta desprestigiar el sistema educacional de Cuba.

Si en otros países se educara a niños, adolescentes y jóvenes en los temas de la sexualidad, quizás no hubiese que lamentar tantos casos de pederastia infantil ocurrida en escuelas católicas, llevados a cabo por sacerdotes homosexuales, como sucede en España, donde el gobierno está preocupado por la cantidad de casos detectados y planifica crear una comisión para investigar los abusos sexuales en la Iglesia católica contra menores de edad, según reconoce la Conferencia Episcopal de España, quien contabilizó 220 investigaciones desde el año 2001, según confirmó a la cadena de prensa CNN un portavoz de esa institución.

 

Sobre ese despreciable accionar de los sacerdotes pederastas, el propio Papa Francisco expresó su vergüenza por la respuesta de la Iglesia a los supervivientes de abusos sexuales en Francia.

Para evitar tales hechos, la educación cubana prepara a sus educandos, a fin de que no sean engañados por adultos pederastas.

La Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, en vez de atacarla con razones políticas que no tienen fundamento, debería aprobarla para que en la Isla nunca suceda lo que fue descubierto en Francia, donde 216.000 menores fueron abusados sexualmente por miembros del clero católico, entre 1950 y 2020. Hechos similares se presentan en Portugal, Alemania y otros países latinoamericanos.

No por gusto el Cardenal alemán Reinhard Marx, señaló en una conferencia de prensa: “la Iglesia ha sido un lugar de miedo y daño”.

Por tanto, quienes están manchados del pecado de la lujuria y delitos de pederastía continuada, deberían abstenerse de criticar un Código que protege y reconoce los derechos de todas las familias cubanas.

Deberían repasar lo que dijo José Martí cuando aseguró:

“El mejor modo de defender nuestros derechos, es conocerlos bien. Toda nación será infeliz en tanto no eduque a todos sus hijos”.

La Columna
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