Marilys Suárez Moreno - Revista Mujeres.- Melba Hernández y Haydée Santamaría se conocieron en 1952. Que un instantáneo sentimiento de compañerismo las uniera, y que desde los preparativos del asalto al cuartel Moncada se identificaran con el grupo liderado por Fidel Castro, ha ido adquiriendo a través del tiempo un significado especial.


Las dos eran por aquella época dos muchachas inexpertas, que no se consideraban capaces de acometer hazañas extraordinarias ni mucho menos, aunque eso sí, en posición vertical contra los desmanes del  régimen de Batista, instaurado en el poder tras el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952.

Fue en el apartamento de 25 y 0, hogar de Yeyé y Abel en La Habana y centro del esfuerzo combativo que empezaba, donde encontraron la forma de canalizar el potencial acumulado en ellas.

Las actividades conspirativas fueron tomando cada vez mayor auge. Fidel dirigía y encabezaba el plan, y junto a él, Abel Santamaría, como uno de los mas esforzados por llevarlo adelante.

La igualdad, la no diferenciación de sexos ante las enormes responsabilidades que se avecinaban -uno de los principios capitales de esta Revolución surgida en el Moncada- echó allí, en el apartamento de los hermanos Santamaría, raíces definitivas.

Yeyé y Melba no titubearon nunca y en cada ocasión cumplían con rigurosa disciplina, demostrando lo que, personalmente, eran capaces. Fidel, al frente del movimiento liberador y los que en torno a él se aglutinaron, tuvieron hacia las dos mujeres la mayor de las deferencias: la de considerarlas, en todo y para todo, compañeras.

Enemigos de perjuicios, los jóvenes comandados por Fidel adoptaron el comportamiento preciso para que Melba y Haydée no fueran marginadas en la batalla inmediata ni en la que habría de librarse para construir la nueva sociedad.

Con aquellos compañeros entrañables, listos para cualquier sacrificio por la patria, irían ellas a donde fuera, hasta las ultimas consecuencias. Y sin muchas preguntas partieron para Santiago de Cuba. Melba y Haydee juntas, en el grupo de apoyo encargado de tomar el Hospital Civil, desde donde se dominaba al regimiento y que encabezaba Abel.

Tras una lucha intensa, desigual, la muerte gobernándolo todo. Los jenízaros entraron al Hospital Civil. Abel fue torturado salvajemente y asesinado junto a muchos de sus compañeros. Pocos fueron los caídos en combate y muchos los ultimados.

Pero lo verdaderamente importante, recordaría Yeyé, era la pasión que los llevó al Moncada y que puede llamarse Abel, Boris, Mario o tener cualquier otro nombre, pero siempre en ese momento y en los que van a seguir puede llamarse Cuba. Ellos estarían vivos en Fidel que iba a hacer la Revolución y que iba a devolverle al pueblo de Cuba su destino.

 

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