Ramón Pedregal Casanova*.- Solo en las dictaduras puede alguien ser encarcelado por denunciar los crímenes del régimen. La llamada Justicia británica, esos que con el mandato estadounidense persiguieron a Assange y le acosaron durante más de 7 años en la embajada de Ecuador, y lo cercaron sin dejarle salir, espiándolo con micrófonos y cámaras que los mercenarios españoles de la CIA instalaron en los espacios en que podía estar, esos que intentaron secuestrarle entrando por ventanas y tejados, esos que ordenaron a una gavilla de bandidos entrar por la puerta que abría el mercenario embajador de L. Moreno, y lo arrastrasen y lo cargasen en un furgón aludiendo descaradamente a un mandato ilegal, esos de la Justicia británica, sucesores de aquellos cuya imagen se recuerda por el parche en un ojo y un garfio en una muñeca, que asaltaban barcos, mataban tripulaciones, robaban lo que llevase el otro y comerciaban con esclavos, los descendientes de esos son los que metieron a Julián Assange la prisión de alta seguridad y lo han tenido aislado otro año y medio, esos son los que lo enfermaron y lo han juzgado, y para ocultar tanta justicia, como conclusión nos dicen que Julián Assange se encuentra enfermo, queriendo decir que él sólo se lo ha hecho.

Ramón Pedregal Casanova*.- La persecución de Assange comenzó en la guerra que Bush, Blair y Aznar emprendieron contra Irak con la acusación falsa de que almacenaba bombas de destrucción masiva. Las condenas verbales no se hicieron esperar, pero los criminales siguen impunes por el mundo.

Ramón Pedregal Casanova*. Nuestros deseos de felicidad para Palestina y los pueblos del mundo serían pólvora mojada si no participásemos de la lucha en cualquiera de sus expresiones, no hay razón para que no la busquemos así y la dirijamos a quienes, por su condición, aunque callen, forman el lado que ocupamos en la Historia.

Ramón Pedregal Casanova*.

Hay otra ciencia, otra ciencia más profunda, que es la ciencia verdaderamente revolucionaria: es la ciencia de la conciencia, es la ciencia de la confianza en el hombre.

Palabras del Presidente Fidel Castro.