«En la mentalidad de numerosos compañeros, aquellas mujeres no podrían jamás combatir; en la mentalidad de algunos compañeros era un error entregarle un arma a una mujer, cuando sobraban -según decían- hombres para combatir. Sin embargo, los hechos demostraron una verdad: que aquellas mujeres combatieron contra los soldados de la tiranía, y le hicieron al enemigo una proporción de bajas mayor que las que le habían hecho los hombres en otros combates».
Y agregó: «Las mujeres pueden ser útiles en todos los sentidos; las mujeres pueden manejar las armas, y pueden combatir. (...) Solo hay que organizarlas y prepararlas, y constituir también sus unidades de combatientes, para que no piensen que se les relega solamente a otras tareas. Debe dárseles oportunidad en todos los órdenes, y deben estar preparadas para todas las tareas (...) Por eso contamos con la mujer cubana, ¡la Revolución cuenta con la mujer cubana!».
En Las Tunas, un representativo grupo de muchachas recién egresadas de las aulas de la Enseñanza Media están llevando a la práctica, entusiastas y convencidas, aquellas reflexiones de Fidel.
Génesis de una iniciativa
Todo comenzó en el año 2004, en las sesiones del VIII Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas. Allí, durante un intercambio con delegados y cuadros de la organización, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, por entonces Ministro de las FAR, habló sobre la importancia de que la mujer participara en las tareas de la defensa de la Patria.
La idea del Servicio Militar Voluntario Femenino (SMVF) prendió en los predios tuneros. Así, en los años 2005 y 2006 organizaron un proceso de captación, pero solo consiguió sumar nueve muchachas. En 2007, con más poder de convencimiento, 35 jóvenes firmaron el compromiso y se alistaron en unidades militares de las FAR en Las Tunas y Holguín, lo cual convirtió a la provincia en la mejor del país en el cumplimiento de la tarea. Este año piensan triplicar la cifra. El municipio de Jobabo, por ejemplo, ya tiene comprometidas a casi 40 de sus estudiantes. Y otros como Manatí y Amancio no le van a la zaga.
«Hemos salido adelante por la buena comunicación que tenemos con la Región Militar y sus sectores en cada municipio -admite Maikel Rondón, miembro del Buró Provincial de la UJC, a cargo de la esfera educacional. Eso nos permite que las captadas visiten y recorran las unidades militares, para que superen prejuicios y aprecien de primera mano cómo se vive allí. También llevamos a las escuelas a muchachas que ya cumplieron su SMVF para que les hablen a las indecisas sobre sus experiencias. El tema fue recurrente en los congresos municipales de la FEEM».
El SMVF es hoy uno de los procesos políticos priorizados por la FEEM tunera, a partir del principio de la voluntariedad. La estrategia es que la organización trabaje políticamente desde el aula con las muchachas que muestren disposición en los preuniversitarios, los llamados pre pedagógicos y en la Enseñanza Técnico-profesional. También se visita a las familias de las captadas para explicarles por qué la encomienda constituye un honor y un deber con la Revolución.
«Hemos tenido casos muy interesantes -asegura Jorge Cano Pérez, flamante presidente de la FEEM en Las Tunas-, como el de Liliet, una estudiante del municipio de Majibacoa cuyos padres se negaban a que ella se incorporara el SMVF. La muchacha lo planteó en una asamblea. Acordamos ir a su casa a razonar en colectivo y nos aparecimos allá hasta con un equipo del Telecentro Provincial. Los padres entendieron que las FAR no dañan a las mujeres, sino que las enaltecen. Y al final dieron su visto bueno. El trabajo se publicó en la televisión territorial y contribuyó a que otras familias también comprendieran».