Paco Azanza Telletxiki - Cubainformación - Baraguá.- En relación a la guerra que se vive estos días en Ucrania, la creencia generalizada es que la comenzó Rusia. Craso error por parte de la gente honesta que se lo cree; mayúscula mentira de quienes, de manera interesada, transmiten la versión de que fue así.


Es muy fácil culpar a Rusia y que gran parte del mundo se lo crea; no en vano la mayor parte de los medios de (des)información (falsimedia) están en unas pocas manos y al servicio de los perversos intereses de la reacción mundial.

Pero lo cierto, sin embargo, es que la mencionada guerra comenzó hace ocho años y no hace unos días, como nos cuentan. Esta la inició el imperialismo yanqui con el apoyo de otros gobiernos occidentales, que no sólo apoyaron, sino que previamente prepararon un golpe de Estado que finalmente fue asestado contra un gobierno legítimo.

A partir de ahí, el pueblo de Donbass nunca dejó de ser agredido por el gobierno golpista y el actual. El partido comunista, por ejemplo, fue prohibido en Ucrania y sus militantes perseguidos, al igual que todos los activistas antifascistas. De ese tiempo a esta parte, más de 14.ooo personas han sido diezmadas por los nazis-fascistas. Todo el mundo sabe, también, que es la OTAN con sus soldados y bases militares quien rodea amenazante en las fronteras rusas. Y de sobra se conoce qué países conforman la organización terrorista más sanguinaria del mundo.

Con el conocimiento de esta breve información podemos preguntarnos: ¿quién comenzó realmente la guerra? La respuesta la omito, por obvia.

Pero, exactamente, no era de esto de lo que quería hablar, sino de la desfachatez de los gobiernos occidentales que intentan hacer creer que lo que les preocupa es el pueblo ucraniano.

Esto, por supuesto, es mentira. La población de Ucrania siempre les ha importado un carajo a toda esa gente que solo son sensibles al poder y al dinero. Ejemplos de esto que digo existen por doquier. Me centraré sólo en uno para no extenderme demasiado.

El 26 de abril de 1986, hace ya 30 años, un terrible acontecimiento estremeció al mundo. Me estoy refiriendo a la explosión del IV reactor de la central ucraniana de Chernobil, ubicada a unos 138 kilómetros de Kiev, la capital.

Ante tamaña tragedia, las autoridades de la entonces Unión Soviética pidieron ayuda internacional. Y, ¿casualidad?, sólo un país les echó una mano. Plenamente consciente de que la solidaridad es la esencia del socialismo, Cuba revolucionaria no dudó en ayudar de manera ingente y altruista al pueblo ucraniano. Ninguno de los países, cuyos gobiernos ahora fingen profunda preocupación, ofrecieron ayuda. Más bien se dedicaron a criticar a la URSS; su supuesto humanismo quedó en entredicho

Lo digo bien alto: CUBA, agredida y bloqueada por el imperialismo yanqui, SÍ LO HIZO.

A primeros de 1990 y con el objetivo de estudiar el alcance del accidente nuclear, así como ver de que manera se podía ayudar, un grupo de especialistas cubanos viajó a la zona del siniestro. La evaluación pronto obtuvo los primeros resultados: en marzo de aquel mismo año, una avanzada de 139 niños afectados por diversas enfermedades oncohematológicas fueron recibidos en el aeropuerto internacional José Martí de La Habana por el propio Fidel. Nacía así el Programa de Atención a los niños de Chernobil, promovido por el Jefe de la Revolución y apoyado de manera entusiasta por toda la población. En julio llegaron más afectados a Cuba desde Rusia, Bielorrusia y Ucrania. A partir de entonces, todos los años visitaron la Isla una media de 2.000 niños procedentes de los tres países ya mencionados, así como de Moldavia, Armenia y otras naciones europeas. Atendidas en el Hospital Pediátrico de Tarará por los médicos cubanos, el mencionado Programa de Atención a los niños de Chernobil benefició a más de 25.000 niños y niñas.

Decía unas líneas más arriba que el pueblo apoyó con entusiasmo la decisión gubernamental de ayudar a los damnificados, y existen no pocos ejemplos que lo certifica. Especialmente reseñable es la humana actitud que tuvieron los niños cubanos: estos cedieron un importante espacio de descanso y recreación infantil, como era el Campamento de Pioneros José Martí de Tarará, para que, a partir de entonces, fuera utilizado en la recuperación de las victimas del accidente nuclear que llegaban a la Isla.

Bloqueado por el gobierno de los Estados Unidos e inmersos en un duro Período Especial, Cuba hizo lo que ningún país quiso hacer: acoger a los afectados de la catástrofe nuclear para organizar un programa integral de salud que, además de masivo, siempre fue gratuito.

Esto sí es demostrar preocupación por el pueblo de ucraniana y de otros países, no lo que nos quieren hacer creer ahora los gobiernos que conforman la OTAN. Cierto que los gobiernos occidentales, entonces, no eran los mismos que los de ahora, pero sus ansias dominadoras y usurpadoras sí. Esta devastadora enfermedad mental, lejos de disminuir, ha ido sin duda en aumento.

 

(Baraguá)

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