Camiseta a rayas blancas y azules claras, pelo rubio amontonado sobre el casco que debería contener el cerebro, mirada con ojos secos, duros, fijos, cara escurrida rosacea, y cuello endurecido por nervios que le salen a los lados, un momento después y abre los labios para vocear su bilis, ha tocado la tecla del trastorno, es la imagen de alguien que insulta ante las cámaras a una mujer a la que va a buscar expresamente. El insultador suelta un escupitajo y a esa bajura, la gente que se para le reconoce, es un deshecho que grita revuelto en el fondo del pozo de aguas sucias, desde la defecación.


Los insultantes se han pasado meses en la calle frente al Consulado de Cuba en Barcelona agrediendo de palabra y de obra, y la falta de responsabilidad de quienes se hacen cargo de la ciudad y del Estado han acompañado con su mirar a otro lado, que fácil es no aplicar el Derecho. Ha sido la gente valiente más diversa la que ha puesto freno al grupo de bandidos, que sintiéndose inútiles exponen sus faltas ante el resto de la población.

Las agresiones sucesivas enseñan un hilo conductor, más cuando al otro lado del Atlántico, en Miami se revuelcan la bilis les sube agria a la embocadura de la cara.

Téngase en cuenta que el insultante de palabra y obra es un incapaz que manifiesta su frustración, un culpable que no soporta su propio peso al sentirse tan poca cosa, y saca a la luz el grito primitivo que si con ello quiere agredir él se agrede.

El insultante lo que hace es decir que no asume su propia responsabilidad, porque él lo hace en estado que no soporta. El insultador dice a los demás qué le ocurre, su debilitada autoestima no le deja asumirse y lo que hace es insultar. Con eso muestra su falta de equilibrio, lo que le hace perder el control y se pierde el respeto a él mismo. Insulta frente a alguien a la búsqueda de que la otra parte le haga entrega de su autoestima.

En numerosas ocasiones el resultado que obtiene el insultante es un correctivo que le desequilibra más. De ahí para allá se encuentra ante la obligación de “recoger velas” y verse en el insulto, pocas veces es capaz. Dos opciones, excusarse con la otra persona, o insultarse sin parar rebajándose y rebajándose ante los demás. No le queda más que soportar las consecuencias sociales de su falta de empatía y su desordenado y deshecho interior. Es fácilmente reconocible el personaje que ha perdido la flexibilidad para avanzar en el conocimiento, ese no tiene posibilidad ninguna de ver y andar cambiando todo lo que le hunde en su frustración.

Ejemplo es el caso que hemos conocido: el tipo descrito al principio insulta a una mujer de forma que manifiesta que no tiene nada en la cabeza, debajo del casco sobre el que tiene el montón de pelo amarillo. Habría que saber que clase de frustración le causa semejante irracionalidad, ese malestar, esa inutilidad que es negación de sí mismo.

Si alcanza la necesidad de mejorarse y verse mejor, de reconocer su propia decadencia, se verá frente a frente con el impulso urgente de abrazar una idea humana, razonable, empática, y abandonar, también de forma urgente, la irracionalidad, expulsar cuanto le pesa, cuanto le revuelve en la charca. Si tomase ese buen camino resultaría un ser útil y positivo, expresaría respeto al verse crecer, asumiría la responsabilidad de reconocer su error y ponerse activamente a denunciar ese comportamiento.

¿Será capaz el de la camiseta a rayas, el montón de pelo sobre el caso y los nervios en el cuello como varas? Como sabemos de qué se trata la agresión, el fin de quienes habitan en las alcantarillas, ¿harán algo por la salud los responsables de la ciudad? La ciudadanía los aísla, aprendan del caso.    


 

Ramón Pedregal Casanova es autor de los libros: Gaza 51 días; Palestina. Crónicas de vida y Resistencia; Dietario de Crisis; Belver Yin en la perspectiva de género y Jesús Ferrero; y, Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios. Presidente de AMANE. Miembro de la Asociación Europea de Apoyo a los Detenidos Palestinos. Miembro de la Red en Defensa de la Humanidad (REDH). Miembro del Frente Antiimperialista Internacionalista e integrante de la Red de Artistas, Intelectuales y Comunicadores Solidarios con Nicaragua y el FSLN.

Su último libro: Palestina es Palestina

 

 

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