Dayron A. Rodríguez Rosales - Juventud Rebelde.- Cuando un niño juega con muñecas y sus padres le regañan haciéndole pensar que ese tipo de divertimento no le toca por su condición de varón, le están inculcando valores que pueden afectar su futura paternidad.
Nunca es tarde para ser lo que deberías haber sido. George Eliot.
Actitudes como estas inciden en la acentuación del llamado mito de la maternidad, el cual es, al decir del Doctor Ramón Rivero Pino, subdirector del Cenesex, una creencia socialmente compartida y legitimada desde hace siglos, que atribuye a la mujer y solo a esta la capacidad necesaria para ocuparse de la crianza y educación de su descendencia.
«El mito consiste esencialmente en sobrevalorar el potencial de las mujeres en el ejercicio de su maternidad. O sea, en decir que nadie puede satisfacer como ellas las necesidades vitales de sus hijos e hijas, idea sobre la que es preciso reflexionar porque los hombres también tenemos esa capacidad: podemos amar, orientar, proteger y acompañar a otras personas durante sus vidas.
«Esta creencia, extendidísima entre las mujeres, priva a los hombres de determinados derechos en cuanto a la crianza y educación familiar y a la vez restringe las oportunidades femeninas de participación en espacios de la vida pública; así que lejos de ayudarlas les pone frenos y no las deja ampliar sus horizontes, circunscribiéndolas al entorno doméstico.
«Pero si el mito existe es porque condicionamientos sociales y culturales han contribuido a que la gente llegue a confiar en su validez y lo replique en expresiones cotidianas como: “En la vida real, son las mujeres las que mejor lo hacen” o “Son ellas las que más se ocupan, las que saben cómo hacerlo”.
«Y no dejan de tener razón: Todos los individuos somos el resultado de nuestros vínculos y en nuestra cultura se les ha otorgado a las madres el rol protagónico al interior del espacio doméstico y familiar, mientras a los hombres se les atribuye el liderazgo en el espacio público.
«Pero todos estamos capacitados para todo; solo hay que permitirnos desarrollar esas habilidades. El hecho de que una mujer haya sido mejor entrenada en esas funciones no significa que un hombre, si se le enseña, no pueda hacerlo».
—¿Cómo se puede transformar este mito?
—Que las mujeres sean buenas madres y puedan ocuparse de sus hijos no es malo. Lo que está mal es no dejar que los hombres lo hagan. Partiendo de este punto es necesario seguir tres direcciones principales.
«La primera tiene que ver con informar a las personas, orientarlas, posibilitarles desarrollar una visión crítica, una conciencia sobre aspectos de la vida que, si no se tienen claros, pueden hacernos perder el rumbo.
«La segunda incentiva la participación de hombres y mujeres en el proceso de transformación de esos roles propios de una sociedad machista y heteronormativa. No basta con ser conscientes, también debemos implicarnos afectivamente en esta labor transformadora. Influir participando, haciendo; aprendiendo y desaprendiendo si es preciso.
«La tercera es fomentar proyectos de vida diferentes. Es muy difícil conseguir todo esto si las personas no gestionan nuevos estilos de vida con objetivos y acciones concretas que den respuesta a dichos propósitos.
«La fusión de estos tres elementos hará efectiva esa transformación hacia nuevos modelos masculinos y femeninos más abiertos, democráticos, flexibles y responsables».
—¿Qué rol desempeñan los padres en dicha transformación?
—Cada persona es vital en la sociedad. Los hombres tenemos que ser conscientes, participativos, y es importante que lo hagamos apoyados en proyectos que nazcan de nuestras necesidades reales.
«Para eso necesitamos de las mujeres. Aunque a los varones nos toca, personalmente y a nivel de grupo, es esencial ese enfoque relacional que posibilite la contribución de todos en este sentido, estar involucrados por igual, caminar hacia el mismo destino e identificar, desde ambas partes, aquellos elementos que nos están dañando.
«El modelo hegemónico que aleja a los hombres de un pleno ejercicio de su paternidad no lo produce solo el hombre; lo origina también la mujer».
—¿Qué se hará durante la 3ra. Jornada Maternidad y Paternidad, iguales en Derechos y Responsabilidades?
—En su totalidad serán 54 acciones de unos 14 organismos e instituciones, programadas hasta el Día de los Padres, en junio.
«Se realizarán actividades académicas (cursos de posgrado, talleres, capacitaciones) para formar recursos humanos mejor preparados en el enfrentamiento de estas cuestiones, especialmente en el sector de la salud, por tratarse de profesionales muy relacionados con la temática.
«A la par se propician espacios de reflexión en universidades y centros de enseñanza secundaria y media, y actividades comunitarias en distintos espacios del país orientadas a que niños y niñas puedan mostrar amor hacia sus madres y padres, y otras acciones de promoción coordinadas con los CDR, FMC y la CTC.
«Hay varias gestiones comunicativas: spots, entrevistas en los medios de difusión masiva, cinedebates, edición de libros y publicaciones en el sitio web del Cenesex y el boletín Notisex, así como en el blog Futuro cubano, del Centro de Estudios sobre la Juventud, institución que también brinda talleres para adolescentes y jóvenes.
«En nuestra sede se dan servicios de orientación familiar, y también en hogares maternos y en centros asistenciales vinculados con la anticoncepción.
«Este asunto involucra a todo el mundo. Cuando comprendamos esto seremos mejores madres y padres y, por qué no, también mejores seres humanos. Las heroínas y villanos no existen en esta historia».