Por Lázaro Fariñas*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Durante mis últimos años de mi vida laboral, todas las mañanas veía llegar a los niños entrar felices a las diferentes escuelas donde yo trabajaba como oficial administrativo de las mismas. Llegaba muy temprano a mi oficina, más o menos dos horas antes de que el bullicio se apoderara de los pasillos del edificio de la escuela. La inocencia de los niños y niñas inundaban el ambiente, mientras estos llegaban a las aulas donde, tranquilamente, los esperaban sus maestras para comenzar el día escolar. En algunas ocasiones, dejaba mi escritorio para ayudar a los que los recibían en las puertas ya que me gustaba verlos llegar con la alegría típica de alguien que apenas comienza su camino en la vida real. Se reían y jugaban entre ellos creando un aire de felicidad en todos los rincones de aquellas edificaciones, contagiando a los adultos que los cuidaban, envolviéndolos en sus deseos de vivir alegremente. Daban los primeros pasos para adentrarse en la sociedad, sin tener ni la menor idea de lo que les podía deparar el porvenir.

Por */Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- El sistema político norteamericano es sumamente interesante en muchos aspectos.  Es un régimen presidencialista en el cual hay una división de poderes claramente definidos. Existe un Congreso impopular que  es el que hace las leyes, un Tribunal Supremo de Justicia que es el que interpreta la constitucionalidad de las mismas, y un Presidente ejecutivo quien es el responsable de implantarlas, o lo que es igual, existe el poder legislativo, el judicial y el poder ejecutivo. Así de simple se define el sistema político norteamericano. Como se sabe, existen dos partidos políticos mayoritarios que se reparten el poder cada 4 años. Son dos partidos, que bien se pueden considerar dos alas del mismo partido. Por lo tanto, casi se puede afirmar que los Estados Unidos están regidos por un sistema unipartidista, donde no existe la opción, ni la intención, de hacerle cambios profundos a las estructuras del régimen imperante. Por mal que vayan las cosas, por injusto que pueda ser el sistema, no existe un político en este país a quien se le ocurra semejante idea.

Por Lázaro Fariñas*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Como soy cubano de nacimiento y porque quiero a Cuba como mi verdadera Patria, y porque me he pasado toda mi vida adulta viviendo en los EE.UU., país que quiero sinceramente, de donde soy ciudadano desde hace muchísimos años y en donde han nacido mis hijas y mis nietos, deseo que ambos lleguen a tener, algún día, una relación normal y de respeto. Mirándolo objetivamente, lo que deseo no es nada anormal. Consiste únicamente en que dos naciones, que están a solo unas pocas millas de distancia, dejen atrás las grandes diferencias que por años han tenido y restablezcan relaciones políticas y diplomáticas con el mayor respeto a la soberanía e independencia de ambas.

Por Lázaro Fariñas*/Foto de Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Mi amigo, el periodista cubano Luis Báez,   publicó, hace un tiempo atrás, un libro que  tituló  "Secretos de Generales"  en el que una serie de generales cubanos cuentan parte de sus historias personales. Le he robado en parte el título del mismo para este comentario.

Por Lázaro Fariñas*/Foto Virgilio Ponce - Martianos-Hermes-Cubainformación.- A estas alturas, escribir sobre el triunfo del demócrata Barack, sobre el republicano Mitt Romney, es casi como llover sobre lo mojado.  A todos los que les puede interesar el tema y el resultado del mismo ya están más que enterados.

Por Lázaro Fariñas*/Foto Virgilio Ponce - Martianos-Hermes-Cubainformación.- Es casi imposible determinar cuál de las discriminaciones de humanos contra humanos es la peor. El ser humano discrimina más por naturaleza, que por raciocinio. Todo lo que le es diferente, no le huele bien y por lo tanto, discrimina, de hecho o de pensamiento, en menor o mayor grado.  Creo que todos nacemos con ese despreciable instinto muy dentro de nosotros mismos. Algunos, más que otros, lo desarrollan en mayor o menor proporción.  Muchos, a través del tiempo, lo logran eliminar o disminuir considerablemente. Otros mueren con el veneno de la discriminación en sus venas.

Por Lázaro Fariñas*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- La campaña del presidente Barack Obama acaba de descubrir la enfermedad que padece su contrario, el republicano Mitt Romney. Después de muchas averiguaciones e investigaciones sobre la salud del candidato del Partido Republicano, Obama y sus seguidores descubrieron que el multimillonario padece de una crónica y a la vez crítica enfermedad llamada Romnesia. Nadie se explica el por qué de la demora en el diagnóstico. Quizás sea que, como padece de tantas otras enfermedades, no era fácil detectarla. Romney padece de una mitomanía aguda, una prepotencia altamente perceptible, una megalomanía crónica y de una antipática densidad física.

La Columna