Nexo Latino.- Las banderas de Cuba y Venezuela juntas en esta escuela de urbanismo construido de cero por la Revolución Bolivariana, en el sur de Caracas, donde comenzó la vacunación masiva contra la COVID-19 con la vacuna cubana Abdala. El objetivo es vacunar con tres dosis a 10 mil personas en algo más de un mes. Como Rigoberto, muchos salen de este vacunatorio contentos y tranquilos.


La tranquilidad en la espera y en la vacunación contrasta con la campaña internacional y local, motorizada por la oposición política contra esta vacuna, la más adelantada en las investigaciones de Cuba, y que ya superó la fase tres de pruebas y se utiliza masivamente en Cuba y ahora también en Venezuela. Este representante del laboratorio que creó la vacuna, rechaza las campañas contra la Abdala y afirma que es una vacuna segura y sobre la base de tecnología probada y usada durante décadas. Venezuela recibirá entre julio y octubre 12 millones de dosis de esta vacuna cubana, que muestra índices de efectividad superiores al 92 por ciento, por encima de otras vacunas contra la pandemia. Abdala, es el nombre del gran poema dramático de un muy joven José Martí, héroe nacional de Cuba. La vacuna es, como el poema mismo, una reafirmación de patria y soberanía. Mientras se realiza esta primera vacunación, el gobierno venezolano se prepara para producir la vacuna cubana Abdala que además llegará no solo a Venezuela, sino a otros países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestramérica. Marcos Salgado, Caracas.

 

Abdala: Cuba exhibe otro logro de su sistema público de salud

Misión Verdad

El gobierno de Venezuela ha llegado a un acuerdo con el de Cuba para suministrar 12 millones de dosis de la vacuna cubana contra el coronavirus: Abdala. La vicepresidenta ejecutiva de la República Bolivariana, Delcy Rodríguez, hizo el anuncio el jueves 24 de junio de 2021, día del Bicentenario de la Batalla de Carabobo.

"Esta vacuna se incluirá en el plan de inmunización de la población venezolana. Hemos firmado un contrato para la entrega de 12 millones de dosis de la vacuna Abdala, que recibiremos en los próximos meses", dijo durante la llegada del cargamento del medicamento cubano a Caracas, que fue transmitida por televisión.

Unos días antes, el Grupo de las Industrias Biotecnológica y Farmacéutica de Cuba (BioCubaFarma) había anunciado que Abdala "tiene una tasa efectiva del 92,28% después de tres dosis".

El presidente cubano Miguel Díaz-Canel luego elogió en Twitter:

Su comentario hacía referencia también a la noticia, emitida por el Instituto de Vacunas Finlay el sábado 19 de junio, de que la vacuna Soberana 02 había registrado una tasa de efectividad del 62% con dos de sus tres dosis.

¿Cómo se desarrolló la vacuna? ¿En qué consiste? ¿Hay riesgos en su uso? Son algunas preguntas que han surgido, algunas verdaderamente sinceras e inocuas, otras son impulsadas por Occidente a través de sus medios de comunicación porque ve en la alianza de Cuba y Venezuela una amenaza, debido a que la posibilidad del éxito en la campaña de vacunación, con una extensión al resto de la región de América Latina y el Caribe mediante la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), dejaría aún más expuestas las fallas del sistema privado que deja en manos de las corporaciones las decisiones para abordar la crisis sanitaria que produjo la pandemia.

A continuación, despejaremos las incógnitas más relevantes respecto a Abdala y al historial de desarrollo científico de vacunas de la isla.

Principales atributos de Abdala

La vacuna CIGB-66, nombre técnico de Abdala, fue desarrollada por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), una de las 34 empresas e institutos que constituyen BioCubaFarma, en colaboración con el Laboratorio Aica.

Al igual que las otras candidatas vacunales cubanas, Abdala está configurada para tres dosis (en un intervalo de 14 días), a diferencia de otros fármacos que se administran en una o dos dosis. Las vacunas cubanas tienen la ventaja de mantenerse estables en temperaturas de 2 a 8°C, por lo que no es necesario invertir en equipos adicionales para su refrigeración.

Algunos países del Sur Global, que no pueden pagar las vacunas de Estados Unidos y otros países occidentales, están recurriendo a Cuba en busca de vacunas más asequibles. México y Argentina han expresado interés en las vacunas cubanas. Mientras tanto, Venezuela y Vietnam han emitido que producirán la vacuna Abdala.

Otra característica que comparten las vacunas anticovid desarrolladas en la isla es que su tecnología se basa en subunidades de proteínas. Estos medicamentos usan solo aquellas partes del virus que desencadenan una respuesta inmunitaria. La vacuna contiene una parte de la proteína que el virus utiliza para adherirse a las células humanas y, una vez que el sistema inmunológico las reconoce, produce anticuerpos.

La doctora cubana Marlene Ramírez González dijo a la revista médica British Medical Journal que esa vía fue escogida por ser "uno de los enfoques más económicos y el tipo sobre el cual Cuba tiene la mayor cantidad de conocimientos y experiencia y la mejor infraestructura".

La científica cubana agregó que con la tecnología de proteínas se desarrolló la vacuna cubana Cheimi-Hib contra Haemophilus influenzae tipo b, un cocobacilo responsable de enfermedades como meningitis, neumonía y epiglotitis.

Por otro lado, el instituto que produjo la vacuna Abdala también produce las vacunas contra la hepatitis B que se usan en Cuba.

De los ensayos al anuncio de su eficacia

En marzo de este año, el CIGB informó que la vacuna Abdala había iniciado el ensayo clínico de fase III, con la participación de aproximadamente 48 mil voluntarios, entre 19 y 80 años de edad. Fue administrada en las provincias de Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo.

El 29 de marzo, mientras las autoridades pertinentes daban seguimiento a la última etapa de evaluación y certificación de la vacuna, comenzó el ensayo para segmentos poblacionales con alto riesgo de infección en La Habana, donde se tenía previsto abarcar a unas 124 mil personas, entre ellas trabajadores de la salud y del sector biofarmacéutico.

Fueron dos acciones que se dieron en paralelo para cumplir con el objetivo de vacunar a toda la población de la capital a finales de agosto, con excepción de las personas que no cumplan con los requisitos de inclusión (menores de 19 años y contraindicaciones médicas).

El lunes 21 de junio, BioCubaFarma informó a través de Twitter que la efectividad de Abdala para prevenir la enfermedad del covid-19 era del 92,28%. Su resultado es equivalente a la de las vacunas más eficaces desarrolladas en países potencias, siendo que la estadounidense-alemana de Pfizer y BioNTech declaró una eficacia del 95%, Moderna del 94,1%, y la rusa Sputnik V del 91,6%.

Antes se había dado a conocer que con dos de las tres dosis de la vacuna Soberana 02, desarrollada por el Instituto Finlay, se había obtenido una tasa de efectividad del 62%.

De este modo, Cuba mostró al mundo que había logrado que dos de sus candidatos vacunales cumplieran con los requerimientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para recibir una aprobación oficial de emergencia, convirtiéndose en el único país latinoamericano en conseguirlo.

El anuncio llegó en un momento crucial para el país insular. A nivel general, el protocolo de prevención implementado en Cuba había dado resultados excepcionales para contener la expansión de la pandemia; sin embargo, desde finales de noviembre empezó a incrementar el número de contagios, esto debido a la necesidad de flexibilizar las restricciones para ayudar a la economía cubana que, además de enfrentar el bloqueo que Estados Unidos ejerce desde hace seis décadas, depende en buena parte del sector turístico.

En enero de 2021 hubo más casos que en todo el año 2020, y el lunes 28 de junio se registró un récord de casos diarios, con la detección de 3 mil 80 nuevos pacientes de covid-19. A pesar del escenario adverso, las autoridades sanitarias han podido mantener las cifras de muerte en porcentajes mucho más bajos que en otros países de la región.

¿Es obligatoria una aprobación de la OMS?

La Organización Mundial de la Salud dice en su sitio web que el organismo se encarga de evaluar la calidad, eficacia y seguridad de vacunas contra el covid-19 para incluirlas en una lista de uso de emergencia. Detalla que ese es un requisito para las vacunas que se entregan por el mecanismo COVAX, y que la realización de la certificación "ayuda a los países a acelerar su propia autorización regulatoria para importar y administrar vacunas contra la covid-19".

Sin embargo, afirma que cada país y sus autoridades regulatorias nacionales tienen autonomía para aprobar el uso de vacunas, una vez que se haya pasado por estudios que demuestren su seguridad y eficacia, sin necesidad de que estén incorporadas en la lista de la OMS.

Es necesaria la aclaratoria, puesto que el punto se presta para confusiones que pueden ser utilizadas como propaganda en contra de la vacuna Abdala, que ya tiene potestad para emitir la autorización de uso de emergencia gracias a los resultados positivos que arrojaron sus estudios independientes.

Los científicos a cargo de Abdala han seguido los reglamentos nacionales para optar por la autorización de emergencia, entregando el expediente de la vacuna a la Autoridad Reguladora de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos de la República de Cuba (CECMED). Este organismo ha seguido de cerca el desarrollo de los candidatos vacunales cubanos, con inspecciones a las plantas de producción y evaluación de toda la información que se ha ido emitiendo.

Hay que hacer énfasis en lo del "uso de emergencia". Actualmente, todas las vacunas anticovid autorizadas en el mundo lo están bajo esa denominación, debido a la urgencia de disponer de mecanismos de inmunización en las poblaciones. Los científicos cubanos continuarán los estudios sobre los ensayos de la fase III hasta enero de 2022, lo que permitirá una mayor precisión con respecto a su nivel de prevención y la duración de la inmunidad.

La lectura que deja el hito de Cuba

Son varias e inéditas las conquistas que ha alcanzado el gobierno de Cuba con sus acciones científicas para responder a la emergencia sanitaria global.

Helen Yaffe, profesora de historia económica y social en la Universidad de Glasgow, especializada en Cuba y América Latina, lo relataba en su artículo "Cuba Libre será COVID-Libre: Cinco vacunas y contando…", escrito el 30 de marzo de este año:

A nivel mundial, se están desarrollando alrededor de 200 vacunas contra el COVID‑19, y 23 de ellas han avanzado a ensayos clínicos de fase 3 (hasta finales de marzo de 2021). Aunque ningún otro país latinoamericano ha desarrollado una vacuna propia, dos de los 23 ensayos de fase 3 actualmente en curso son cubanos: Soberana 02 y Abdala. Además, otras tres posibles vacunas cubanas están en fases anteriores de ensayo: Soberana 01, Soberana Plus y Mambisa.

La escena siguió su curso alentador los meses siguientes, al punto de que hoy Cuba puede asegurar que será uno de los países en el mundo que vacunará a su población con producción propia y que garantizará al extranjero las primeras vacunas anticovid desarrolladas en una nación latinoamericana.

"Estos logros son aún más extraordinarios si consideramos que desde 2017 el Gobierno de Estados Unidos ha aplicado 240 nuevas sanciones, acciones y medidas que buscan endurecer el bloqueo de 60 años contra Cuba. Alrededor de 50 de estas medidas se implementaron durante la pandemia misma, con un costo para el sector sanitario que supera los $200 millones", indica la historiadora.

¿Por qué un pequeño país insular asediado económicamente ha tenido estos resultados en materia científica que igualan a la de grandes potencias? La respuesta está en el modelo político del país, que ha construido un sistema sanitario con estructuras fuertes en el área de salud pública y atención primaria.

"En un año, 57 brigadas de médicos especialistas del Contingente Internacional Henry Reeve de Cuba habían tratado a 1,26 millones de pacientes con Covid-19 en 40 países", dice Yaffe en otra parte de su artículo para reflejar que las fortalezas adquiridas en salud durante los años de Revolución Cubana han servido más allá del territorio nacional, en un contexto de emergencia global.

En cuanto a las tecnologías e infraestructuras para desarrollar vacunas, la experiencia de Cuba ha sido particularmente positiva. Antes de la irrupción de la pandemia, el Programa Nacional de Inmunización ya administraba 12 vacunas contra 13 enfermedades, ocho de ellas de producción nacional a cargo del Instituto Finlay (el mismo que se encargó del desarrollo de Soberana 02). Bajo ese esquema, se han erradicado seis enfermedades del país.

A nivel internacional, la isla exporta sus vacunas a otras 49 naciones.

Las expectativas con Abdala y las otras cuatro vacunas anticovid son altas. El objetivo para agosto es que se haya vacunado el 70% de los 11,2 millones y llegar al 100 por ciento a finales de 2021.

Actualmente, al cierre de esta nota, 2 millones 696 mil 277 personas han recibido la primera dosis de los candidatos vacunales, y 1 millón 6 mil 300 personas han recibido las tres dosis, según la información proporcionada por el doctor Francisco Durán García, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (Minsap).

"Esto no quiere decir que va a evitar que se produzca la transmisión. Se debe lograr un porciento de población vacunada superior para disminuir la incidencia de los casos", advertía en la rueda de prensa que ofreció para entregar los datos.

Una observación que comparte el doctor José Angel Portal Miranda, Ministro de Salud Pública:

"La alegría que significan para Cuba los resultados de eficacia obtenidos por nuestros candidatos vacunales Soberana 02 y Abdala, más que confiarnos en el actuar diario, constituyen un desafío para ser más cuidadosos y acompañar con responsabilidad los esfuerzos que hace la ciencia cubana para defender la vida", declaraba recientemente.

Las autoridades científicas cubanas han hecho su parte del trabajo y esperan que la población ahora haga la suya, asumiendo con disciplina y responsabilidad el periodo de transición hacia la meta de la inmunidad colectiva.

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