Darío L. Machado Rodríguez - Red Informativa Virtin.- Es domingo 24 de Febrero y cuando están a punto de reunirse los diputados que integrarán la nueva legislatura cubana, escribo estas líneas con la intención de compartir algunos criterios.

No hay democracia perfecta. Si bien los seres humanos necesitamos normas para la convivencia en sociedad, estas son una construcción cultural y, por tanto, no exentas de errores y desviaciones, tampoco lo está su práctica. De igual manera, los conceptos que fundamentan estas normas y ellas mismas no tienen contenidos ni formas eternas.


La democracia puede ser vista como proceso social, como concepto y como término. En estos tres planos hay importantes y obligatorias distinciones.

El término, como es de general conocimiento, proviene del griego y se compone de dos elementos: demos que significa pueblo y cratos que significa gobierno; o sea, la palabra democracia expresa de modo sintético la idea de "gobierno del pueblo". Es un término aceptado y de empleo muy extendido en la sociedad humana contemporánea.

Ahora bien, el término "democracia" puede emplearse para designar un concepto cualquiera que, a su vez, constituye un ejercicio de abstracción que dice explicar el contenido de democracia en tanto proceso social. La diversidad de conceptos, de representaciones mentales, a los que puede arbitrariamente asignársele el término de "democracia" es prácticamente inabarcable. No por gusto han surgido términos diferenciadores y se habla de "democracia representativa", "democracia burguesa", "democracia socialista", "democracia participativa", etc. Y cada uno de esos términos diferenciadores, son a su vez frases que se asignan a numerosos conceptos diferentes entre sí en distintos grados.

Es en el proceso social donde se evidencian las pautas de gobierno y convivencia establecidas y sus prácticas reales. Lo que existe en cada sociedad humana constituida históricamente, son personas que hacen su vida de un modo, que se organizan políticamente de una manera específica, los conceptos que sobre eso se construyen son innumerables y el término "democracia" puede ser indistintamente empleado para designar cualquiera de esos conceptos.

Si asumimos que democracia es "gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo" como afirmara Abraham Lincoln, no hay duda alguna que el parlamento cubano que se reúne hoy es democrático. ¿Por qué? Porque alrededor de la mitad de los que ocuparán hoy sus curules en la Asamblea Nacional del Poder Popular son vecinos propuestos y elegidos libremente por otros vecinos; la norma que establecen la Constitución y la Ley Electoral y su cumplimiento lo garantizan, mientras que el resto son personalidades destacadas de la vida cubana, propuestas por las organizaciones de masa y postuladas por las asambleas municipales constituidas por delegados que son vecinos elegidos por vecinos. Y porque lo que se aprueba en el parlamento cubano es por y para el pueblo.

En efecto, en Cuba los objetivos políticos para la Nación no los trazan grupos de poder vinculados a intereses económicos privados que  en muchos países suelen usar la palabra democracia para encubrir su egoísmo, sino que responden a los intereses nacionales, como ocurre cuando cada año los diputados cubanos aprueban el presupuesto del país o el plan de la economía nacional.

En Cuba no se aprueban leyes para entregar la nación a las empresas transnacionales, ni los diputados pueden enriquecerse favoreciendo a tal o cual interés privado. En Cuba las elecciones no se deciden con dinero ni con campañas electorales en las que entran en batalla campal, llena de golpes bajos, unos candidatos contra otros para hacerse del Estado como botín por el tiempo que dure su gobierno, en Cuba los candidatos son pueblo y su programa es común.

Como expresé al principio, no hay democracia perfecta, la cubana tampoco lo es. Muchas y variadas son las posibilidades de aprovechar mejor sus potencialidades, así como las iniciativas para mejorar su estructura, organización y funciones. Su origen y esencia socialista y revolucionaria hacen a la democracia cubana por definición popular y participativa y es, como toda obra humana perfectible. El sistema político de la sociedad debe articular eficientemente con la actividad económica, con la organizativa, con la jurídica normativa y con la ideológica. Los cambios estructurales que en la actual coyuntura requiere la sociedad cubana también se expresarán en el Estado y el Gobierno como entidades concretas formadas por individuos e instituciones, por normas y procedimientos, estilos y métodos de actuación, pero para mejorar el funcionamiento de la democracia socialista lo primero es tenerla, y el poder político de las mayorías ciudadanas corroborado en las elecciones de enero pasado encarnó la ratificación del propósito de continuar el rumbo socialista.

Los cambios en la sociedad cubana atañen al pueblo cubano, la democracia cubana se construye en el espacio vital de la Patria y el fiel de su rumbo lo da el pueblo con su propia sabiduría. Nadie más.

 

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Lic. Rosa C. Báez

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