Belén Molina - Rebelion.- Aprendió fuera de Cuba que en el capitalismo los ricos lo tienen todo y los pobres casi nada. Esa fue su primera lección en el exterior. Años más tarde asumió que combatir la desigualdad y injusticia, inherentes a ese sistema, era una cuestión impostergable, una urgencia para la humanidad.


 ¿Cómo, cuándo y por qué sale de Cuba?

Cada vez que me preguntan esto siempre respondo que yo no salí de Cuba, sino que me “salieron”, y me explico. La decisión de abandonar físicamente Cuba, en el año 1975, no fue mía; entonces yo era una niña de ocho años y no tenía esa capacidad, así que mi hermano y yo seguimos a mis padres allá donde nos llevaron.

 

¿Cómo resultó su adaptación a otros países, otras formas comerciales, entendiendo el rechazo a la sociedad capitalista que ha sido emblema de la revolución?

Difícil. Cuando llegué a España, que fue el primer país al que vinimos, el cambio fue muy brusco; de la calidez del clima tropical pasamos a un frío atroz y la luz dio paso a las nubes y a la oscuridad temprana de un invierno que jamás había imaginado. Sin embargo, lo peor de todo, con diferencia, fue darme de bruces con una realidad desconocida que, pese a mi corta edad, ya había aprendido a rechazar. En esa realidad los ricos lo tenían todo y los pobres casi nada.

Años después fui consciente de que ese había sido mi primer aprendizaje, la necesidad de combatir la desigualdad y la injusticia que lleva aparejadas el sistema capitalista.

 

¿Cómo han sido sus relaciones con el Gobierno de Cuba en los años que llevas fuera?

Bueno, en el plano formal, esas relaciones han estado circunscritas al trato con los diferentes Consulados o embajadas de Cuba en los lugares donde he vivido, y tengo que decir, en honor a la verdad, que siempre ha sido muy correcto. Ahora bien, en el plano personal, la relación ha sido mucho más estrecha.

El hecho de haber salido de Cuba nunca me hizo desvincularme de lo que estaba pasando en mi país; entre otras cosas, porque así me lo hicieron vivir mis padres. Así, aunque residiéramos en otros países, siempre procurábamos tener noticias de Cuba, y, primero por el empeño de ellos y, luego, por la madurez propia, las comparábamos con lo que nosotros estábamos experimentando fuera. Esa relación es la que me ha llevado a apreciar el avance, en términos de desarrollo humano y justicia social que, para el pueblo cubano y también para otros pueblos del mundo, desde América Latina hasta África o Asia, ha significado y significa la obra revolucionaria.

 

¿Se puede hablar de una emigración cubana sólo económica? ¿Por qué los cubanos que se establecen fuera dicen que salen huyendo para sobrevivir? ¿Es ese el único mensaje que nos llega?

Esta pregunta tiene una respuesta compleja que trasciende, a veces, lo objetivo. El cantautor cubano Silvio Rodríguez decía en una entrevista muy reciente que “la emigración cubana (la económica) ha sido una víctima de la realidad del país”. Una realidad, no olvidemos, marcada por 48 años de asedio y de bloqueo, de un comercio deformado por las presiones de los distintos gobiernos estadounidenses a los países que pretendían relacionarse con Cuba y con una economía fundamentada en el intercambio con los países del Este, que fue duramente golpeada por el desmantelamiento del campo socialista y de la Unión Soviética. Ambos hechos han tenido una repercusión innegable en la vida cotidiana del pueblo cubano y su conjunción determinó que una parte de él saliera del país por no poder o no estar dispuesto a resistir las dificultades económicas que impusieron estas circunstancias.

Lo que trasciende a lo objetivo es la dificultad que entraña para muchos cubanos y cubanas admitir que se han ido, simplemente, por razones económicas, aunque, bien es cierto que hablar mal de la Revolución da muchos réditos en este país y en otros de nuestro entorno. Quizás esa sea la razón.

 

¿Quienes opináis n diferente y apoyáis a Cuba sois rechazados en los medios de comunicación masivos?

Esta pregunta está directamente relacionada con el último apartado de la que me hacía antes, esto es, con la manipulación del mensaje que se difunde a través de los grandes medios informativos. Voy a poner un ejemplo que es muy clarificador. Durante las elecciones que han decidido hace pocos días en Cuba los miembros del nuevo Parlamento cubano, los medios de comunicación en España han dicho y repetido hasta la saciedad que a la convocatoria sólo podía presentarse el Partido Comunista de Cuba, lo cual es absolutamente falso. Las leyes cubanas establecen que el partido como tal no concurre a las elecciones en ninguna de sus fases, que son las personas (militantes o no) las que tienen esa potestad. Por supuesto, tampoco se dice nada de la obligación que tienen todos los cargos políticos en Cuba de rendir cuentas de su gestión cada seis meses o de la posibilidad que tiene la población de revocar el mandato de esos cargos si su trabajo se considera inadecuado.

Frente a esto nada se dice de las listas cerradas de los partidos en el Estado Español o de que la ley electoral hace que en Canarias, por ejemplo, valga más un voto de un ciudadano de El Hierro que el de uno de Gran Canaria.

En este contexto de manipulación y de libertad de expresión secuestrada, las opiniones discordantes no tienen muy buena acogida, no son convenientes y casi siempre se silencian

 

-¿Cree que en España se conoce bien la realidad cubana?

Es evidente que no. Por el contrario, lo que interesa y a lo que se dedica mucho esfuerzo es a desdibujar esa realidad cuando no a ocultarla o a mentir sobre ella. Y en este punto me surge una pregunta que planteo: ¿sabe la mayoría el pueblo español que hay cinco cubanos presos en cárceles estadounidenses por abortar más de 170 ataques terroristas que se planificaban desde organizaciones de Miami contra Cuba? Esta es sólo una de ellas, pero hay muchas otras realidades de Cuba que tampoco se conocen.

 

¿Cree que habrá cambios económicos en Cuba, como apuntan los analistas políticos, y, en caso de ser así, no temes que la apertura económica traiga un cambio más hondo y capitalista?

Creo que el cambio económico fundamental de Cuba se dio en el año 1959, cuando el pueblo cubano recuperó la soberanía sobre sus materias primas, sobre sus sectores básicos y decidió empezar a construir una sociedad socialista.

Después de eso, como ya hablamos, Cuba ha tenido que adoptar medidas económicas que han creado contradicciones y que no han sido positivas en todos sus aspectos, pero que han permitido al país remontar la dureza de los años 90 y, sobre todo, encarar nuevos retos para profundizar y fortalecer los logros de la Revolución. Esos logros, irrenunciables para los cubanos, son la mejor defensa contra los envites del capitalismo, porque confrontan con ese sistema y demuestran su inhumanidad.

 

¿Cree que se podrá mantener el socialismo cubano sin Fidel, sin su personalidad abrumadora?

Voy a remitirme a los últimos acontecimientos de Cuba, en concreto a la decisión de Fidel de no aceptar la reelección como presidente del Consejo de Estado, ni tampoco el cargo de Comandante en Jefe. Los medios informativos apegados al capital mundial situaban la expectativa en la inestabilidad (incuestionable para ellos) que se iba a apoderar de Cuba, pero nada de eso ocurrió. Al contrario, el pueblo de Cuba votó unido por una Revolución, que, desde luego, trasciende la personalidad de cualquiera de sus líderes. Sería una ingenuidad pensar que un proceso revolucionario como el cubano es sólo obra de una dirigencia y no de todo el pueblo; no habrían pasado 50 años de haber sido así. Decir a estas alturas Revolución cubana equivale a decir pueblo de Cuba, y ese pueblo es el que, desde el puesto de responsabilidad en que la historia lo ha situado, deberá proyectar el proceso hacia el futuro, aunque Fidel no esté al frente.

 

En Cuba, salvo al inicio de la revolución, no se han dado crímenes como en otros países latinoamericanos, incluso democráticos, no ha habido videlas, stroesners, ni pinochets. ¿Esa condición puede ayudar a Cuba a elaborar y recrear su futuro?

 En primer lugar, en Cuba, al principio de la Revolución, no hubo crímenes políticos, hubo juicios, con defensores para los acusados y también con pruebas irrefutables de que éstos habían torturado y asesinado a hombres y mujeres que se oponían a la dictadura de Batista. En segundo lugar, yo no emplearía el término democrático para calificar a esos gobiernos que mencionas. Hace bien poco se ha sabido que el Gobierno (mediáticamente democrático) de Colombia ha mandado a su ejército a invadir Ecuador para asesinar al comandante de las FARC Raúl Reyes. Una actuación así jamás la ha protagonizado Cuba; muy al contrario, su voz se ha levantado siempre en defensa de la vida y de la soberanía de los pueblos, desde el Chile de Allende, pasando por el Congo de Patricio Lumumba, la Granada de Maurice Bishop y la Burkina Faso de Thomas Sankara. Todos esos líderes han sido asesinados por distintos poderes políticos con la ayuda de la CIA u otros servicios secretos del llamado mundo civilizado, y sus proyectos nacionales han caído arrasados por violentos golpes de Estado.

Cuba nunca ha dejado de denunciar estos hechos, igual que denuncia la protección que le brinda el Gobierno de los Estados Unidos al terrorista Luis Posada Carriles, autor confeso de la voladura de un avión cubano en el que murieron 76 personas en 1973. Han pasado 35 años y Cuba sigue reivindicando que se juzgue a ese asesino.

Este empeño por la justicia ha sido la base inamovible de la Revolución y, desde luego, sobre ella seguirá girando su futuro.

 

¿Qué opina de que Aznar y Havel pidan la democracia "libre y plural como la de todos los estados estables y prósperos" para Cuba?

Creo que ellos mismos se desautorizan. ¿De qué democracia libre puede hablar el ex presidente checo Vaclav Havel, que fue íntimo colaborador de los Estados Unidos en Europa cuando el gobierno de Clinton decidió la invasión de Afganistán?. ¿De qué democracia libre puede hablar el ex presidente Aznar, que apoyó la invasión estadounidense de Irak y mintió consciente y descaradamente afirmando que ese país tenía armas de destrucción masiva? ¿Son Afganistán e Irak ejemplos de países estables y prósperos tras las instauraciones democráticas que ambos han patrocinado en ellos? Sinceramente, son demasiadas las víctimas, muertas y vivas, que gritan que no.

 

Hay quien comenta que el hecho de que abandonaras Cuba tan niña no le ha dejado ver la realidad de tu país. ¿Quiere decir algo al respecto?

Abordo la cuestión con dos preguntas ¿Cuántos, de los más de sesenta millones de personas que salieron a las calles de decenas de países del mundo para intentar parar la invasión de Irak, en el año 2003, habían vivido directamente una guerra?, ¿eso les impedía tener conciencia del terrible efecto que esa guerra iba a tener sobre cientos de miles de personas?

Puedo entender la duda de quienes piensen que haber dejado de vivir Cuba desde tan pequeña no me haya hecho partícipe de su realidad siendo adulta, pero eso no me ha impedido conocerla y sí, en cambio, compararla con la realidad que se vivía fuera de allí. Siendo niña en Cuba aprendí de su Historia, de lo que le había costado al pueblo cubano conquistar su libertad y su soberanía. Aprendí el horror de la colonización y el sacrificio que hubo que hacer para lograr la independencia. Supe también de la ocupación de los Estados Unidos y de los Gobiernos títeres que desencadenaron la lucha revolucionaria. En Cuba, los niños y niñas saben de su Historia porque se les enseña y aquí vuelvo a preguntar, ¿saben la mayoría de los niños y niñas españoles que en su país hubo un período republicano cuyos avances, y hablo, por ejemplo, de tener una escuela laica, no forman parte de su realidad actual?.

Cuba me enseñó a apreciar la verdadera libertad y cuando salí, comparando, me di cuenta de que la mayor parte de la gente en el resto del mundo no pueden disfrutarla porque viven (los que pueden) supeditados al consumo o (los que no pueden) esclavizados por él.

Ser libre no es hipotecarse, comprarse el móvil más moderno, endeudarse para salir de vacaciones, o no poder reivindicar tus derechos porque tienes un contrato basura; tampoco es trabajar a destajo para una multinacional, si es que vives en un país del llamado tercer mundo. Ser libre es poder decidir sobre tu vida y no que te la dirijan los banqueros o los empresarios. Para ser libres hay que construir una realidad distinta y eso ya se empezó a hacer en Cuba hace casi 50 años.Todo esto lo aprendí fuera, mientras crecía y me hacía adulta.

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