Miguel Ángel Santos Genero - Cubainformación - Foto: Ariel Cecilio Lemus / Cubadebate.- El pasado 21 de junio se realizó en La Habana un multitudinario concierto de Pablo Milanés. A nadie se le escapa que el cantautor cubano mantiene desde hace años posiciones críticas con el transcurrir de la Revolución cubana; en su derecho está, aunque otros mucho discrepemos seriamente de sus opiniones.
El éxito del concierto estaba asegurado, la calidad artística de Milanés está fuera de toda duda y la pasión que sigue despertando entre el público cubano también, de manera que el acontecimiento es de los que dejan huella en el país y será recordado por viejas y jóvenes generaciones.
Despejado el hecho artístico, es obligado referirse a la lectura “política” que desde días antes del concierto realizaron los odiadores de siempre, en vano intento de sacar un rédito que, visto lo visto, supuso un nuevo error de cálculo, dando muestras una vez mas de su desconocimiento de la realidad de Cuba, del sentir ampliamente mayoritario de su pueblo y de la tolerancia cultural que la distingue. Y es que el odio los ciega de tal manera que no dejan de tropezar una y otra vez en la misma piedra
Un vistazo a los medios digitales radicados en EEUU o financiados directamente por su Departamento de Estado y sus agencias adheridas, da idea de la distancia existente entre el deseo de dichos personajes y lo realmente ocurrido en el citado concierto. Las incitaciones a aprovechar el acto para atacar de cualquier manera a la Revolución son innegables, están ahí, en las redes, al alcance de todos.
Pasado el concierto y como suele ocurrirle a mucho de estos personajes entraron en depresión, frustrados e incapaces de entender el porqué de sus históricos fracasos. En cualquier caso, hay que reconocerlo, siempre quedan los contumaces que no sólo yerran en sus previsiones y pronósticos, sino que se empeñan en sacar agua del desierto aun cuando portan una pesada mochila desbordada de fracasos.
Entre estos últimos algún colaborador del diario El País, que en una “crónica” que produce vergüenza ajena -supuestamente despolitizada- del día después, no pierde la ocasión para deslizar ridículas dudas y
extender sombras sobre las autoridades cubanas en todo lo relacionado con el concierto. Allá él, allá ellos.
Lo que pude presenciar aquí, en Cuba, fue cómo días antes de su celebración la televisión y la prensa cubana daban amplia cuenta del concierto de Milanés, incluido el Noticiero nacional, al igual que sucedió una vez finalizado el mismo. Recomiendo rescatar la bella e impecable crónica “Pablo nuestro”, realizada por Pedro De la Hoz en el diario Granma, por si alguien se despista, nada más y nada menos que el órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
Puedo pecar de ingenuidad, pero permítame no perder aún la esperanza de oír de Pablo Milanés una declaración en la que reconozca todas las facilidades dispensadas por las autoridades cubanas para hacer posible su deseo de incluir a La Habana en su gira “Días de luz”, en la que sirviendo a la verdad haga frente a las especulaciones, manipulaciones y mentiras de unos odiadores que volverán a errar en la próxima oportunidad que se les presente. Sería justo y además le honraría.
Mientras tanto Cuba continuará -no sin dificultades- su camino sin aceptar injerencias ni condicionamientos externos, construyendo una sociedad cada vez más tolerante y creativa, superadora de dogmas y clichés, sacando partido a la inmensa riqueza cultural que nadie puede negar que atesora.
* Fue Secretario General de FACUA (1982-2007) y Secretario de Relaciones Institucionales de CCOO de Sevilla (2008-2017).
