Cubadebate - Foto: @JoeBiden/Twitter.- El candidato demócrata Joe Biden se convirtió este sábado en el presidente electo de EE.UU. después de haber conquistado el estado clave de Pensilvania, indicaron las proyecciones de las cadenas CNN, CBS y NBC.


Biden superó la cifra mágica de 270 compromisarios que necesitaba en el Colegio Electoral tras confirmarse que ganará en Pensilvania.

Su compañera de fórmula, Kamala Harris, hizo historia al convertirse en la primera mujer elegida jamás como vicepresidenta de EE.UU., además de la primera mujer negra que llegará a ese cargo, cuando ambos asuman la Casa Blanca el 20 de enero.

La proyección llegó después de casi cuatro días de agónica espera en Estados Unidos, mientras los estados contaban el récord de papeletas enviadas por correo en las elecciones con más participación de la historia del país.

Las principales cadenas de televisión hicieron la proyección poco antes de las 11:30 de la costa este (16:30 GMT), cuando Biden amplió su ventaja en Pensilvania a más de 30.000 votos sobre el presidente estadounidense, Donald Trump.

Poco antes, Trump había proclamado en Twitter que había ganado la reelección "por mucho", algo falso.

Actualmente, Biden suma 284 delegados o 273, dependiendo de si se toma en cuenta Arizona o no, donde alguno medios no han proyectado todavía su victoria allí, lo que sí ralentizarse aún más.

Trump se ha encomendado a las demandas que ha presentado en varios estados clave, pero es improbable que ninguna de ellas pueda invalidar los votos suficientes en ningún territorio.

 

Biden se compromete a ser un presidente que busca la unidad en su discurso de triunfo

Cubadebate

El demócrata Joe Biden derrotó el sábado al presidente Donald Trump para convertirse en el 46 ° presidente de Estados Unidos, posicionándose como un líder que “no busca dividir, sino unificar” a una nación asolada por una pandemia histórica y un confluencia de turbulencias económicas y sociales.

“Busqué esta oficina para restaurar el alma de Estados Unidos”, dijo Biden en un discurso de victoria en horario de máxima audiencia no lejos de su casa en Delaware, “y para hacer que Estados Unidos sea respetado en todo el mundo nuevamente y para unirnos aquí en casa”.

Su victoria se produjo después de más de tres días de incertidumbre mientras los funcionarios electorales resolvieron una oleada de votos por correo que retrasaron el procesamiento. Biden cruzó el umbral ganador de 270 votos del Colegio Electoral con una victoria en Pensilvania.

Trump se negó a ceder y amenazó con emprender acciones legales adicionales sobre el conteo de votos.

Biden, de 77 años, apostó su candidatura menos a una ideología política distintiva que a impulsar a una amplia coalición de votantes en torno a la noción de que Trump representaba una amenaza existencial para la democracia estadounidense. La estrategia resultó efectiva, lo que resultó en victorias fundamentales en Michigan y Wisconsin, así como en Pensilvania, que alguna vez fueron bastiones demócratas que se volcaron a Trump en 2016.

La victoria de Biden fue un repudio al liderazgo divisivo de Trump y el presidente electo ahora hereda una nación profundamente polarizada que lidia con cuestiones fundamentales de justicia racial y equidad económica mientras se enfrenta a un virus que ha matado a más de 236,000 estadounidenses y ha reformado las normas de la vida cotidiana. vida.

Kamala Harris hizo historia como la primera mujer negra en convertirse en vicepresidenta, un logro que llega cuando Estados Unidos se enfrenta a un ajuste de cuentas sobre la justicia racial. La senadora de California, que también es la primera persona de ascendencia del sur de Asia elegida a la vicepresidencia, se convertirá en la mujer de más alto rango que haya ocupado el gobierno, cuatro años después de que Trump derrotara a Hillary Clinton.

Harris presentó a Biden “como un presidente para todos los estadounidenses” que buscaría tender un puente sobre una nación dividida por el partidismo y asintió con la cabeza a la naturaleza histórica de su ascenso a la vicepresidencia.

“Sueñen con ambición, lideren con convicción y se vean a sí mismos de una manera que otros no puedan simplemente porque nunca lo han visto antes”, dijo Harris. “Eligieron la esperanza y la unidad, la decencia, la ciencia y, sí, la verdad… marcó el comienzo de un nuevo día para Estados Unidos”.

Trump jugó golf y siguió clamando fraude

Biden estaba en camino de ganar el voto popular nacional por más de 4 millones, un margen que podría crecer a medida que se sigan contando las papeletas.

No obstante, Trump no se rendía.

Partiendo de la tradición democrática de larga data y señalando una transferencia de poder potencialmente turbulenta, emitió una declaración combativa diciendo que su campaña tomaría acciones legales no especificadas. Y siguió con un tuit grandilocuente y en mayúsculas en el que declaró falsamente: “GANÉ LAS ELECCIONES, OBTUVE 71.000.000 DE VOTOS LEGALES”. Tuiter inmediatamente lo marcó como engañoso.

Trump ha señalado demoras en el procesamiento de la votación en algunos estados para alegar sin evidencia que hubo fraude y argumentar que su rival estaba tratando de tomar el poder, un cargo extraordinario de un presidente en funciones que intenta sembrar dudas sobre un proceso democrático fundamental.

Trump es el primer presidente en ejercicio que pierde la reelección desde que el republicano George H.W. Bush en 1992.

Estaba jugando al golf en su club de campo de Virginia cuando perdió la carrera. Se quedó fuera durante horas, deteniéndose para felicitar a una novia cuando se fue, y su caravana regresó a la Casa Blanca con una cacofonía de gritos, burlas y gestos antipáticos con las manos.

En todo el país hubo fiestas y oración. En la ciudad de Nueva York, estallaron fiestas de barrio espontáneas. La gente salió corriendo de sus edificios, golpeando ollas. Bailaron y chocaron los cinco con extraños entre bocinazos. Entre los vítores más ruidosos se encontraban los que se hicieron por pasar a los camiones del Servicio Postal de EE.

La gente entró en Black Lives Matter Plaza cerca de la Casa Blanca, cerca de donde Trump había ordenado el despeje de los manifestantes en junio, agitando carteles y tomando fotos con teléfonos celulares. En Lansing, Michigan, los partidarios de Trump y los manifestantes Black Lives Matter llenaron los escalones del Capitolio. La letra de “Amazing Grace” comenzó a resonar entre la multitud, y los partidarios de Trump pusieron sus manos sobre un manifestante en contra y rezaron.

Celebraciones de los demócratas en las calles

En todo el país hubo fiestas y oración. En la ciudad de Nueva York, estallaron fiestas de barrio espontáneas. La gente salió corriendo de sus edificios, golpeando ollas. Bailaron y chocaron los cinco con extraños entre bocinazos. Entre los vítores más ruidosos se encontraban los que se hicieron por pasar a los camiones del Servicio Postal de EE.

La gente entró en Black Lives Matter Plaza cerca de la Casa Blanca, cerca de donde Trump había ordenado el despeje de los manifestantes en junio, agitando carteles y tomando fotos con teléfonos celulares. En Lansing, Michigan, los partidarios de Trump y los manifestantes Black Lives Matter llenaron los escalones del Capitolio. La letra de “Amazing Grace” comenzó a resonar entre la multitud, y los partidarios de Trump pusieron sus manos sobre un manifestante en contra y rezaron.

(Información de AP)

 

Biden derrota a Trump en las elecciones

El rechazo al presidente aúpa al candidato demócrata en medio de un escrutinio agónico. El mandatario republicano lanza acusaciones infundadas de fraude y anuncia una batalla legal

Amanda Mars EL PAIS

Washington - 07 nov 2020

El demócrata Joe Biden ha derrotado al republicano Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos al final de un escrutinio agónico de casi 72 horas. Una marea de participación, con especial peso de las mujeres, los jóvenes y el voto en las grandes ciudades, ha decidido expulsar de la Casa Blanca al magnate neoyorquino que llevó el populismo más agresivo, rayando en lo xenófobo, al centro del poder. La victoria de Biden, un político moderado de 77 años, se enfrenta a un Trump declarado en rebeldía, que ha decidido llevar a los tribunales el resultado agitando acusaciones infundadas de fraude.

La última actualización del conteo en Pensilvania este sábado por la mañana (hora de Washington) certificó a Biden ganador de ese territorio clave y, con él, vencedor de los comicios. Había sobrepasado los 270 votos electorales y Trump se acaba de convertir en el primer presidente de los últimos 25 años que perdía una reelección.

La caída de Trump no se traduce en el fin de las ideas y sentimientos que lo auparon, ni implica que la brecha social y cultural que parte al país esté camino de cerrarse. Las manifestaciones durante el escrutinio de los votos, que han incluido a trumpistas armados con fusiles, dan cuenta de la alta tensión vivida. Lo que sí refleja el resultado es que la unión de los votantes demócratas es más numerosa y representativa de lo que es Estados Unidos que la derecha blanca a la que ha apelado Trump durante los últimos cuatro años.

A Biden, el vicepresidente de la Administración de Barack Obama, no lo ha encumbrado el entusiasmo ni el carisma, sino una colosal ola de rechazo a Trump. Esta comenzó a edificarse con aquella primera Marcha de las Mujeres, el día siguiente de su toma de posesión, en Washington; con las manifestaciones por el clima o con las protestas de los jóvenes contra las armas. En las elecciones legislativas de noviembre de 2018 se cristalizó con la mayor victoria demócrata desde el Watergate, y este verano, con la dura respuesta del mandatario a las movilizaciones contra el racismo, subió de revoluciones. La errática gestión de la pandemia acabó de espolear a los votantes, que este martes han cortado el paso a un segundo mandato del republicano.

Los resultados de Trump, por otra parte, dan cuenta de la capacidad de movilización que el magnate tiene entre las bases republicanas. En medio de una grave crisis económica y sanitaria, y tras cuatro años de polémicas, con impeachment mediante, el presidente ha obtenido al menos seis millones de votos más que en 2016 (con datos del viernes por la mañana en EE UU). El éxito del republicano no es una carambola, no es una casualidad, Trump no es el empresario ajeno a la política que quiere representar, en un candidato con un buen olfato político. Pero no ha bastado para frenar el empuje demócrata.

Biden, de perfil centrista y casi octogenario, es, con sus 73,8 millones, el candidato con más votos de la historia de Estados Unidos. Estas cifras colosales se deben a la respuesta masiva de los estadounidenses. Han votado unos 160 millones, lo que supone una tasa de participación récord desde 1900.

Un grupo de niños que apoyan al candidato presidencial Joe Biden se arrodillan y bloquean la carretera cerca de un centro de votación en Minneapolis, Minnesota, el 3 de noviembre. KEREM YUCEL / AFP

El exvicepresidente parecía hace un año una apuesta contraria a los tiempos, ajena a la savia nueva del Partido Demócrata, lejana de los pujantes discursos del ala izquierda de la formación y sin el ímpetu suficiente para hacer frente a un tigre político como Trump. Su figura, sin embargo, es la que más consensos generó entre las diferentes sensibilidades; su estabilidad, su moderación y sus irresistibles dosis de empatía lo convirtieron en ese nombre en torno al que cerrar filas. En unas primarias con más de 20 aspirantes, se erigió en ganador.

Biden es descendiente de una familia irlandesa trabajadora, hijo de un vendedor de coches Chevrolet de Delaware, un pequeño Estado a una hora y media de la ciudad de Washington. Nació en 1942 en Scranton, una ciudad minera de Pensilvania, pero su padre perdió el trabajo y, cuando apenas tenía 10 años, se mudaron. En Delaware estudió Derecho y también allí comenzó una carrera política prometedora y precoz. Fue elegido senador por primera vez en 1972, a los 29 años, y lanzó su primera carrera por la Casa Blanca en 1987 con un desenlace para olvidar: se retiró de las primarias entre acusaciones de plagio. En las de 2008, frente a Barack Obama y Hillary Clinton, también se apeó pronto, sin opciones, pero el joven Obama le escogió como número dos y fue vicepresidente ocho años.

Su vida está marcada tanto por la ambición como por la tragedia. Al cumplir los 30, recién elegido senador, perdió a su primera esposa y su hija de un año en un accidente de tráfico. En 2015 murió por cáncer otro de sus hijos, Beau, una estrella ascendente del Partido Demócrata que siempre le animó a seguir.

Ahora ha culminado la promesa que le hizo a Beau y el sueño que empezó a acariciar hace medio siglo. Cuando jure el cargo tendrá 78 años y será el presidente con más edad en llegar al Despacho Oval. Todo indica que cumplirá un solo mandato. Durante la campaña, para aplacar recelos sobre su edad, su entorno indicó que no se presentaría a la reelección, lo cual dirige el foco hacia su compañera electoral, la futura vicepresidenta, Kamala Harris.

La senadora de California, de 56 años, será la primera mujer en ocupar ese puesto y, por tanto, una más que potencial aspirante a relevar a Biden en 2024. El ascenso del número dos de Obama al despacho más poderoso del mundo no ha dejado resuelto el relevo generacional del partido, asignatura pendiente para la siguiente elección. Harris, una exfiscal negra, de padre jamaicano y madre india, ya fue una de las aspirantes de las primarias demócratas de este año.

Pero faltan cuatro años muy complicados. El futuro presidente afronta el reto de sacar al país de una grave crisis económica y sanitaria que nadie veía venir hace tan solo un año, y deberá hacerlo en medio de una grave fractura política y social. Los estadounidenses están más divididos que hace cuatro años en asuntos como la raza, el género o las armas y la campaña se ha desarrollado de forma especialmente bronca.

Y el desgarro con el que se ha desarrollado el propio proceso electoral empeora las cosas. Trump ya ha advertido de que impugnará la derrota, alegando, sobre todo, que no se pueden seguir contando los votos anticipados después del día de las elecciones, algo legal y refrendado por los tribunales. Es el hombre que usa “perdedor” como insulto más recurrente y suele hablar de “ganar” para referirse al progreso y desarrollo de Estados Unidos. El martes electoral, mientras los estadounidenses votaban, se expresó con franqueza ante un grupo de periodistas en la sede del Comité Republicano de Virginia: “Ganar siempre es fácil; perder, no. No para mí”, dijo.

Activistas sujetan una pancarta anti-Trump en la plaza Black Lives Matter, cerca de la Casa Blanca, en Washington.SHAWN THEW / EFE

Trump es un personaje irrepetible, un vendaval. La confrontación es su hábitat y el rechazo lo alimenta. Con los medios mantiene una histórica relación amor-odio: los denigra al mismo tiempo que se muestra más accesible que ningún otro presidente que en Washington se recuerde. Políticamente venenoso, ha echado gasolina en cada fuego al que se ha enfrentado el país: desde mostrarse equidistante entre los neonazis y los manifestantes antirracistas de Charlottesville en 2017, hasta alentar revueltas contra las órdenes de confinamiento por la pandemia en los Estados demócratas.

Al menos hasta la pandemia, el republicano dio argumentos a sus bases para volver a votarle. Logró sacar adelante la mayor rebaja de impuestos desde la era Reagan, impulsó la desregulación para los negocios, sobre todo en detrimento de normativas medioambientales, y cumplió con sus promesas de mano dura con la inmigración hasta donde el Congreso y el Tribunal Supremo le permitieron.

En la oposición, el rechazo demócrata a Trump va mucho más allá de la agenda conservadora que ha impulsado: tiene que ver con el estupor que ha causado en medio mundo. Los insultos, los guiños a la extrema derecha, las presiones al Departamento de Justicia y medidas migratorias tan duras como la separación de niños migrantes de sus padres en la frontera sur ha dibujado una imagen irreconocible de Estados Unidos. El Partido Republicano de Abraham Lincoln, que en los últimos cuatro años se ha plegado a los designios de Trump, empieza ahora su particular proceso de reflexión.

Biden significa el regreso de una figura del establishment, un perfil de consenso para un tiempo de luto. Más de 235.000 personas han perdido la vida por el coronavirus en Estados Unidos y no hay un horizonte claro para el regreso a la normalidad. Trump, un empresario de calado político, lo temió desde el primer momento. Las presiones a la justicia de Ucrania el verano de 2019 para que anunciase investigaciones por corrupción que enfangaran al vicepresidente de Obama, derivaron en un proceso de impeachment. Trump lo superó protegido por los republicanos del Senado. Ahora, los estadounidenses le han enseñado la puerta.

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