Cada vez suman más las personas que en Camagüey se interesan e incorporan a la modalidad de trabajo a domicilio y convierten el patio de sus hogares en pequeñas manufacturas

Miguel Febles Hernández - Diario Granma - CAMAGÜEY.—Tras no pocos tropiezos iniciales desde que hace tres años comenzara en Cuba el programa de producción local y venta de materiales de la construcción, esta provincia parece haber encontrado la clave para estabilizar los resultados y consolidarlos definitivamente en cada uno de sus 13 municipios.


Tal apreciación coincide con la de Tomás Vázquez Enríquez, jefe del grupo nacional, al constatar en la más reciente verificación un cambio favorable tanto en el aspecto organizativo como en el despliegue de una base productiva que comienza a responder a las exigencias y principios del prometedor proyecto.

“Hoy percibimos en los órganos locales de gobierno, comenta Vázquez Enríquez, un me­jor dominio de los conceptos básicos del programa, lo que resulta vital para poder gestionarlo correctamente. Esta no es una tarea más, sino una necesidad impostergable para mejorar ese importante indicador de desarrollo”.

De eso se trata: que cada localidad llegue a bastarse por sí misma en la fabricación de un variado nomenclador que anda ya en el país por los 146 renglones a comercializar a precios asequibles, con el propósito de transformar, hasta llegar a resolver, uno de los problemas más apremiantes de la sociedad cubana: la vivienda.

Durante el 2015, Camagüey tiene un plan de ventas a través del Ministerio de Comercio Interior (Mincin) de más de 35 millones de pesos, solo de materiales de la construcción elaborados localmente, una cifra que habla por sí sola de la magnitud del empeño, cuya materialización no admite prórrogas ni dilaciones.

DE EMPRESAS LÍDERES Y OTRAS INCORPORACIONES

Incluido ya en los planes de la economía na­cional, el programa dispone del aseguramiento de recursos imprescindibles, como ce­mento, acero, madera y plástico reciclable, en tanto el resto de las materias primas (arena, ar­cilla, caliza, etc.), debe extraerse según las existencias locales.

Concretar en cada lugar el máximo aprovechamiento de las capacidades productivas instaladas queda entonces en manos de las llamadas empresas líderes, responsabilidad que en la provincia de Camagüey recae en la de Industrias locales y la de Materiales de la Construcción del Poder Popular.

Ambas entidades, en un proceso de persuasión productor a productor, establecen relaciones contractuales con cooperativas y trabajadores no estatales, bajo un marco de le­galidad y transparencia, que les ofrecen ga­rantías en el suministro de los recursos necesarios y un mercado seguro para sus producciones.

“Como ha sido concebido, explica Neyda Ver­decia Tamayo, directora de la Empresa Pro­vincial de Industrias Locales, el programa resulta beneficioso y rentable para todas las partes involucradas: la entidad se ha ido recuperando en el orden financiero y los trabajadores mejoran también sus ingresos”.

La difusión de tales ventajas ha encontrado oídos receptivos en el territorio, como es el caso de la Empresa de Suministros Agro­pe­cuarios, la que convierte una de sus instalaciones, desactivada por más de una década, en un espacioso combinado para la producción de bloques, baldosas y elementos de barro.

“Lo que aquí ocurre, sostiene Enrique Pé­rez Orta, asesor provincial del programa, demuestra cuántas capacidades dormidas existen en los organismos que, una vez activadas, automáticamente influyen en la generación de empleos y en el despertar productivo de viejas máquinas y equipos, incluido el transporte de apoyo”.

BENEFICIOS POR DOQUIER

Cada vez suman más las personas que en Camagüey se interesan e incorporan a la mo­dalidad de trabajo a domicilio, convirtiendo el patio de sus hogares en pequeñas manufacturas dedicadas a la producción de renglones imprescindibles en las tareas de edificación o rehabilitación de inmuebles.

Hace tres años Rogelio López Estévez se incorporó al programa en el reparto Nadales, de la ciudad cabecera provincial, y de entonces acá, según confirman los especialistas, constituye un ejemplo por el respeto de los índices de consumo establecidos y la calidad y variedad de sus producciones.

“Poco a poco, refiere Rogelio, me he especializado en diferentes surtidos: tengo ya cin­co variantes de bancos para parques, elaboro bloques, tapas de tanques, nichos, vigas y losas para cubiertas, y estoy creando las bases para iniciar próximamente la producción de elementos de barro”.

En el reparto La Esperanza tiene también su taller hace apenas un año Pablo Marrero Cam­pos, donde una docena de operarios de la localidad encontraron una manera honrada y provechosa de ganarse el sustento, lo que se revierte en mayor bienestar personal y familiar.

“Hasta ahora todo marcha bien”, asegura Pablo, y lo sustenta en la garantía de la materia prima, bien pesada y con su factura legal, lo que les permite elaborar productos de calidad: “Los clientes pagan en los puntos de venta y vienen a cargar aquí. Es más cómodo, disminuye la manipulación y los desechos son mínimos”.

A Roger Reyes Paredes tampoco le ha ido mal desde que decidió incorporarse al programa, al punto que está llamado a ser el primer productor de la provincia en elaborar totalmente los elementos de techo, piso y pared que conforman la estructura de una vivienda, para lo cual ya ejecuta las inversiones necesarias.

“Lo importante, alerta, es que haya estabilidad en el suministro de la materia prima. El resto lo ponemos nosotros, pues contamos con las máquinas y con operarios de experiencia en estos menesteres, capaces de elaborar baldosas, mosaicos y otros surtidos que pueden competir de tú a tú con cualquiera”.

Un singular proyecto comunitario ha lo­grado consolidar también Jorge Luis Her­nán­dez Acosta, quien en las afueras de la capital provincial, con estricto apego a las normas am­bientales, produce, según pedido, mangueras, tuberías y conexiones de plás­­tico de diferentes diámetros con calidad certificada.

“Empecé en el 2013, afirma, con una má­quina construida por mí y ya cuento con tres, las que a plena capacidad pueden llegar a fa­bricar más de 2 000 metros diarios de mangueras y tuberías, perfectamente utilizables para el regadío en huertos o en plantaciones de mayor superficie”.

PRODUCIR NO PARA ALMACENAR

Similar importancia para la materialización del programa reviste la comercialización, la que debe estar a la altura de los incrementos productivos, pues se dan casos aún de renglones de amplia demanda popular cuya extracción de los talleres se dilata en el tiempo y puede provocar una excesiva acumulación.

“Si el Mincin no vende, se traba el programa. Por tanto, es preciso lograr, a partir de la calidad y de una mejor gestión de venta, que la totalidad de los productos esté presente en la red de tiendas encargadas de la comercialización”, su­braya Tomás Vázquez Enríquez, jefe del equi­po coordinador nacional.

A los grupos de trabajo municipales corresponde, pues, no solo definir las necesidades, armar capacidades productivas y decidir, por último, los precios de venta, sino velar también por la calidad en la terminación de cada uno de los surtidos, a sabiendas de que lo que se fabrique es para comercializar, no para almacenar.

En ello coincide Rigoberto Díaz Téllez, administrador del punto de venta del distrito Julio Antonio Mella, quien ha logrado establecer un estrecho vínculo con los productores, lo que posibilita vender en origen: “Aquí facturo, cobro y el cliente carga en el lugar donde se fabrica, algo que beneficia a todos”.

“Como son productos más baratos, agrega, tratamos de dar prioridad a los casos de personas subsidiadas para la construcción de sus viviendas, pero, insisto, somos muy exigentes con la calidad, que debe ser el ABC del trabajo de todos nosotros, porque no podemos convertirnos en almacén de cosas inservibles”.

UNA APUESTA A GANAR

Todas las cartas, como se acostumbra a decir, están sobre la mesa. Lo básico ahora es no desaprovechar semejante oportunidad, pues el programa constituye la vía más expedita de lograr la autonomía territorial para en­frentar la construcción de viviendas por es­fuerzo propio y acometer otros proyectos locales.

No en todas partes, sin embargo, su materialización se ha acogido con similar rigor, como lo demuestran los negativos resultados de los municipios de Jimaguayú y Najasa, donde no se ha logrado aún el despegue definitivo, enmarañados en enredos organizativos, falta de gestión y lentitud en la toma de decisiones.

“Todavía no se acaba de comprender por todos, advierte Vázquez Enríquez, el efecto dinamizador del programa en términos de ingresos para los gobiernos locales, generación de empleos, beneficios salariales y mejoramiento de la calidad de vida en un asunto tan sensible como la vivienda”.

Eso es, precisamente, lo que espera el pueblo, su principal beneficiario, cuyas necesidades acumuladas conforman un gigantesco mercado que urge satisfacer y para lo cual es preciso aunar recursos, capacidades productivas, voluntades y talento… mucho talento.

Cuba
(Foto: Alejandro Acosta Hechavarría/Trabajadores) - Cubadebate.- El sector del comercio, la gastronomía y los servicios de La Habana, conformó el primer buró sindical del país para la atención directa a&...
trabajadores.cu.- La viceprimera ministra de la República de Cuba, Inés María Chapman Waugh, participó de manera virtual en la sesión del Consejo Intergubernamental Euroasiático, que se desarrolló...
Cuadrando la Caja.- Esta semana Cuadrando la Caja les invita a sumarse al debate sobre Cambio climático y economía: ¿Cómo seguir produciendo? ¿Qué relación tienen? ¿Cómo afectan nuestros ...
Lo último
La Columna
La Revista