Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- El 17 de marzo de 1960, la CIA recibió la aprobación del presidente de los Estados Unidos, Dwight Eisenhower, para ejecutar el primer Programa de Acciones Encubiertas contra Cuba, cuyo objetivo era provocar la sustitución del régimen de Fidel Castro, lo que sirvió de base a la invasión mercenaria por Bahía de Cochinos, con una brigada de asalto compuesta por 1,200 hombres entrenados y armados por la CIA, bajo el nombre clave de Operación Pluto, iniciada el 17 de abril de 1961.   


La brigada mercenaria actuó bajo el mando del agente CIA Grayston Lynch y el oficial William Robertson. En la sala de mando del centro principal de la CIA dirigían el desembarco, Richard Bissel, director de Planes Especiales, su jefe adjunto Tracy Barnes, el general Charles P Cabell, subdirector de la CIA, Howard Hunt, más Frank Droller, Davis Phillips y Jack Esterline.

La Operación Pluto constituía el proyecto más amplio y poderoso organizado por la CIA, en colaboración con el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, de ahí la atención que le daba la más alta dirección de la Agencia Central de Inteligencia yanqui, porque el fin era tomar una cabeza de playa y traer desde Miami a un gobierno títere que respondiera a los propósitos imperiales.

La invasión fue repelida por el ejército y las milicias populares cubanas, apoyados por todo el pueblo y con Fidel Castro al frente de las tropas. En menos de 69 horas los mercenarios fueron derrocados, a pesar del apoyo militar y político del gobierno yanqui que elaboraba partes falsos sobre triunfos inexistentes.

 

Esa fue la derrota más patética y humillante que recibiera la CIA y la Casa Blanca en la historia, de ahí el odio irreconciliable que sienten por la Revolución cubana y es la razón por la que no cesan de conformar planes subversivos con el sueño de ver destruido un proceso popular auténtico, a fin de que no sirva de ejemplo a otros pueblos del mundo, algo que no han podido lograr en 63 años.

Ante tal situación, el 24 de abril de 1961, Pierre Salinger, primer secretario de prensa de la Casa Blanca, confirmó la total responsabilidad del presidente John F. Kennedy, en el papel desempeñado por los Estados Unidos en dicha invasión.

Ese acto violatorio del derecho internacional no fue condenado por el Consejo de Seguridad de la ONU, ni la OEA ni otros organismos internacionales, a pesar de los bombardeos sobre poblados campesinos que dejaron centenares de muertos y mutilados, que los yanquis califican como “daños colaterales”.

Estos son los señores que hablan de derechos humanos, cuando son los mayores violadores del mundo que no respetan el derecho a la vida de millones de personas en el planeta y pretenden matar por hambre y enfermedades a los cubanos que se niegan a someterse a sus órdenes, porque como afirmó José Martí:

“Una vez gozada la libertad, no se puede ya vivir sin ella”

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