Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Aunque parezca inverosímil los derechos humanos tienen dos caras como las monedas, una cuando se trata de países que no aceptan someterse a los Estados Unidos y otra opuesta si las violaciones son cometidas por los propios Estados Unidos, naciones aliadas y/o en aquellas que tienen gobiernos que agachan la cabeza ante sus órdenes imperiales.


Ejemplos son muchos y variados, los cuales reciben tratamientos diferentes por la oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, el Consejo de Derechos Humanos, el Parlamento Europeo, la OEA y las ONG que se dedican a esa temática.

Cuba, Venezuela, Nicaragua, China, Rusia, Irán o Siria son satanizadas de forma permanente por Estados Unidos y sus aliados, a partir de la construcción de violaciones inexistentes que buscan conformar matrices de opinión, para empañar la imagen de sus gobiernos, algo que se verifica en los documentos oficiales yanquis desclasificados y en declaraciones de altos funcionarios.

Entre los documentos clasificados y archivados en la Biblioteca Lindon B. Johnson, en Austin, Texas, existe un memorando del Estado Mayor Conjunto, fechado el 30 de octubre de 1964 dirigido al secretario de Defensa, para desarrollar armas biológicas contra Cuba, bajo el nombre clave de Square Dance (Baile de Cuadrilla), hecho que representa una total violación a los derechos humanos de toda una nación, pero no son sancionados.

 

Square Dance tenía como objetivo destruir la economía cubana, mediante la introducción por vía aérea desde el exterior, de un parásito llamado Bunga, para afectar la caña de azúcar y provocar la reducción de la producción cubana. Similares acciones ejecutaron contra la flora, la fauna y la salud humana, entre ellas las epidemias de la Meningitis, el Dengue Hemorrágico, la Conjuntivitis Hemorrágica, la Fiebre Porcina Africana, la Roya de la Caña, la Tristeza del Cítrico, la Sigatoka Negra contra las plantaciones de plátanos o bananos y muchas enfermedades más. Ninguna recibió el rechazo de la ONU.

En 1975 ante denuncias públicas, se conformó el “Comité Church”, denominado así al estar dirigido por el senador Frank Church, presidente del Comité Senatorial Selecto que estudió algunos planes de la CIA y Operaciones Gubernamentales, para asesinar al líder cubano Fidel Castro Ruz, incluso con el apoyo de la mafia ítalo-norteamericana responsable de múltiples asesinatos, el tráfico de drogas, el juego y el negocio de la prostitución dentro de los propios Estados Unidos.

A pesar de las revelaciones, nadie fue juzgado por esos actos ni el gobierno de Estados Unidos condenado internacionalmente por planificar el asesinato de una persona.

Tampoco la Unión Europea ni la OEA, alzaron su voz para sancionar a Estados Unidos por las cárceles secretas de la CIA, incluidas las torturas ejecutadas en la Base Naval que tienen en la bahía de Guantánamo, al sur de Cuba.

Las invasiones a Iraq, Afganistán, Libia y Siria, al parecer no son consideradas violaciones a los Derechos Humanos, a pesar del saldo de cientos de miles de civiles muertos y mutilados, la destrucción de ciudades enteras, hospitales, escuelas, fábricas y edificios públicos, incluso los de alto valor patrimonial.

Ante tales delitos, Estados Unidos no ha sido señalado como un estado violador por tales crímenes de lesa humanidad; tampoco recibió sanciones económicas por la salvaje represión contra los negros estadounidenses, como el asesinato vil contra George Floyd y otros por el estilo, entre ellos el de Edward Bronstein, detenido en un control vial en California, que también la policía esposó y tiró al suelo, a la vez que le presionaron el cuello con las rodillas hasta asfixiarlo.

 

Bien diferentes son las sanciones que reciben Cuba, Venezuela, Nicaragua e Irán, con una guerra económica declarada para acabar con sus economías y hacerle creer a los ciudadanos que son gobiernos “fallidos”, mediante campañas para cambiar la opinión popular, viejo método estampado en informe propuesto en 1961 por Arthur Schlesinger, asistente especial del presidente J.F. Kennedy, que dice:

“Nuestra misión es redefinir el conflicto en Cuba, de modo que haga cambiar la opinión pública, no solo en este hemisferio, sino también en Europa, África y Asia”.

Hoy con el uso de las nuevas tecnologías, especialistas yanquis afirman que la mente humana se ha convertido en una nueva esfera de la guerra, tomando en cuenta el creciente papel que desempeñan las tecnologías de la informática y las comunicaciones, junto a la enorme cantidad de información que se produce. De ahí el desarrollo de instrumentos para ejecutar la guerra informática con las neuro-armas.

En 1996, la Rand Corporation, del Instituto de Investigaciones para la Defensa Nacional de Estados Unidos, preparó un estudio para el Departamento de Defensa, donde afirma:

Es nuestro interés ayudar a la apertura y forzar el surgimiento de una sociedad civil independiente, mediante el empleo del enlace de Cuba a Internet, utilizándola para transmitir noticias y análisis variados”.

Al observar el arsenal de armas biológicas que el Departamento de Defensa de Estados Unidos colocó en Ucrania y la manipulación mediática que hacen con la opinión internacional para evadir una condena, se comprueba el tratamiento diferente al tema de las violaciones de los Derechos Humanos, cuando el transgresor es Estados Unidos, que cuenta con la total complicidad de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, el Parlamento Europeo, el Consejo de Derechos Humanos y los integrantes del Consejo de Seguridad de la ONU, quienes jamás se reúnen para sentar en el banquillo de los acusados al verdadero criminal de guerra en este planeta.

Las constantes masacres de líderes sociales campesinos en Colombia o las que ejecuta Israel contra civiles palestinos, incluidos niños inocentes, no son señaladas por los yanquis y sus secuaces como violaciones a los derechos humanos y, por tanto, nadie los sanciona.

 

Esas son las dos caras de la moneda.

 Razón tenía José Martí cuando afirmó:

“Ver en calma un crimen es cometer otro”.

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