Sara Más - Revista Mujeres.- El aislamiento social y el confinamiento en casa son medidas que hoy nos preservan la vida en situación de emergencia sanitaria.

Mientras hay un virus invisible y mortal que viaja con nuestros cuerpos, y hasta tanto no haya pócima, antídoto o vacuna salvadora para restituirnos cierta seguridad y paz, permanecer a buen recaudo va siendo la salida asequible para aminorar los daños más urgentes.


Aunque nos cueste, es la opción de ahora.

Pero quedarse en casa nos trae muchos  retos y adaptaciones, entre carencias, viejas y nuevas tensiones. Tampoco nos libra de peligros. Uno de esos riesgos latentes es la violencia de género que viven en carne propia, sobre todo, mujeres, niñas y otros grupos vulnerables.

No es un conflicto nuevo, pero sí se agrava desde todo punto de vista.

Reconocido como problema social, de salud y de derechos humanos en el mundo entero, ahora se produce y reproduce en circunstancias que lo propician: porque mujeres y niñas están más horas o todo el tiempo bajo el mismo techo con sus maltratadores; porque el aislamiento social imprescindible las aleja de las redes de apoyo formales e informales que necesitan; porque sus historias son ahora todavía menos visibles, detrás de la puerta de la casa; porque ignorar sus tragedias no las libra de ellas, con alto costo para su bienestar y sus vidas.

También porque hay menos gente cerca, atenta y vigilante para detectar qué les está pasando y auxiliarlas, algunos servicios habituales para esos casos no están funcionando y se les dificulta la salida para ver la luz al final del túnel. Porque tienen menos opciones para defenderse.

Para las mujeres en situaciones de violencia machista, quedarse en casa, ahora mismo, no es sinónimo de salvar la vida; todo lo contrario, las puede llevar a perderla o adentrarse en una tortura cotidiana mayor.

Ahora que la emergencia obliga a cerrar instituciones y servicios para recomponer las dinámicas sociales, mientras se da prioridad a logísticas esenciales de salud, alimentación y sostenimiento vital, no pueden olvidarse los puentes y servicios para quienes son blanco de estas expresiones de maltrato.

Si siempre han precisado ayuda externa, orientación legal, acompañamiento psicológico, actuación policial, un hombro para apoyarse, una mano que las hale, alguien que las escuche y anime, y respaldo  de todo tipo para poder salir de los cercos que las asfixian, ahora lo necesitan mucho más.

Los servicios de atención y recepción de sus denuncias son vitales también, junto a la actuación de los órganos policiales y de control social, las amistades y hasta el vecindario. Ahora mismo es fundamental que se articule la alianza entre quienes llevan tiempo trabajando y dando apoyo a estos casos desde las comunidades, la Federación de Mujeres Cubanas, instituciones gubernamentales y de la sociedad civil e iniciativas y proyectos diversos, hasta personales.

Mucho se ha hecho desde esos y otros espacios para visibilizar la violencia machista, desnaturalizarla, desmontar los imaginarios que la sostienen, entenderla, investigarla y actuar.

Y aún así pudiera decirse que está casi todo por hacerse: establecer un programa integral de atención a mujeres y niñas en situación de violencia, implementar protocolos efectivos de actuación que no las revictimicen, crear mecanismos eficaces y seguros de denuncia, preparar personal con conocimientos y sin prejuicios en todas las instancias, perfeccionar y crear nuevos instrumentos legales y construir rutas de apoyo para la actuación, entre otros pasos pendientes.  

Mucho ha quedado en pausa, en este minuto de emergencia nacional y mundial, que habrá que retomar. Sin embargo, no todo puede esperar.

Este es el momento en que dos pandemias se juntan: la del nuevo coronavirus y la de la violencia machista. Y hay mujeres y niñas que viven, ahora mismo, bajo el fuego cruzado de las dos, que nos necesitan. Hagamos todo por ellas.

Inexorablemente quedarán muchos estragos a cuenta de esta nueva epidemia viral que estamos viviendo directamente y que, escaso tiempo atrás, parecía solo argumento y drama de una  fantasía futurista de la ciencia ficción.

Definitivamente es real y nos está pasando. Aspiremos a que, cuando hagamos el cierre contable de sus pérdidas y podamos registrar los costos de todo tipo --sociales, económicos, afectivos y humanos— no tengamos que sumar a los daños y muertes de la COVID-19, también, muchos otros de la violencia machista que pudimos evitar.

Instituciones para denunciar o pedir ayuda:

  • .  Línea única de la Fiscalía General de la República: 0 802 12345
  • . Federación de Mujeres Cubanas.

                Teléfono: 7 838 3542 al 46

                Correo: fmc@enet.cu

                Whatsapp :5 9988768

                Facebook: FMCdeCuba.

  • Policía Nacional Revolucionaria: línea telefónica: 106
  • Consejería del Centro Oscar Arnulfo Romero: consejeriaoar@gmail.com
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