Giorgina Alfonso González* - Resumen Latinoamericano.- “Sin feminismo no hay socialismo”. No es una consigna más para arengas revolucionarias o movilizaciones de mujeres, es una exigencia teórica y práctica para encontrar respuestas reales a las interrogantes aplazadas en las experiencias anticapitalistas. El socialismo en Cuba está en una nueva etapa de profundización teórica, y de reflexión colectiva sobre las transformaciones que la sociedad necesita para re-significar la posibilidad humana de vivir en comunidad solidaria, equitativa y digna.


El proceso socialista cubano modificó los significados tradicionales del actuar cotidiano y revolucionó los sentidos de vida de las personas, fundamentalmente de las mujeres, al establecer como principio la incorporación sostenida y amplia de la mujer a todas las esferas de la vida socioeconómica y cultural y como uno de los objetivos esenciales: la eliminación de las formas tradicionales de discriminación entre el hombre y la mujer.

En este bregar ha tenido una labor esencial la Federación de Mujeres Cubanas como organización que representa la unidad del movimiento de mujeres y feminista a partir de 1961. La FMC asumió la organización, capacitación, sensibilización y acompañamiento a las mujeres cubanas en todas las esferas de la sociedad, provocando un cambio de valores a nivel de la totalidad social que elevó no sólo la condición económica de la mujer, sino también su dignidad humana. Tal y como se planteó en sus objetivos: “La lucha de esta organización no es por reivindicaciones parciales, la mujer forma parte de la sociedad toda y está indisolublemente ligado a la lucha del pueblo por su liberación, al surgimiento de una nueva vida edificada con el esfuerzo conjunto de hombres y mujeres capaces de superar a la sociedad capitalista”.

La FMC, al constituirse, asumió el compromiso político de promover el desarrollo integral de la mujer, su eficaz y total incorporación a la tarea de la construcción de la sociedad socialista, y la plena igualdad en todos los campos de la vida política, económica, social y cultural del hombre y la mujer.

En el Programa aprobado en el I Congreso de la FMC se señala:
“Es necesario ir forjando una mujer nueva, la mujer de la sociedad socialista que disfruta de todos los derechos tanto en la familia como en la vida pública, incorporada activamente al trabajo y a la vida social libre del sistema de esclavitud doméstica en que las labores de la casa absorben todo su tiempo y todas sus energías.
La Revolución ha creado las condiciones para que la mujer se supere al tiempo que ha barrido con privilegios y discriminaciones y establecido real y verdaderamente los derechos de la mujer trabajadora, obrera, campesina, empleada, profesional o ama de casa”(1)

Las mujeres cubanas, formadas, organizadas y movilizadas por la FMC, radicalizaron la experiencia socialista del siglo XX en el continente americano, fueron protagonistas de un proceso que las obligó a superarse a sí misma rompiendo con su historia y su cultura. Ellas pusieron las preguntas y salieron a construir las respuestas: ¿Cómo organizar la economía en función de la vida cotidiana? ¿Cuáles son las formas efectivas de empoderamiento de las mujeres sin la sobrecarga doméstica? ¿Cómo definir la heterogeneidad femenina sin menoscabar la unidad sociopolítica en las prácticas concretas? ¿Cuál es la imagen digna de la mujer cubana y cómo incorporar su subjetividad al proyecto país o socialismo posible para Cuba?

Crear una conciencia crítica y revolucionaria respecto a la existencia de una cultura machista, significa todo un desafío cultural, político y económico.

La batalla de las mujeres cubanas contra las múltiples formas de dominación patriarcal en el campo de las relaciones sociales, las actitudes, los comportamientos, las mentalidades y el inconsciente colectivo es parte de un proyecto ambicioso que intenta modificar no sólo la condición de la mujer, sino el estatuto de lo humano. Crear una conciencia crítica y revolucionaria respecto a la existencia de una cultura machista, significa todo un desafío cultural, político y económico.

La construcción de una subjetividad femenina, crítica del machismo, es resultado de una práctica participativa real que rompió arraigados esquemas mentales, enfrentó barreras sociales, culturales, psicológicas y comunicativas, abrió caminos para la realización individual, promovió estilos de vida colectivos, diseñó políticas públicas, creó mecanismos, instituciones y leyes a favor de los cambios, combinó la base material con la espiritualidad femenina para conquistar la justicia. Es este proceso participativo de las mujeres el que demanda cambios radicales en las políticas públicas y obliga a impulsar, aún sin una base económica sólida, políticas sociales de beneficio popular.

Sobre este proceso habla Vilma Espín en una Entrevista concedida al Periódico “Granma” en 1985 y publicada en La Mujer en Cuba por la Editora Política, 1990:
“Nos cuidamos mucho de no prometer cosas a las mujeres: trabajamos, para que las mujeres, ellas mismas, conquistaran los escalones que tenían que vencer…Nunca les dijimos a las mujeres que con esto se emancipaban; o que tenían que exigirle al gobierno o a los hombres la emancipación o la liberación. No hablábamos ni siquiera de la igualdad. No hablábamos de que había desigualdad y de que había que hacer tal y tal cosa para eliminarla…sino de que la mujer participara en todo.”

En las principales representantes de la FMC hubo siempre conciencia del vínculo entre la opresión sexual, la división social del trabajo y la estructura económica de clase, pero no se abrió nunca un debate político público sin que este estuviera acompañado de un trabajo de base con las mujeres para que estas salieran al espacio público a exigir sus derechos y con su participación e integración al proceso revolucionario influyeran sobre los organismos políticos y administrativos, regresando al espacio privado, el hogar, con otra mirada de sí misma y de las relaciones familiares, fundadas en su autoconciencia desde la propia realidad.

Por eso, las mujeres cubanas no han dejado nunca de ubicar en el debate sobre el futuro de la sociedad, la necesidad de crear y fortalecer la conciencia crítica y revolucionaria contra la cultura machista (patriarcal) y el papel de los valores y la subjetividad de las mujeres en la lucha contra la opresión y la discriminación de cualquier índole en la sociedad cubana.

Todavía la teoría feminista es un déficit teórico y práctico del socialismo cubano

Sin embargo, en Cuba muy pocas mujeres que se identifican feministas, aunque se reconocen abiertamente críticas del machismo y defensoras de los derechos de las mujeres. Todavía la teoría feminista es un déficit teórico y práctico del socialismo cubano. A pesar del trabajo de sensibilización y capacitación de género que se ha hecho por todo el país por diferentes instituciones y organizaciones cubanas con la influencia y el apoyo de la Cooperación Internacional, sigue existiendo un desconocimiento de la historia del feminismo y sus luchas, incluso desde nuestra historia nacional y latinoamericana.

Hay dispersión y atomización en los esfuerzos que se hacen en el país desde los distintos espacios, organizaciones y proyectos por desarrollar una cultura feminista. Esto se asocia fundamentalmente a la poca comprensión política de las instituciones estatales y la falta de una fuerte agenda articuladora por parte de la FMC que vincule los esfuerzos formativos de incidencia estratégica sobre las mujeres (enfoques de género, masculinidades, visiones feministas y sobre las diversidades) con las urgencias de las prácticas cotidianas de las mujeres cubanas.

El recrudecimiento del bloqueo del gobierno de Estados Unidos a Cuba y no pocas medidas económicas y sociales adoptadas en los últimos años han afectado considerablemente los derechos conquistados por las mujeres en el proceso revolucionario, abriendo nuevas y mayores brechas a la desigualdades de género.

Aunque no hay una intención manifiesta de modificar relaciones de género establecidas en las políticas públicas, muchas veces los cambios se interpretan, por funcionarios, decisores y propietarios, como si fuera inevitable pasar por alto los beneficios sociales alcanzados por las mujeres cubanas.

Por diversas razones, hay una vuelta de la mujer cubana al hogar y un reacomodo de las relaciones de género hacia prácticas patriarcales, lo cual contrasta con el número significativo de mujeres profesionales, científicas, funcionarias y decisoras. Nuevas y viejas concepciones sobre lo femenino y lo masculino se están enfrentando en medio de un complejo escenario social donde se transmuta la subjetividad y el ideal de futuro.

A 60 años de constituida la FMC, las mujeres cubanas seguimos aportando al tejido social solidario y cooperado desde un amplio movimiento de acciones que responden a necesidades e intereses que tienen hoy las familias y las comunidades. Al mismo tiempo, proliferan grupos de mujeres creadoras de diferentes sectores sociales que se unen por motivaciones comunes u objetivos específicos vinculados a experiencias concretas de vida.
Es incuestionable la fuerte incidencia ética y política de las mujeres en Cuba. Sin embargo, los procesos de formación y de teorización sobre la crítica al patriarcado y el nexo entre feminismo y socialismo son aún fragmentados e inconexos, existen diversos posicionamientos que no hallan el modo de ponerse en común, así como esfuerzos formativos sectoriales que impiden avanzar en estos temas vitales para profundizar el sentido emancipatorio del proceso socialista cubano.

Desde 2012, el Grupo “América Latina: Filosofía social y axiología” (Galfisa) del Instituto de Filosofía coordina el proyecto de investigación “Feminismo y emancipación”, es el Mapeo a experiencias que a lo largo del país despliegan procesos de formación, y capacitación en género, mujer o feminismo.

Este Mapeo no sólo permite identificar actores vinculados al trabajo con las mujeres, sino constata la diversidad de sentidos éticos y políticos que aporta el sujeto mujer a la política emancipatoria de nuestro tiempo.

¿Qué referentes éticos y políticos aportamos las mujeres cubanas a las exigencias emancipatorias de nuestro tiempo?

• La dignificación de las mujeres. La sociedad cubana se ha revolucionado más desde lo femenino.
• El reconocimiento a lo personal como político. La coherencia entre la ética personal y el discurso cotidiano.
• Lucha por el derecho a la vida digna. Reafirmación de la esperanza.

• Los cuidados a la vida natural y humana desde la resistencia y resiliencia cotidiana.
• La igualdad defendida valor ético incuestionable.
• La participación y empoderamiento de las mujeres en proyectos de transformación social.
• La educación alcanzada y la cultura de igualdad de derechos y oportunidades.
• La construcción de lo colectivo y el proyecto futuro más allá de la perspectiva de mujer.
• Formas múltiples de luchas y resistencias en el camino hacia la emancipación, modos diversos de actuar como sujeta mujer. La diversidad como fortaleza y un valor de nuestras prácticas.
• La crítica a la violencia abierta y simbólica y visibilización de la violencia sobre la mujer que existe en nuestro contexto con sus particularidades.
•Hacemos trabajo de liberación y emancipación.
• Desarrollamos el protagonismo de las mujeres desde sus propios valores: solidaridad, cuidado, trabajo colectivo, respeto a sí misma.
• Fortalecimiento de las referentes políticas que asumen la diversidad de subjetividades dentro del movimiento feminista y de mujeres revolucionarios.

La síntesis expuesta está abierta a nuevas incorporaciones y reflexiones que ayuden a profundizar en los procesos locales, nacionales y regionales de integración, cooperación y articulación de los movimientos de mujeres y feministas.

La participación de las mujeres y su protagonismo en la experiencia de la Revolución es un aprendizaje colectivo que ha creado nuevas formas de relaciones entre mujeres y hombres.
A menudo se escucha la afirmación, de que las mujeres cubanas estamos volviendo a aceptar los valores machistas-patriarcales. Los argumentos son diversos y se apoyan en experiencias cotidianas, individuales y colectivas, que chocan con los referentes éticos y políticos expuestos anteriormente.

Las épocas de crisis enfrentan lo más conservador con lo más revolucionario y en esa lucha se produce el cambio. Pero, no todo cambio es revolucionario y emancipador.

Las falsas o ilusorias representaciones del cambio social, desde un sistema de ideas que anticipa al sujeto de cambio y al proyecto de las transformaciones, crean una visión ilusoria del futuro, desmoviliza el accionar popular revolucionario y justifica el conservadurismo. El cambio hacia el socialismo es cultural y civilizatorio, global y colectivo.

 

* Georgina Alfonso González es Coordinadora del Espacio feminista “Berta Cáceres”.

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