Soledad Cruz Guerra - La Jiribilla.- Hay que ser en verdad cínico para proponer más de cien años de prisión a Julián Assange por demostrar al mundo las violaciones de los derechos humanos de Estados Unidos y sus aliados. Hay que ser cínico para manifestar airadamente y sin el más mínimo pudor preocupaciones por los problemas de libertad de expresión en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Irán, China y Rusia; Estados que no son vasallos de la Casa Blanca.


Solo el cinismo más descarado puede explicar que Estados Unidos se alarme de que Rusia tenga tropas en sus fronteras, dentro de su territorio, y  justifique con ello la histeria belicista que está provocando con Ucrania, cuando Estados Unidos tiene sus tropas en territorio ajeno, bases militares en todo el planeta y presencia ilegal en Siria, donde, para colmo de la desfachatez, roba petróleo y granos.

El cinismo se ha convertido también en una modalidad de la guerra mediática contra Cuba, que desde Miami es atacada por influencers empeñados en amplificar los elementos más críticos del cotidiano vivir y negar el efecto real del bloqueo y las medidas coercitivas, como si la situación existente fuera fruto únicamente de las ineficiencias internas o del apego a los ideales socialistas.

Dentro de la Isla proliferan analistas críticos de última hora que repiten la misma fórmula y siguen el mismo patrón para negar todas las realizaciones palpables —reconocidas por las diferentes agencias de la Organización de las Naciones Unidas— y cebarse en los problemas agudizados por la crisis económica y la pandemia, como si solo en la Isla existieran tensiones, conflictos, carencias, pobreza y contradicciones, y el resto del mundo fuera un paraíso. Basta con seguir las noticias para comprobar todo lo contrario.

La parcialidad cínica tiene sus efectos al apoyarse en los prejuicios históricos sobre Rusia, país que, como el Este europeo, siempre ha sido considerado ajeno a los cacareados valores civilizatorios de Europa. Por ello es relativamente fácil manipular la opinión pública de esa región para culpabilizar a ese país de la crisis que se ha creado en torno a Ucrania, sin que haya una comprensión de lo terrible que sería para los europeos una guerra cercana. Como suele suceder, el conflicto es lejos de Estados Unidos, cuya fórmula por excelencia para demostrar poderío y generar ganancias económicas son las armas. Si hubiese claridad sobre esa perspectiva se verían mayores manifestaciones contra la guerra.

Las razones cínicas contra Cuba alcanzan muy diversos terrenos, pero proliferan en el sector artístico, sobre el cual la presunta dictadura limita libertades que curiosamente son violadas en Miami. Ello es visible en las persecuciones implacables desde las redes y los medios tradicionales a los artistas que no se pronuncien contra su país de origen o lo visiten.

“Las razones cínicas contra Cuba alcanzan muy diversos terrenos, pero proliferan en el sector artístico”.

Para colmo, algunos artistas foráneos se han retractado de asistir a un festival en La Habana repitiendo las mentiras desde Miami, de no colaborar con una dictadura que tiene niños presos. Sin embargo, todos ellos actúan en Estados Unidos, que sí tiene niños prisioneros, mantiene en encierro a niños emigrantes separados de sus padres y ha perpetrado todo tipo de crímenes en este mundo, y lo sigue haciendo en nombre de la democracia.

La pandemia, la crisis económica, la adicción a las redes y a los juegos, y las impúdicas mentiras en la mayoría de los medios comunicacionales están afectando la capacidad de discernir de buena parte de los terrícolas que asumen como batalla por su libertad individual no vacunarse, y no enfrentan las nuevas formas de esclavitudes presenciales y digitales que ha generado la llamada posmodernidad.

En ese contexto confuso, inquietante, desbordado entre el retorno a la barbarie de no pocas conductas y la proximidad de la inteligencia artificial como solución, el cinismo encuentra abono y obliga a tensar recursos para enfrentarlo con la inteligencia que requiere hacer luz en las sombras que acechan con los matices lóbregos del fascismo.

Opinión
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Desafiar un imperio es la mayor osadía que puede cometer un pueblo; pasó con Haití cuando hizo su revolución y Francia le impuso sanciones monumentales, y sucede desde 1960 con el bloqueo de Estados Unidos a Cuba, public&o...
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